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MUNDO AGRARIO

La baja rentabilidad merma la superficie de cereal

Castilla y León no se acerca al listón de los dos millones de hectáreas pese a crecer un 3,7% respecto a la campaña anterior, según la primera estimación del Mapa

Una espiga de trigo en un campo de cereal. PQS / CCO

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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Los agricultores de Castilla y León han sembrado en esta campaña 1,67 millones de hectáreas de cereal de invierno, muy lejos del listón de los 2 millones que se perdió hace años. Y eso que han incrementado la superficie cultivada un 3,7% más respecto a la pasada campaña, según la primera estimación publicada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa). 

Se trata de una superficie aún lejos de los dos millones de hectáreas que solían sembrarse de forma tradicional en la Comunidad y que la situaban como el ‘granero de España’. Todo ello debido a la falta de rentabilidad del cereal de invierno que apuntan como causa desde las organizaciones profesionales agrarias. En su último balance anual, Asaja apuntaba que la superficie total de cereales de invierno cultivada en la pasada campaña fue de 1.613.738 hectáreas, lo que ya suponía un 11,6% menos que la del año 2022. «Ha habido una reducción generalizada de las superficies, siendo la más acusada la de trigo duro, con una bajada de casi el 36%», apuntó la organización. La producción obtenida, solo alcanzó las 3.370.724 toneladas, lo que representó un descenso del 34,80% respecto a la campaña anterior y un 42,71% inferior a la media de los últimos diez años.

Por otro lado presionó el siempre presente problema de los precios. Su evolución fue similar en los diferentes cereales. Comenzó el año 2023 con precios superiores a los del año anterior, tendencia que se invirtió rápidamente para continuar a la baja durante todo el periodo. Los precios se estabilizaron ligeramente a partir de agosto y fueron yendo a la baja ligeramente hasta las últimas semanas del año. 

«La subida de precios de los insumos ha superado todas las previsiones, un encarecimiento que afecta a todos los costes de producción: abonos, gasóleo, electricidad, fitosanitarios, repuestos, etcétera. que se ha juntado con la meteorología adversa, ausencia de lluvias, altas temperaturas, heladas y tormentas de granizo, que han producido el asurado del grano y una cosecha inferior a la media de los últimos años», explicó la Opa en su balance. Sin embargo, pese a estas dificultades, Castilla y León aportó en la última campaña el 38,75% de la producción nacional, situándose como la comunidad autónoma con mayor producción de cereales de invierno y también la primera en superficie, con el 31,66% nacional. 

Según señaló el presidente de Asaja Castilla y León, Donaciano Dujo, en recientes declaraciones a Ical, la superficie sigue estando «muy por debajo» de la dedicada antes de la pandemia al secano en Castilla y León porque «las cuentas no salen». «El precio de venta sigue estando bajo, pero los costes que asumimos siguen altos, cada vez más», apuntó, por lo que los agricultores están tendiendo a cultivar «oleaginosas y forrajes» o a dejar la superficie en barbecho porque «sembrar a los precios a los que está el cereal, obliga a que venga muy bueno el año de cosecha para que esto sea rentable».

De hecho, Dujo se muestra sorprendido por el crecimiento apuntado por el Ministerio en su avance de superficie y producción del cereal de invierno, y recordó que «está por ver» que se alcancen esos 1,67 millones de hectáreas porque «la superficie real no se puede saber hasta que se acabe el plazo de presentación de la PAC», en mayo.

En todo caso, el presidente autonómico de Asaja señaló que el crecimiento se produce porque «la rotación de cultivos para que las tierras sean productivas obliga a sembrar 1,6 millones de hectáreas sí o sí», que fue el dato de la pasada campaña. «Menos es casi imposible», defendió Dujo, porque «agronómicamente, no queda otro remedio», así que consideró el dato del crecimiento como «malo» por ser demasiado exiguo. «Si esto fuese rentable, sembraríamos dos millones de hectáreas», concluyó.

Decrecimiento

En la misma línea se manifestó el secretario general de Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) en Castilla y León, Aurelio González, sorprendido porque crezcan las siembras en secano cuando la perspectiva desde su organización profesional agraria es que «van a decrecer necesariamente» por lo que cuesta, actualmente, «sacar adelante una hectárea para lo que se percibe por lo que produces en ella».

Esas cuentas indican, según González, que en explotaciones de Soria, Zamora o Ávila «los costes medios son de 810 euros fijos por hectárea» mientras que el cereal se está pagando a «200 euros la tonelada». «A un rendimiento medio de tres toneladas por hectárea, sigues perdiendo 200 euros», aseveró, para concluir que «no salen las cuentas» y que mientras las lonjas y los operadores de mercado «no dejen de especular y hacerse ricos a costa de los agricultores, esto se va a acabar y se va a dejar de sembrar en secano».

La primera estimación del Mapa sobre la siembra de cereal en todo el país, consultada por Ical, apunta pese a todo un ligero crecimiento, del 3,7%, en Castilla y León. Destaca, en términos totales, la subida de la cebada, con casi 25.000 hectáreas sembradas más que el pasado año. La Comunidad pasa así de las 704.883 hectáreas sembradas de cebada a las 729.556, un crecimiento del 3,5% que no hace, sin embargo, que este cultivo pueda arrebatar la primera posición al trigo, que sigue liderando el total de hectáreas sembradas en Castilla y León con 771.761 hectáreas, más de 18.000 por encima de las 753.695 que se cultivaron en la pasada campaña, un 2,4% más.

En términos porcentuales, los mayores crecimientos en Castilla y León se producen en avena, cuya superficie cultivada se incrementa un 13,2% hasta las 75.880 hectáreas; y en centeno, cuya subida del 10,5% hace que este cultivo pueble un total de 63.444 hectáreas de terreno sembrado en la Comunidad frente a las 57.420 de la campaña anterior. Por último, el triticale también crece, un 5,6%, hasta las 32.416 hectáreas.

El comportamiento es, sin embargo, desigual en las provincias, según esta primera estimación de superficie cultivada de cereal de invierno en Castilla y León. La que más crece, en términos totales, es Burgos, con 27.088 hectáreas más hasta alcanzar las 371.135. Esto supone una subida del 7,9%, por encima del 5,7% que representan las 14.456 hectáreas de crecimiento en Palencia, hasta llegar a las 269.986 totales.

En términos porcentuales, sin embargo, son otros dos los territorios que encabezan los crecimientos. En Salamanca se sembraron 8.900 hectáreas más de cereal de invierno hasta alcanzar las 114.040 hectáreas, lo que representa un 8,5% más que en la campaña anterior, y en Segovia la subida es aún mayor, del 8,6%, con 12.037 hectáreas más hasta llegar a un total de 152.250.

El crecimiento en Ávila y Zamora se muestra como casi testimonial, con 384 y 27 hectáreas más en cada provincia hasta llegar a las 86.965 y las 125.291, respectivamente, mientras que las caídas en Valladolid (72 hectáreas) y León (701 hectáreas) tampoco parecen especialmente significativas. Sí destaca, en ese sentido, la pérdida de 2.800 hectáreas de terreno sembrado en Soria, que con 183.610 hectáreas, baja un 1,5% su superficie de cultivo de cereal de invierno, según el primer avance elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Amenzas

La Alianza UPA-Coag ha sido especialmente crítica en los últimos días con las amenazas que empujan hacia abajo el precio del cereal y merman, así, su rentabilidad. El pasado miércoles la Opa reclamó «actuaciones urgentes» por parte de las administraciones españolas «para que todo cereal que esté llegando a nuestros puertos cumpla con la normativa nacional, y en este caso no se salte las directrices de aplicación en España». 

La organización ha denunciado un «incumplimiento flagrante» de la Ley de la Cadena Alimentaria en el sector cerealista, con costes de producción de 270 euros por tonelada para el agricultor y precio de venta a unos 190 a 195 euros opor tonelada actualmente de la cebada. Un inclumplimiento que «debe ser motivo suficiente para que se actúe urgentemente desde las autoridades competentes», demandó la organización agraria en un comunicado. La Alianza UPA-Coag aportó datos esclarecedores después de un informe de su departamento técnico: el 75% del trigo y el 33% del maíz que exporta Ucrania «viene directamente a los puertos españoles a unos precios sensiblemente inferiores al precio del grano de nuestro país, y además en algunos casos en malas condiciones». 

Por ello, la Alianza UPA-Coag ve «con buenos ojos» que se apoye políticamente desde toda Europa y a todos los niveles a un país «que está inmerso en una terrible e injusta guerra desde hace tiempo». En este sentido, «también consideramos que no solo los agricultores pueden asumir los costes de esta guerra y el apoyo a la economía de un país entero como Ucrania, sino que debe ser el conjunto de la sociedad europea». Por ello, la Alianza reclama que ese grano ucraniano y de otros terceros países que entra  masivamente a nuestro país cumpla con las normas nacionales. Por lo tanto, «que en el momento de su entrada se le ponga una tasa o arancel que como marca la propia normativa con la que nos hemos dotado en España ese grano, no entre nunca por debajo del coste que ha tenido que asumir el productor nacional». 

Y es que, apunta la Opa, «no se puede tolerar que los cerealistas de Castilla y León se estén arruinando con la entrada masiva de grano foráneo sin que se valore, por parte de quienes lo permiten, la situación extremadamente delicada de los productores de nuestra región que llevan varias campañas produciendo bajo pérdidas sin que se adopten medidas contundentes que recoge la propia Ley y que ampara el derecho de los afectados».

Con el objetivo de facilitar la producción y mejorar la rentabilidad e las explotaciones de agricultores y ganaderos, las Opas de Castilla y León, junto a la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, acordaron el pasado viernes, en el Consejo Regional Agrario, acordaron una serie de peticiones para que se modifiquen las restrictivas normas de la Política Agraria Común (PAC). 

Consejo

El Consejo también debatió la propuesta que ha enviado el Mapa a las comunidades autónomas para avanzar en posibles respuestas que den solución a las problemáticas del sector, una propuestas que llega tras las movilizaciones de agricultores y ganaderos en toda España.

Pero hay nuevas peticiones a elevar al Ministerio. Entre ellas, la de eximir del barbecho obligatorio las zonas productivas, especialmente, las zonas de regadío. «Además, siguen faltando, en el documento facilitado por el Ministerio compromisos de los ministerios de Transición Ecológica, Trabajo, Consumo, y otros», apuntó la Consejería.

Así, salieron a la palestra los problemas «con las importaciones de naranjas de terceros países, o de la fresa de Marruecos con unos contenidos importantes en toxicidad, y esa es una parte importante que hay que seguir negociando para que de verdad sea un acuerdo de país», añadió la misma fuente. 

La Consejería, como también ha hecho UCCL en un reciente comunicado, también critica políticas europeas como la recientemente aprobada Ley de Restauración de la Naturaleza, «que sigue un camino medioambiental sin apoyar al sector productor». 

Por su parte, Asaja Castilla y León valoró como «un primer paso» el documento recibido del Mapa para introducir cambios «significativos» en las normas que regulan la PAC hasta 2027. «Estos cambios no se habrían admitido sin la presión ejercida desde la movilización del sector español y europeo y desde la unidad de acción de las organizaciones profesionales agrarias», remarcó la Opa.  Eso sí, Asaja Castilla y León considera que las propuestas del Ministerio «están muy lejos de dar satisfacción a las principales reivindicaciones del sector». 

Los principales cambios propuestos por el Ministerio en la Pepac 23-27 son que el cuaderno digital pasa a ser voluntario; que el inicio de la rotación de cultivos obligatoria al cuarto año pasa a ser 2023 como primer año, en lugar de 2021 y que en los cultivos herbáceos de invierno, se permitirán labores verticales sobre rastrojos tras la cosecha y abonado en verde. Además, se podrán aplicar sobre barbecho enmiendas orgánicas y purines, que actualmente estaban prohibidos entre abril y junio.

Respecto a los ecorregímenes, en el acogido a la práctica de rotación con especies mejorantes, se elimina el límite máximo de barbecho del 20% general y el 40% en zonas áridas, y en el acogido a la práctica de siembra directa, en terreno de fácil compactación, se permitirá una labor vertical.