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«Con el calor no solo se agrava la sequía, tenemos más riesgo de daños si llegan heladas»

En pleno corazón de Ribera del Duero, Juan Lázaro explica cómo afecta al viñedo la alternancia de las temperaturas

Juan Lázaro explica desde su viñedo que el calor ha hecho que haya más plantas con yemas abiertas, lo que las deja desprotegidas en caso de heladas, y que la falta de agua no es clave en este momento del año. / ECB

Publicado por
Loreto Velázquez
Valladolid

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El lloro que indica el inicio del ciclo vegetativo prácticamente ha terminado y algunas cepas ya tienen hojas. Es el resultado del calor excesivo que ha hecho en las últimas semanas en la Ribera del Duero y que va a volver a notarse. « El ciclo va algo adelantado y eso no es bueno porque implica un mayor riesgo de daños si se producen heladas», advierte Juan Lázaro Lázaro , un viticultor de la Denominación de Origen que tiene dos hectáreas repartidas entre Fuentemolinos y Fuentecén, donde se encuentra la cooperativa, Doble R , que ha gestionado como gerente durante 15 años. «Ahora ya estoy jubilado pero sigo con mis viñas».

Él plantó en el año 2000. Los inicios no fueron fáciles. «En la parcela de Fuentecén hay más riesgo de heladas . Sufrí varias en otoño, que es cuando más daño hacen las bajas temperaturas, y tuve que replantar en dos ocasiones porque se helaron enteras. Luego tuve dos: en 2007 cuando se helaron las puntas con la helada del 27 de mayo , y la de 2017. Crucemos los dedos».

El momento actual es complicado.  « Como ha hecho mucho calor, hay más plantas con yemas abiertas . A diferencia del invierno, cuando la yema está cubierta con una cápsula que la protege, ahora puede entrar el frío», insiste consciente de que una vez comienza el ciclo vegetativo, los meses de mayor riesgo son históricamente abril y mayo. Así ocurrió en 2017 cuando un histórico desplome de temperaturas arrasó con la mitad de la cosecha de vino en Ribera del Duero . «Luego hay parcelas más propensas en función de la altura, la edad de la plantación y la ubicación, porque en cada pueblo hay zonas más peligrosas que otras», puntualiza.

Aunque lo lógico es pensar que en las zonas altas de montaña siempre hace más frío, en Ribera al estar a 800- 1000 metros, la altura favorece porque la viña «tiene más aireación y se hiela menos ». «Lo peligroso es cuando el aire se para, el caliente sube y el frío desciende afectando a las zonas bajas», señala. Junto al calor preocupa el agua. «La sequía es un problema que está yendo a más. Según los datos de la estación meteorológica de Fresnillo, en el primer trimestre del año ha llovido un 50% menos que el año pasado; también hay menos agua embalsada y las fuentes no han recuperado el brío porque salvo la pequeña nevada del 23 de febrero, no ha habido ninguna nevada importante». Las lluvias de la semana pasada son anécdóticas para lo que tendría que ser normal en abril.

El riego se está convirtiendo en una herramienta muy a tener en cuenta. « Ahora realmente en la viña no hace falta, porque lo que interesa es retrasar al máximo el desarrollo para reducir el riesgo de heladas, pero si no llueve, puede ser muy útil de cara al verano », subraya con la mirada puesta en la última cosecha, cuando las parcelas que contaron con el agua extra del riego, dieron producciones aceptables. «Donde no se regó, los racimos perdieron peso».

A la hora de pedir, lo ideal es que llueva en invierno, cuando el agua de verdad incide de forma directa en una mejora de la reserva hídrica. «Está claro que tiene que llover, pero ahora ya tiene menos calado porque el agua se evapora antes, por las horas de luz, el sol y el aire ».

Falta de mano de obra

Como gerente de Bodegas San Mamés, ahora Bodega Doble R , Juan ha visto la evolución de una Denominación de Origen que se está adaptando a las necesidades del campo, pero también a los retos de un sector que sufre un serio problema de falta de mano de obra. « Es un problema grandísimo », asegura preocupado porque aunque en la poda en seco, es más fácil, todo se complica en la poda en verde y en la vendimia. «Muchos están transformando las viñas de vaso a espaldera para poder mecanizar estos trabajos y no depender tanto de la mano de obra».

Y es que, a diferencia de hace 15 años, ahora hay más viñedo pero no ha crecido el número de « personas especializadas en estas labores ». «Lo que más puede estresar a un viticultor es que llegue la vendimia y no tener cuadrilla, porque la uva es un producto perecedero y si llegan las lluvias es un desastre», termina.