Reivindicación del papel del empresario
LA VISITA REAL a Burgos debe interpretarse como un respaldo de la Corona hacia la labor del empresariado español, gracias, en esta ocasión, al soporte de unos premios impulsados por el Rey Emérito y que su heredero ha personificado en José Antolín. Ayer fue señalado tanto por el Rey como por el presidente de la Junta y los socios del Círculo de Empresarios como un ejemplo a seguir para que la cultura del emprendimiento prospere en el país. Y ese apoyo a la empresa familiar y a sus valores se produjo en una provincia que obtiene un tercio de su producto interior bruto de la industria y que tiene la menor tasa de paro de España según los últimos datos de la EPA.
El reto de la industrialización está marcado en rojo en la agenda del gobierno regional que se plantea el reto de que este sector aporte el 20 por ciento del PIB de la Comunidad llegado el año 2020. Burgos logró ese objetivo hace años, como también se ha superado en otras provincias y alguna más lo tiene al alcance de la mano, pero la importancia de convertirlo en realidad está en que ayudaría a aminorar los desequilibrios económicos territoriales, tan marcados en esta tierra. No será posible corregirlos o eliminarlos pero sí hay que confiar en que la distancia entre unos territorios y otros llegue a ser menor en términos económicos.
Para ese fin es inestimable, y así lo defendieron ayer Felipe VI y Juan Vicente Herrera, la contribución de los empresarios, de la empresa familiar con raíces en su tierra y con vocación de generar valor, riqueza y empleo. El ejemplo de José Antolín es claro, pero también lo es la decidida apuesta por reconstruir, sobre sus mismos cimientos calcinados, la fábrica de Campofrío que ayer visitaba el Rey. La más moderna de Europa tras una inversión de 225 millones de euros del grupo mexicano Alpha, en cuyo conglomerado corporativo se encuentra la multinacional cárnica de origen burgalés, que tiene sedes en otros puntos de la Comunidad.
Los esfuerzos del Ejecutivo autonómico por elevar el grado de industrialización se apoyan en dos ejes transversales de la economía de Castilla y León: la automoción y la agroalimentación. En ambos casos aparecen ejemplos de grandes compañías asentadas en la región a las que hay que acompañar y atender y a las que es obligado exigir que interpreten un papel de empresas tractoras en su sector que tire de las pymes de su órbita de influencia. Es más, se necesita que tengan un mayor protagonismo como mentores de los esfuerzos de centenares de emprendedores por abrirse camino para convertirse en las empresas o industrias del futuro. Hacen falta ‘business angels’, como se las denominó antes de la crisis, como también se necesita capital humano para el emprendimiento, formado y reclutado desde las universidades y condiciones socioeconómicas que faciliten la proliferación de la cultura empresarial