ÁVILA
Diferencias de rendimiento del 20% según la semilla utilizada
Los campos de ensayo de UPA en Ávila demuestran que simientes R-1 y R-2 de cebada o trigo son más productivas que una R-3 de reempleo de tercer año y que la inversión en investigación es «fundamental»
Los campos de ensayo de UPA en Ávila demuestran diferencias en el rendimiento entre distintas semillas de cebada o trigo de hasta un 20%, por lo que considera que la inversión en investigación para lograr las mejores es «fundamental» para contribuir a la rentabilidad de las explotaciones agrarias. De ello fue testigo un grupo de agricultores de la comarca abulense de La Moraña, que visitó el pasado miércoles el campo demostrativo de cereales que ha desarrollado la Organización Profesional Agraria (Opa) esta campaña en el término municipal de Cisla.
El trabajo desarrollado por la organización en el ámbito del ensayo con semillas «tiene como objetivo conocer de primera mano los resultados de rendimientos entre las distintas opciones en la elección de semillas, ya sea R-1, R-2 o R-3», explica la entidad. «De este modo, queremos disponer de datos de producción sobre cómo se ha comportado cada una de las variedades agronómicamente hablando, y así sacar conclusiones de variables como el rendimiento final, que sirvan al conjunto de agricultores de la zona para tomar la mejor elección en próximas campañas».
De momento, en esta campaña, la Opa ha detectado un mayor ataque de hongos con efectos visibles en las variedades R-3 respecto a las R-1 y R-2.
Este trabajo que está llevando a cabo UPA Ávila se enmarca dentro del acuerdo de colaboración de las Opas con Grano Sostenible y en el marco del proyecto Agricultores Contra el Cambio Climático, y busca tener resultados fiables después del seguimiento de las parcelas durante los últimos meses para conocer dónde radica el secreto de mejores rendimientos, en este caso en base a la elección del tipo de semillas que se haga.
La organización abulense está logrando de primera mano, gracias al trabajo de varias campañas, y por lo tanto en distintas condiciones climáticas, «informaciones que nos conducen a concluir que la mejora genética vegetal resulta ventajosa y económicamente viable para los agricultores en una comarca cerealista como es La Moraña, en un contexto de cambio climático como el actual», explicó la entidad.
La apuesta por la investigación que ha iniciado UPA «responde a la necesidad de tener soluciones ante las comprobadas temperaturas cada vez más elevadas y el mayor estrés hídrico que sufren las plantas en una provincia como Ávila. Esto nos obliga a los agricultores a conocer qué tipo de semillas se adaptan mejor a estas incidencias naturales que ya son habituales», aclaró.
El historial de datos de UPA Ávila gracias a estos campos demostrativos de los últimos años «demuestran con resultados fehacientes que semillas R-1 y R-2 de cebada o trigo son más productivas que una R-3 de reempleo de tercer año, en algunos casos con diferencias de rendimiento de hasta en un 20%». En este sentido, «nuestra evaluación demuestra a pie de campo que una buena semilla, y por lo tanto las inversiones que se siguen haciendo por parte de las empresas para lograrlas, resultan fundamentales para la viabilidad de las explotaciones cerealistas de nuestra provincia».
La mejora genética vegetal junto a las nuevas tecnologías e innovaciones en el marco de la nutrición, de la protección de cultivos o de la mejora de la salud del suelo son conclusiones a las que está llegando UPA Ávila con sus trabajos sobre el terreno. «Gracias a estos campos demostrativos estamos demostrando que la ciencia y tecnología aplicada al sector es la base para la agricultura del presente y del futuro», detallan los responsables de la organización.
En poco más de una semana UPA-Ávila hará públicos los rendimientos obtenidos en las tierras «para conocer si, como todo apunta, vuelven a demostrarse las ventajas de uso de la semilla certificada, y por lo tanto el impacto que la nuevas técnicas científicas y la investigación son ya el presente y el futuro más prometedor que garantice una agricultura moderna, competitiva y adaptada al cambio climático», concluye la Opa.