Diario de Valladolid

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Este año la Feria del Libro Antiguo de Valladolid ha salido con buen tiempo al Campo Grande, pero el decano Pepe Relieve ya no abre la puerta a los visitantes. Aunque tampoco prescinde de la cortesía de su bienvenida. En la pasada edición, el saludo lo daban los libros que Pepe tenía preparados para feriar, porque él se despidió quince días antes. Y ahora un pliego hecho en su recuerdo y como homenaje a la aventura de los Pliegos de cordel valisoletanos, publicados por la librería anticuaria Relieve entre 1959 y 1993. En los pliegos, el gentilicio se escribió siempre con una sola ‘l’, respetando su timbre latino. El memorial de Pepe Relieve lo firman sus cómplices Félix Cuadrado Lomas y Ramón Torío.

La librería de Cánovas del Castillo acogió en su escaño a ilustres de todas las generaciones. De Jorge Guillén o Dámaso Alonso, a Jiménez Lozano o Andrés Trapiello. Precisamente, Trapiello evoca en sus diarios el ritual de lavarse el polvo de las manos con agua del botijo, después de rebuscar por los anaqueles.

El poeta más valioso de Relieve y quien con más tenacidad fecundó sus pliegos fue el zamorano Justo Alejo, suicida con uniforme de gala en el Ministerio del Aire de Moncloa. También Francisco Pino frecuentó aquellas tintas movidas por la generosidad y el talento de Domingo Rodríguez Martín, que tuvo como continuadores a sus hermanos Pepe, el librero, y Pablo, auténtico motor de los pliegos y de tantas aventuras luminosas.

Pablo Rodríguez recogió la encomienda de proseguir con el rescate de «náufragos colindantes».

Un pliego de 1980 incorporó la poesía del vallisoletano José Luis Gallego, preso político durante diecisiete años que volvió a casa «hecho un destrozo, llenos de sombra los ojos que casi no pueden ver». Con el aviso de los versos de Gil de Biedma: «Serás uno más, perdido, / viviendo de algún trabajo / deprimente y mal pagado, / soñando en algo mejor / que no llega. Quizá entonces / comprendas que no estás solo, / que nuestra vida de todos / se parece a una prisión».

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