Cuando el acero se oxida
El acero inoxidable es un metal de alta resistencia a la corrosión. Una capa de cromo lo impide. Esta capa puede ser atacada por ácidos que acaban poco a poco con la resistencia a la oxidación. A veces el material es consistente; otras, se dota (le dotan) de una apariencia superficial para disfrazar la corrosión.
Al decano de los consejeros de la Junta de Castilla y León le bautizó su primer director de Trabajo, Víctor Núñez, como el consejero de acero inoxidable. Han pasado casi 20 años desde que cobró su primera nómina pública y esta quinta legislatura, a diferencias de las anteriores, es la del deterioro, la corrosión y ¿las ganas de salir corriendo?
Tomás Villanueva entró en política como se va (si se va), con escándalos sin aclarar. Pero aquellos no eran suyos y salpicaban (en parte) a su actual jefe, Juan Vicente Herrera, entonces secretario general de Economía y Hacienda. Aquel 1995 el entonces consejero de acero inoxidable tuvo la habilidad -con ayuda de su hoy detestado Rafael Delgado- de enterrar con rapidez los escándalos de la ‘época Becker’: Biomédica, Pilz, Valle del Cerrato, Crystaloid, Salamanca Emprende… y también el ‘caso de la Minería’ de Pérez Villar.
Hoy ‘sale’ de la política con otros casos inexplicables, como el del informe oculto desde 2009 de prejubilaciones ilegales en el Grupo Viloria, el ‘caso Arroyo-Portillo’ de compra-venta de suelo y edificio, y la imputación del consejo de Caja España por favorecer a su presidente-constructor en operaciones que su departamento pudo haber evitado al conocer las quiebras de la entidad y de la empresa.
El consejero de acero ha demostrado menos capacidad para sepultar los escándalos cercanos que los ajenos. Su nota global cae por sus inseguridades, por dedicar demasiadas energías a buscar una salida personal digna, por su dificultad para poner orden en su departamento y por preferir la alabanza cutre a la crítica rigurosa. Su agilidad en atajar fraudes de formación (caso CSIF y auditorias), su impulso al Diálogo Social, su implicación en algunas políticas industriales, su apuesta por el empleo en los ayuntamientos y su capacidad de interlocución para asumir postulados empresariales serían más reconocidas si fuera capaz de dar respuestas convincentes a los frentes abiertos al final de su mandato.
Esta semana demostró el agotamiento que le acompaña en la legislatura. Un inmenso balance formal, plagado de datos de los años peores de la mayor crisis, y ni un sólo párrafo de autocrítica, ninguna referencia como consejero de la economía y el empleo a los que están pasándolo mal. Una prueba de la corrosión del acero.