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El oídio empaña el brillo del ‘oro verde’ de León

Los productores de lúpulo prevén una merma de hasta un 20% de la cosecha por el ataque del hongo, mientras demandan al Ministerio soluciones ante la falta de fitosanitarios

Agricultores de Carrizo de la Ribera (León) se disponen a recoger la cosecha al atardecer. Peio García / ICAL

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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La Comunidad Autónoma acapara el 95% del cultivo del lúpulo en España, con 541 hectáreas, todas ellas en la provincia de León. Más concretamente, en las riberas de los ríos Tuerto y Órbigo. Allí, como la aldea gala de Astérix con los romanos, un pequeño grupo de agricultores defiende sus cultivos minifundistas de los embates del mercado y de la tempestad de los tiempos. Y en el caso de esta campaña, también los defiende de oídio, un hongo que está amenazando con mermar la producción hasta en un 20%.

Un cultivo que nació, curiosidades de la historia, en los tiempos de la dictadura, consecuencia de uno de los experimentos de autarquía del Franquismo ante la falta de proveedores en el exterior por el bloqueo internacional al dictador. La solución encontrada para el autoabastecimiento arrancó con la creación, en 1945, de la Sociedad de Fomento del Lúpulo. Se dice que las primeras plantas para iniciar el cultivo entraron en España escondidas en los asientos traseros de un tren desde Suiza, custodiadas por un funcionario agrario y un cervecero.

El ensayo para producir lúpulo español llegó a varios rincones de la geografía nacional, pero arraigó sobre todo en León. Sin embargo, lo costoso de los trabajos para llevar adelante el cultivo, la necesidad de preparar una infraestructura adecuada para que las plantas puedan trepar, así como la exigencia de mucha mano de obra, ha estancado la superficie cultivada. Hace muchos años que prácticamente no se mueve a un lado o a otro del umbral de las 500 hectáreas. Y eso que, según un reciente estudio del sector, en Castilla y León existen unas 5.000 aptas para el cultivo.

A grandes rasgos, en León se cultiva el ya mencionado 95% del total nacional de lúpulo, en 541 hectáreas de un total nacional de 570. La producción anual oscila entre las 900 y las 1.000 toneladas al año –aunque en esta campaña no se espera que alcance ni las 800 por el ataque del oídio –, y la producción ronda entre las 1.700 y los 2.100 kilos de flor seca por hectárea. Uno de los grandes problemas de los productores es que la práctica totalidad de la cosecha tiene un solo comprador, la empresa Hopsteiner España, que tiene contratada prácticamente toda la producción con un contrato de 2017 –con precios ya obsoletos–, con vigencia hasta 2025. 

Según las previsiones de Cerveceros de España –la entidad que agrupa a los principales productores de cerveza–, la superficie cultivada en toda España en 2023 es de cinco hectáreas más, hasta las 575: 495 corresponden a la variedad Nugget, 68 a Eureka! y Apollo, y 10 hectáreas al resto de variedades. En el ámbito internacional, según los últimos datos disponibles correspondientes a 2021, España es el sexto productor de lúpulo de Europa (quinto de la UE, excluyendo a Reino Unido), donde el mayor productor es Alemania, con 20.000 hectáreas. 

Para hacerse una idea del peso del sector, según el mismo informe elaborado por Cerveceros de España, el cultivo del lúpulo creció un 0,8% en 2022 respecto al año anterior y un 30 % más que desde el año 2012.    En 2022 la cosecha mundial fue algo de alrededor de 106.500 toneladas de lúpulo en flor, un 18% más baja que la del año 2021.

España es el quinto productor de lúpulo de la Unión Europa y noveno del mundo. La superficie de cultivo en 2022 en España se situó en 579 hectáreas. Obtuvo una producción de 1.000 toneladas, y un rendimiento medio de 1,8 toneladas por hectárea, que suponen, respecto a 2021, un ligero incremento de la superficie en un 1,9%, en la producción en un 4,0% y el mantenimiento del rendimiento. Aparte de León, que acapara ese 95%, las zonas en las que se concentra el cultivo del lúpulo son La Rioja, Navarra, Galicia y Cataluña.

Pero esta campaña está amenazada por el ataque del oidio, agravado por la ausencia de productos fitosanitarios para combatirlo. Tal es el problema que la pasada semana las cuatro principales Organizaciones Profesionales Agrarias (Opas) de Castilla y León (Asaja, la Alianza UGAL-UPA y Ucale-Coag y UCCL) firmaron en León una declaración conjunta en defensa del cultivo del lúpulo con una petición principal: que las administraciones implicadas autoricen productos fitosanitarios para tratar de forma rentable y eficiente las plagas y enfermedades más comunes.

Así lo relata el secretario general de Asaja Castilla y León y de Asaja León, José Antonio Turrado: "En el documento hacemos hincapié en la problemática más importante, de carácter agronómico, y es que no hay productos fitosanitarios autorizados para combatir estas plagas como es la del oídio. Hay asuntos que en principio pasan más desapercibidos pero que son los que realmente provocan que el cultivo no despegue", explica.

Calcula Turrado que hay una reducción de cosecha "que ya veremos si es del 15% o del 20%, cuando den los datos de la empresa compradora lo sabremos, pero en todo caso la la cosecha se ha complicado por problemas fitosanitarios que son sobradamente conocidos, y que se podría haberse controlado con un tratamiento como ocurre con otras producciones", añade

No hay productos fitosanitarios suficientes que sean eficaces porque este es un cultivo menor y a las empresas que se dedican a los fitosanitarios no les interesa asumir todo el proceso de investigación y el gasto que tienen para poner un producto en el mercado". 

"A este problema se une que no hay muchos compradores de lúpulo en España, y el precio del producto está muy ajustado. Por otra parte, las apuestas del lúpulo son apuestas a futuro", subraya. "Es como plantar una viña, una planta que tarda dos o tres años en dar producción, lleva unas instalaciones que son costosísimas y el agricultor no se quiere comprometer hacer unas inversiones tan fuertes si no tiene unas garantías a medio plazo de que le van a comprar el lúpulo a unos precios razonables". Otro de los grandes problemas del cultivo es el de las variedades. "La industria cervecera viene y te aconseja, o más bien te impone unas variedades y a los dos o tres años, a lo mejor esa variedad agronómicamente no va bien, o a ellos les deja de interesar y tienes que volver a cambiar a otra y por lo tanto otros dos o tres años hasta que eso se pone en producción con con los costes que eso conlleva", añade.

Los agricultores de lúpulo demandan, así una política "clara y coherente por parte de la industria compradora" , que "solo es una", la mencionada Hopsteiner España. "Es una multinacional, aunque ahora ya hay agricultores grandes que están vendiendo algo por su cuenta, buscándose un poco la vida, el monopolio que había antes ya no es el mismo», remarca Turrado. Eso sí, lamenta que para el mercado internacional los cultivadores de lúpulo aún no tienen capacidad. "Hay cervecerías artesanales, muchas, con las que te puedes entender directamente, aunque el consumo de esas cervecerías es mínimo. A un agricultor que tenga 8, 10 o 15 hectáreas de lúpulo, no le interesa».

En cuanto al precio de mercado, una buena producción serían unos 2.000 kilos de lúpulo por hectárea, que podrían alcanzar, según las variedades, los 6 euros el kilo en las más apreciadas. "Saldría a 12.000 euros por hectárea, sería un buen resultado, pero hay que tener en cuenta que es un precio muy ajustado, porque tiene muchos costes, se necesita mucha mano de obra", explica el director general de Asaja. "Quizá por eso el lúpulo está en una zona de minifundismo y no ha sido atractivo para fincas grandes, a nadie se le ha ocurrido ponerlo en una finca de 50 hectáreas, por algo será", señala. Y es que, "a ojo", cada hectárea necesita de una inversión de unos "15 o 20.000 euros" para arrancar con el lúpulo . Es uno de los motivos de que la producción de esta flor no salga de ahí". 

Sin embargo, "hay que decir que en este momento podría haber muchas zonas en España y en Castilla y León, donde se podría cultivar lúpulo", asegura Turrado. "Pero la gente no se pega por un cultivo en el que hay que contratar tanta mano de obra, la gente apuesta por un cultivo que se hace con un tractor de 200 caballos y no por un cultivo, que hay que tener 10 o 15 empleados allí". Aunque la flor no se cosecha a mano, «hay que prepararlo a mano. Es una planta trepadora y para iniciar el trepado hay que prepararlo a mano, a través de unos hilos que cuelgan desde arriba, y que también hay que poner a mano porque se destruyen todos los años". 

En cuanto a las autorizaciones de los fitosanitarios, "dependen del Ministerio, por lo tanto, entendemos que en este momento la principal responsabilidad es del Ministerio", asegura, en referencia al de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa). Por ello, es a ese departamento del Gobierno central a quien dirigen sus demandas la Opas.

En cuanto a las ayudas a los agricultores, "existe una ayuda específica, que convocó en su día el Ministerio y que la gestiona la Junta de Castilla y León" , detalla el secretario general autonómico de Asaja. «Funciona relativamente bien, yo creo que el problema del cultivo no está en la falta de ayudas. La PAC no trata bien al cultivo, pero lo trate como lo trate tampoco es una solución, porque son pocas hectáreas, y poca ayuda van a recibir. 

Es un tema, desde el punto de vista de Asaja, de que tiene que haber unos precios que compensen las peculiaridades que tiene este sector y tiene que haber unos compromisos a medio y largo plazo por parte de la industria, porque las instalaciones no se ponen y se quitan de un día para otro». 

De parecida opinión se muestra el presidente de Ucale-Coag, Apolinar Castellanos. «Las previsiones de cosechada este año, debido al problema del oídio, se verá reducida en un 35 o un 40%, y no sabemos todavía si esa producción que va a resultar, sí va a tener una calidad aceptable por la industria», lamenta. "Una cosecha normal viene rondando entre los 2.000 y 2.400 kilos por hectárea, pero ahora estamos hablando de unos 1.500 o 1.600 kilos por hectárea".

El precio es también otro problema, según Castellanos. "Tal como están los costes de producción, los precio que se paga al productor son bajos. Los contratos se establecieron hace años y ahora no se han revalorizado, y los inputs han subido. Está costando llegar a compensar los costes de producción".

Al problema de los costes se une el de la falta de fitosanitarios para el lúpulo. «Aquí faltan y, sin embargo, Alemania tiene esos productos, funcionan y allí lo pueden aplicar, sin embargo aquí no se pueden utilizar. Reivindicamos que, si estamos en Europa, que se autorice en España lo mismo que se autoriza en Alemania», concluye el presidente de Ucale-Coag. En este contexto las cuatro Opas firmaron el pasado miércoles el documento en defensa del lúpulo, reunidas en la Cámara Agraria Provincial. 

El  objetivo es que las administraciones "autoricen productos fitosanitarios para tratar de forma rentable y eficiente las plagas y enfermedades más comunes, evitando cuantiosas pérdidas de cosecha en cantidad y calidad, como ha ocurrido este año por los ataques de oídio a la planta", explicaron en un comunicado.

"Los lupuleros se enfrentan a este problema por tratarse de un cultivo de los denominados ‘menores’", señalan, «"ara los que no hay respuestas rápidas por parte de las multinacionales de los agroquímicos, al no ser tan rentable la puesta en el mercado de productos nuevos que sustituyan a los que se  retiran por ser potencialmente más peligrosos". Por otra parte, los representantes de los agricultores hicieron un llamamiento a las empresas que comercializan el lúpulo para que "revisen al alza los precios de los contratos, compensando los mayores costes, y que se comprometan en su política comercial a medio y largo plazo para dar certidumbre al sector".

Las organizaciones agrarias se pusieron "a disposición del Ministerio de Agricultura y de la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León " para abordar la cuestión, y solicitaron la creación de "un grupo de trabajo técnico que presida el Ministerio por ser en el que recaen las mayores competencias en esta materia".

Los productores recuerdan en su declaración que el cultivo del lúpulo "es de especial relevancia para el campo de la provincia de León", y que desde mediados del siglo pasado, "ha permitido atender en gran medida las necesidades de las empresas cerveceras Españolas ofreciendo un producto de calidad, a precios asequibles, y cultivado con las más exigentes normas de salud pública y respeto medioambiental implantadas por la Unión Europea". 

Sin embargo, alerta de que "el relevo generacional no está garantizado en este subsector de la producción agraria, y a pesar de que en los últimos años ha habido conatos de implantación del cultivo en otras comunidades autónomas, por ahora ha sido con poco éxito y apenas son capaces de abastecer a algunas pequeñas cerveceras artesanales". 

Esta falta de vocaciones en el sector "se debe a que hay que hacer fuertes inversiones en las instalaciones y en la implantación del cultivo, en maquinaria, y en sistemas de secado y acondicionado para la venta". Por otra parte, se trata de un cultivo que «requiere labores no mecanizadas». Por ello, remarcan, "es importante, para garantizar la continuidad del cultivo y para que haya un mínimo de relevo generacional, que los productores obtengan rentabilidades razonables acordes al trabajo y la inversión que realizan".