Cerrar

Creado:

Actualizado:

CON EL recado andaluz en la mochila, los días se precipitan hacia el horizonte de mayo, ya asomados al umbral de la Pasión. Mañana es Viernes de Dolores y a la vuelta de diez días, Pascua Florida. Pero ya no queda espacio de sosiego hasta el domingo de Pentecostés, donde esperan las urnas. Lo más llamativo en esta tesitura, a la vista del panel andaluz, es la capacidad de improvisar lecturas diversas, pero evitando siempre los correctivos obvios. Quizá el más ostensible, porque señala una carencia consuetudinaria entre nosotros, que afecta a políticos e informadores, es la docilidad con que se asume la ausencia de debates.

Sólo una vez, hace ya veinte años, debatieron en campaña el presidente de la Junta Juan José Lucas y el candidato socialista Jesús Quijano, en un encuentro organizado por la Asociación de la Prensa de Valladolid. Y no pasó nada preocupante, aunque resulte difícil de creer. Ni se torcieron las previsiones ni tampoco menguó la participación. Simplemente, por una vez, fuimos más civilizados. Y Lucas, que promediaba su estancia en Valladolid, pasó de 43 a 50 procuradores. Cuatro años más tarde, cuando ya no quiso debatir con Jaime González, perdió dos procuradores. Por eso, no se entiende fácilmente que políticos e informadores afronten una campaña renunciando al contraste de los debates. Como requisito de madurez democrática.

El resto de conclusiones resulta de más fácil digestión. Aunque sean maleables y tentador su trajín. El pliegue del mapa electoral sitúa entre nosotros como partido gobernante durante décadas a los populares, que todavía no igualan la persistencia socialista de Andalucía. Condición que propicia el voto en momentos de crisis. Con grave perjuicio añadido para el partido históricamente subalterno, que en nuestro caso, desde 1983, es el socialista. Según esas conjeturas, las urnas de mayo rebajarán la mayoría popular hasta el borde de los 42 escaños, pegando un mordisco importante a la ya menguada representación socialista.

Cargando contenidos...