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DE LOS TRES partidos que cohabitan en el PP regional me quedo con el de Herrera. No es que me guste siempre el posibilismo del mal menor, pero al menos es el que planta cara a los ministros Montoro y Soria, el que deja plantado a Rajoy en víspera electoral, el que declara su cabreo por la insoportable lentitud de la caída del paro, el que abre vías para que la investigación de la trama eólica sea algo más transparente… En definitiva casi el único que al menos se moja.

A los otros dos partidos que malviven en el PP de Castilla y León, el del oculto secretario regional Alfonso Fernández Mañueco y el del descafeinado portavoz del Grupo Popular en las Cortes Carlos Fernández Carriedo, casi nunca se les ve indignados por los evidentes maltratos que, en medio de la peor crisis, llegan desde el Gobierno central o de la coyuntura que éste malgestiona. Tampoco se les ve con la diligencia y el coraje que exige el deterioro de una Comunidad que pierde peso y no es capaz de retener a los jóvenes, como acertadamente denunció el miércoles el portavoz de Podemos, Pablo Fernández, al denunciar la ineficacia y la ineficiencia de una Agenda de Población fracasada.

Al de Mañueco le falta incluso la necesaria lealtad y apoyo que debería acompañar al discurso valiente de su presidente autonómico. Al de Carriedo, el coraje para liderar la transparencia y una adecuada gestión de la crisis en el Parlamento regional. ¡Vaya paradoja que el partido que lo fuera de Bárcenas rechace en las Cortes las cuentas abiertas a los ciudadanos el mismo día que detienen al tesorero de CDC por el 3%!

Los líderes de estos dos partidos que conviven en el PP con el de Herrera no han aprendido aún las múltiples lecturas de las elecciones autonómicas. El de Mañueco vive la situación en silencio con su aliado Maíllo que aparenta equilibrios imposibles para satisfacer solo al gran jefe de Moncloa. El de Carriedo, viendo impasible cómo ni siquiera soldar alianzas con su neoliberal aliado Ciudadanos. Ninguno de los dos salta al ring para defender una debilitada autonomía que pese a los datos estacionales de ayer condena al paro a 190.000 personas. Ninguno quiere desgastarse lo más mínimo.

Es posible que lo de Herrera sea una falta de autoridad o incluso una pose para que en un mismo partido brillen la sumisión y la (auto)crítica. O una argucia táctica… ¿Y por qué no una mayor altura de miras que choca con las silenciosas arrogancias de los títeres de Rajoy? Al menos, Herrera exhibe un sentimiento de vergüenza cuando le roban los presupuestos, le atracan la minería o le miente su presidente con promesas incumplidas. ¿Dónde están las vergüenzas de los otros dos partidos del PP?

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