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«El cambio climático eleva el riesgo de heladas primaverales»

Carlos es viticultor y experto en variedades y calentamiento global

Carlos Sanz, viticultor.ECB

Publicado por
Loreto Velázquez 
Burgos

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Carlos Sanz es viticultor en la zona de Aldehorno (Segovia) y Haza (Burgos) pero también es experto en variedades vegetales y cambio climático. Él lo tiene claro: el futuro se complica y hay que adaptar la viticultura a los nuevos cambios. «Es una evidencia científica y constatada, en los últimos cien años se viene observando un aumento sostenido y constante de la temperatura y eso nos va a llevar a inviernos más suaves, veranos más intensos y como consecuencia vamos a estar, como ya se está viendo, expuestos a un mayor riesgo de heladas».

La previsiones no son tan claras en lo que afecta a las precipitaciones del futuro porque «los patrones son más complejos». «Según los estudios será tipo de ‘dientes de sierra’, como es típico del clima Mediterráneo pero todo parece indicar que serán más centralizadas y más torrenciales».

El cambio climático, añade, también se aprecia en una vendimia que sigue adelantándose en la Ribera del Duero. «Si analizamos la trayectoria en los últimos 10 años, siete han comenzado antes del 10 de septiembre y dos el 30 de agosto, es algo que era impensable antes».

En su opinión, una de las soluciones es apostar por el viñedo de altura. Esta zona de Fuentenebro, Aldehorno, Moradillo, Haza y La Sequera es un claro ejemplo de viñedos en altura. Cada cien metros baja un grado la temperatura y aquí estamos desde 150 a más de 1.000 metros, es una zona privilegiada en este sentido».

Pero, ¿qué solución ve él como ingeniero y viticultor? «El manejo de la viña es fundamental a la hora de adaptarse. Por ejemplo, podemos retrasar las podas para que el ciclo de la planta se activé más tarde, con lo que reducimos el riesgo de heladas en abril. Luego en verano, para combatir el intenso calor, lo mejor es hacer buenos ‘sombreos’ y ajustar la superficie foliar aérea a la producción y no hacer deshojados muy fuertes».

A diferencia de otros viticultores que abogan por la cubierta vegetal, él puntualiza: «A mí me gusta, pero siempre fuera del ciclo vegetativo activo. En un viñedo en secano la cubierta vegetal tiene más contras que pros porque puede restar vigor a la planta», argumenta.

Como muchos viñedos de la Ribera del Duero y de Castilla y León, Carlos no se libró de la helada de abril. «Aquí cayó de lleno, no se me ha salvado nada», lamenta consciente de que en la zona los daños van del 60 al 80%, según datos de Agroseguro. «Es un ejemplo más del cambio climático; hay un aumento de siniestralidad preocupante. De hecho, el año pasado fueron más de 1.200 millones de indemnizaciones», recuerda convencido de que «menos mal que Agroseguro cuenta con el respaldo del Ministerio porque si no sería muy difícil». «Estamos en años complejos pero la agricultura es así, siempre es un equilibrio inestable».

Su pasión por el campo es heredada. «Mi abuelo ya era viticultor y vendía 2000 cántaras de vino con pellejos en los pueblos de la sierra hacia Madrid. A mí siempre me ha gustado y es la forma de vivir que quiero».

A día de hoy cuenta con 16 hectáreas de viñedo en el páramo de Haza y como cooperativista convencido, vende la uva a La Milagrosa en el término de Milagros (Burgos). «Aquí entregamos uva 100 viticultores de cinco pueblos de la Ribera y es una maravilla lo bien que funciona», presume.

Como experto en variedades y sin dejar de lado el papel importante que juega y debe jugar el Tempranillo «como base del vino de la Ribera del Duero», Carlos defiende la protección de otras variedades, que aunque no están reconocidas por el Consejo Regulador, llevan aquí muchísimos años. «Hace quince días Castilla y León ha aceptado la variedad Bobal, falta ver si lo incluye el Consejo Regulador Ribera del Duero. Está claro que Tempranillo es la base, pero todas esas variedades antiguas que tenemos es un patrimonio que tiene un valor y mucho potencial. Llevan 80-100 años en Ribera y creo que deben tener su hueco».

Carlos Sanz ha sido uno de los ponentes en la jornada que la Asociación Amigos del Alforjillas organizó en Fuentenebro con el apoyo del Ayuntamiento. Bajo el lema ‘Los viñedos en altura de la Ribera del Duero’, el evento analizó temas de interés como el cambio climático, la sostenibilidad y la coexistencia de los viñedos con especies como el corzo. Con este objetivo, se exploraron enfoques innovadores para adaptar la viticultura a los efectos del cambio climático, implementar prácticas sostenibles que preserven el medio ambiente y promover la convivencia con la fauna local minimizando el impacto en los cultivos.