Diario de Valladolid

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Cubrir cuotas. De eso, en la mayoría de los casos, es de lo que va la confección de las listas de los partidos cada vez que llega cualquier elección. Cuotas que tienen que ver con lo que quiere el que manda, el presidente o secretario general del partido; con las necesidades de la dirección nacional y ya, para concluir, con los cupos que necesita completar la formación a nivel autonómico y provincial.

Para dar cumplida respuesta a esas cuotas vale todo. Hasta colocar a aquellos que poco o nada tienen que ver con el territorio al que van a representar, al menos durante los quince días que dura la campaña electoral. Son los conocidos como cuneros, que emergen sobre todo en las candidaturas para las elecciones generales. Y eso es lo que ha hecho Génova en Castilla yLeón, al convertirla en una cuna de cuneros.

Los hay de dos tipos: los de cuna de verdad, a los que descuelgan en una provincia de la que ni son y en la mayoría de los casos si la han visto es en fotografía, y quienes sí son del territorio por el que se les presenta porque nacieron en él, pero ni están, ni se les espera ya que en la mayoría de los casos desarrollan toda su actividad política en la capital madrileña.

El prototipo del primero es el ministro de Educación, Iñigo Méndez de Vigo, al que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ‘coloca’ de número uno por Palencia al Congreso de los Diputados y en la provincia palentina ni ha estado y, lo que es peor, ni se le espera.

De no ser porque a la Reina Letizia se le ocurrió acercarse a la capital palentina el pasado mes de septiembre para inaugurar el curso escolar, Méndez de Vigo tendría difícil saber hasta por qué carretera se llega más rápido de Madrid a Palencia.

El ministro de Educación, nacido en Tetuán (Marruecos) y cuya residencia es Madrid viene a cubrir, en este caso, la cuota de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno y del PP, salvo a la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, y a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que se las lleva de puntales para su lista de Madrid, ‘aparca’ a sus responsables ministeriales diseminados como cabezas de lista por diferentes provincias.

El caso de Méndez de Vigo es, además, especialmente significativo porque en Génova su nombre se barajó primero para Ávila, después para Burgos para recalar, finalmente, en Palencia. Es el cunero por excelencia. Ése al que por Palencia no le van a volver a ver, salvo que gane el PP, repita de ministro y la Reina Letizia vuelva para inaugurar el curso escolar.

En este primer nivel de cuneros, por aquello de aterrizar allí de donde no son nativos, hay que colocar también a uno de los jóvenes valores del partido, el vicesecretario de comunicación, Pablo Casado, que de nuevo concurre por Ávila, aunque esta vez como número 1, pese a ser palentino.

Es cierto que, a diferencia del resto, Casado sí ha tenido presencia en la provincia abulense en no pocas ocasiones a lo largo de la Legislatura y se ha preocupado por conocer sus carencias y necesidades. Además, el vicesecretario de comunicación trató de ser él quien encabezara esta vez la candidatura a la Cámara Baja por Palencia, pero finalmente la dirección nacional del partido entendió que su presencia en Ávila no sólo no generaba rechazo alguno, sino que al contrario era bien vista por los abulenses.

Pero de lo que hay, y mucho, en las listas del PP de Castilla y León de cara a las generales es el segundo tipo de cuneros. Esos que nacieron en la tierra que ahora lideran para sentarse en el Congreso y en el Senado, pero que poco o nada se ocupan y se preocupan de ella.

Ahí emergen con fuerza tres casos, que representan con claridad a esos paracaidistas que encuentran en la tierra que solo les vio nacer el refugio para llegar al poder Legislativo: los números dos a la Cámara Baja por Ávila, Burgos y León, José Ramón García Hernández, Manuel Cobo y Sandra Moneo, respectivamente.

El primero de ellos, es diputado por Madrid, donde concurrió como número 26 hace cuatro años, en sustitución de Ignacio Astarloa. A García Hernández no es que apenas se le vea por Ávila, es que es una imposición de Génova a la provincia abulense, donde es rechazado por su nula vinculación, pese a que nació hace 44 en su capital. Resulta curioso lo de Ávila, porque su número uno al Congreso es de Palencia y al dos ni se le conoce en la provincia.

Al mismo nivel se puede situar al ‘cunero’ leonés Manuel Cobo. Este ponferradino de 59 años, que salió de Ponferrada con apenas 7, desarrolla toda su actividad política y profesional en Madrid, donde fue la mano derecha de Alberto Ruiz Gallardón, como vicealcalde en el Ayuntamiento de Madrid, y en el partido. Eso le granjeó la enemistad de la ex presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, quien ordenó expiarlo.

Cobo aterriza en la lista de León por orden de la vicesecretaria general, María Dolores de Cospedal, después de que ésta rechazara el órdago lanzado por Alfredo Prada, otro ‘cunero’ de su propia tierra.

Ni García Hernández, ni Cobo tienen cargo en el PP de Ávila y de León, respectivamente. Lo mismo que le sucede a la burgalesa Sandra Moneo, que desde hace dos legislaturas tiene su residencia habitual en Madrid.

Los tres son cuota de la dirección de Génova. Como también le sucede a Esther Muñoz, la secretaria de Carlos Floriano y ahora que Fernando Martínez-Maíllo, a quien Madrid ‘coloca’ de dos al Senado por León, tierra de la que procede, concretamente de Valencia de Don Juan, pero a la que solo va de vacaciones y en contadas ocasiones y a la que ahora va a representar en la Cámara Alta, eso sí desde Madrid, que es donde vive y trabaja.

Pero el ejemplo más claro de estos ‘cuneros’ en su propia tierra es el caso del número uno al Senado por Valladolid, el sempiterno diputado Miguel Ángel Cortés. Va camino de su octava Legislatura, las últimas siete en el Congreso, y todavía no se le conoce ni un sola iniciativa para su Valladolid natal. Veintiséis años le contemplan en la Cámara Baja y por la provincia vallisoletana ni se le ve, salvo cuando llega el momento de cerrar las candidaturas. Cortés, también es el cupo que llega impuesto directamente desde Génova.

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