Diario de Valladolid

BURGOS

"Los buenos años de cereal suelen ser malos para el viñedo"

Francisco Velasco Llorente cultiva en Campillo de Aranda cereal, trigo y uvas

Francisco acaba de cosechar el trigo y la cebada.

Francisco acaba de cosechar el trigo y la cebada.ECB

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Loreto Velázquez

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Antiguamente se decía que los buenos años de cereal son malos para el viñedo, y este año parece que se va a cumplir. «Acabo de cosechar trigo y cebada, y tiene muy buena pinta; en cambio, en el viñedo los racimos están pequeños y, además, hay muy pocos», afirma Francisco Velasco Llorente, agricultor desde hace 40 años.

Él tiene 150 hectáreas en las que cultiva trigo, cebada, centeno híbrido, algo de camelina y una reserva de barbecho, y 16,5 hectáreas de viñedo en la Ribera del Duero. Todo en la zona de Campillo de Aranda.

Analicemos con él el año. «En trigo yo calculo llegar a las 4.000 toneladas y en cebada incluso superar… nada que ver con el año pasado, que casi no llegué a las 1.500», señala.

Por el contrario, la viña está dando más quebraderos de cabeza y, si el año 2023 estuvo marcado por la sequía, en el 2024 el reto tampoco es menor. «Las heladas han hecho mucho daño y hay zonas en la Ribera con el 90% de viñas afectadas», lamenta.

Aunque es verdad que este año ha llovido mucho y ha ayudado a fortalecer las reservas hídricas del suelo, las tormentas, acompañadas de viento y cambios de temperatura, desde altas a muy bajas, han estropeado la floración «y hay muy pocas uvas». «La cierna ha sido irregular y los racimos pesan muy poco y, además, hay muy pocos».

A diferencia del 2023, las heladas que cayeron los pasados 23 y 24 de abril perjudicaron más a las zonas altas que a las bajas. «Aquí en el campo cada año es diferente y cuando ya piensas que lo sabemos casi todo llega el cielo y te recuerda que hay muchas variables que no puedes controlar».

En su opinión, la mejor herramienta del agricultor-viticultor es el seguro. «Hace años que ya no es una opción, sobre todo para los que vivimos del campo».

Con este panorama, él prevé una cosecha de uva mermada en un 40%. «Va por zonas pero parece complicado», subraya con la esperanza de que el seguro ponga de su parte. «La verdad es que suele pagar rápido».

En el caso del cereal y del trigo, al formar parte de la cooperativa Cuducopa, el precio no es único. «Yo dejo la cosecha ahí y según se vaya vendiendo se va liquidando con el precio de cada momento; pero ahora estamos en 200 euros de media la tonelada de trigo y la cebada un poco menos, sobre 180. En la escala de 0 a 10 esta es de un 8 cuando el año pasado no pasaba de 3».

Aunque la cosecha se complique, el viñedo de la Ribera del Duero es uno de los cultivos más rentables. «Al principio cuando yo empecé hace 40 años era más difícil pero ahora esto es un bombazo y solo espero no se reviente como ha pasado en otras zonas como Burdeos o La Rioja».

Francisco defiende a ultranza el precio de la uva en Ribera porque es un cultivo que requiere muchos trabajos costosos como la poda en verde o el desniete. En su caso vende la uva a Bodegas Fuentespina. «Trabajo una parte en cepas de vaso para los vinos de más calidad y luego en espaldera que vendimio a máquina», detalla.

A la hora de recoger la cosecha tira de amigos a los que luego también ayuda y además recurre a cuadrillas de fuera, pero «cada año es más difícil por precio y por encontrar a gente profesional».

Unión Europea

Él lo tiene claro: el campo está muy controlado por la Unión Europea, pero la idiosincrasia de España nada tiene que ver con Francia o con Inglaterra. «España es singular incluso dentro de su territorio: es diversa, más seca pero también es un país de calidad y no siempre se puede hacer lo que te manden desde una oficina. Los agricultores sabemos muy bien lo que funciona y no siempre coincide».

En su opinión, el campo es mucho más difícil de lo que parece y no debería estar tan controlado. «Todo el mundo vive del campo menos el que lo trabaja», lamenta convencido de que la burocracia «no hace otra cosa que complicarnos la vida».

Juego Sucio

De relevo generacional prefiere no hablar: «detrás de mí no viene nadie y tampoco me extraña. Meterse en la agricultura conlleva mucha inversión», advierte consciente de que desde que Europa se abrió al mercado global la competencia es feroz «y hay mucho juego sucio». «Europa nos controla con la Ley de Trazabilidad pero luego no la cumplen ni los productos que llegan de fuera con pesticidas aquí prohibidos desde hace años ni las grandes multinacionales. A la gente aquí la atornillan y lo que viene no cumple nada», termina.

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