El tuerto y el ciego
LOS HAY que prefieren mirar para otro lado, como si no fuera con ellos. También están aquellos que se siguen creyendo que todo es igual, que nada ha cambiado y que los ciudadanos piensan hoy como hace cuatro, seis u ocho años. Y, por último, están los ilusos, aquellos que se creen que están por encima del bien y del mal y que toda la ‘revolución’ política que se anuncia no es que no vaya con ellos, es que no es tal.
Unos y otros se equivocan y las urnas, a las que tanto se aferran cuando las encuestas les dan un ‘zasca’ en toda la boca, les van a poner en su sitio. Que Podemos y, ahora, Ciudadanos son una realidad que está ahí es algo que solo algún iluminado del PP y del PSOE puede negar. Los mismos que cuando hablan apelan a la inteligencia de los ciudadanos en el voto, sin darse cuenta de que éstos, los votantes, parecen haberse cansado ya de los mismos listos de siempre.
El varapalo que anuncia la encuesta de Sigma Dos para Ical de PP y de PSOE en las próximas elecciones autonómicas es de tal calibre que alguno se está tentando la ropa. Los populares, pese a las voces internas que lo venían anunciando, ven cómo se desangran en las grandes ciudades y la sangría les puede hacer perder su holgada mayoría absoluta. Ni el efecto Herrera, el político más conocido –sólo faltaba, después de catorce años en el cargo– y el único al que aprueban curiosamente junto al de Ciudadanos, logra frenar la fuga de votos de los populares.
Claro que éstos aquí, en Castilla y León, lo tienen fácil. Y es que los de enfrente son peores. Lo del PSOE, que cabalga al galope hacia una nueva debacle electoral, se acabará estudiando en las universidades. Coja usted un partido histórico. Coloque a un político de altura, ya saben por su estatura –Óscar López–, al frente de él y éste ya se encargará de dejarlo en manos de una marioneta suya. Así en poco tiempo, como dijo Guerra, no lo conocerá ni la madre que lo parió. Claro que él hablaba de España. De eso se aprovechan el PPy Herrera. Les basta ser tuertos para ganarles al ciego PSOE de Tudanca, al que no lo salva ni la Once.