Compás de intriga

A ESTE paso, vamos a cruzar el solsticio de verano con el gobierno en funciones y sumido en un mar de dudas. Aunque el suspense no debe atribuirse a los resultados electorales, sino a la indolencia diferida de Rajoy para dar cara al carbón. La misma cifra de procuradores abrió la primera legislatura autonómica, hace treinta y dos años. Y entonces la emoción del estreno era plenaria, inundando a todos los grupos. Lo que no existía era el obsequio de los colgantes, con lotes de pin y medalla, cuyo rechazo o recepción colorea ahora los matices del compromiso parlamentario. Tampoco la toma de posesión tuvo entonces otras variantes que el juramento o promesa, sin excusas ni adornos.

Ni siquiera estaba habilitada todavía la sede del castillo de Fuensaldaña. Por eso, las primeras sesiones de las Cortes autonómicas se desarrollaron en la capilla del convento palaciego de Santa Clara, en Tordesillas. Con prisa, a los trece y quince días de las elecciones. El día del Rocío se constituyeron las primeras Cortes, eligiendo en segunda votación como presidente al profesor Dionisio Llamazares. La víspera de San Juan supimos que Demetrio Madrid era el presidente de la Junta, también en segunda ronda de votación. Y no hubo gobierno hasta el día de la Ascensión. Al cabo de tres décadas vuelven a repetirse sus números. Ahora con mayor dispersión. El 42-39-2-1 se ha convertido en 42-25-10-5-1-1.

Esta pluralidad plantea la exigencia inmediata de una mesa que represente las proporciones de la nueva simetría. El trámite exige una reforma del reglamento que puede ser todo lo rápida que decidan los acuerdos. Ahora se abre el período de consultas, en el que la presidenta de las Cortes recibe las propuestas de candidatos a la investidura como presidente de la Junta. Aunque la disposición cooperante de Ciudadanos reduce las posibilidades a una, el compromiso de Herrera con la minería no va a permitir que el proceso de acelere. Por lo menos, hasta que el indolente Rajoy mueva ficha y empiece a salir del pasmo.