Agoniza una campaña catastrófica que ‘levanta’ con el interés de los hosteleros
BALANCE DE TEMPORADA: Los truficultores reconocen que ha sido el peor año por la falta de de demanda de una restauración limitada, pese a una producción similar a las de otras cosechas
Termina una campaña trufera «catastrófica» por el cierre y las limitaciones de la hostelería, pero con una luz al final del túnel, dado que desde que se ha vuelto a reactivar el canal horeca (hostelería, restauración y catering) se ha despertado la demanda de la trufa en un momento de escasa producción, lo que ha contribuido a elevar su precio.
El portavoz de la Asociación Provincial de Truficultores y Recolectores de Soria, José Manuel Pérez, habla de una cosecha «muy problemática por la pandemia», con precios más bajos generalizados que años anteriores y muy bajos en ciertos momentos. «En plantación la producción ha sido la de un año medio, pero el campo ha registrado zonas malas por falta de lluvias en general y siguiendo el declive». Aún así, asegura que los truficultores han obtenido unos resultados de «muy buena calidad», pero con la restauración y la hostelería paralizadas o limitadas en los mejores casos se ha dado muy mal la salida a la trufa y tampoco la exportación ha sido una tabla de salvación, puesto que los países interesados otras temporadas en la trufa soriana se han centrado en su producto nacional.
Así, los precios de la trufa de calidad se han visto mermados «a la mitad y hasta a un tercio con respecto las cifras de otros años», de modo que muchos truficultores han optado por reutilizar el producto en sus propias plantaciones como potenciador.
No obstante, pese al año catastrófico, la campaña en su recta final ha experimentado un ligero repunte en las ventas del producto en fresco, provocado por el aumento de la demanda entre el sector hostelero, de modo que a estas alturas y a falta de producto los precios se han elevado.
Desde el punto de vista científico, está por ver la valoración de la campaña que hace el Grupo Europeo Trufa y Truficultura. «La impresión es que la producción y calidad en general ha sido buena, salvo algunos daños causados por las fuertes heladas», explica Fernando Martínez Peña, director del Instituto Micológico Europeo (EMI en sus siglas en inglés). «La temporada se adelantó respecto a un año normal y los precios se han visto afectados por la caída de la hostelería, si bien, también los productores se están adaptando a las posibilidades que ofrece el comercio ‘online’ y la venta directa al consumidor. Debido a la situación creada por la pandemia, ha aumentado el consumo directo en casa y en el exterior se han abierto nuevos mercados», añade Martínez Peña.
Por la dilatada experiencia de Feli Sánchez-Espuelas y Javier López, que llevan décadas dedicándose al cultivo de la trufa y además han diversificado con su vivero de encina micorrizada y el trufiturismo, ofreciendo al recolector experiencias personalizadas en su finca, reconocen que ha sido «la peor campaña de toda su trayectoria», totalmente vinculada a la pandemia.
Pero por las ventas, no por la producción, que ha sido similar a la de otros años y de una calidad excelente, salvo por las heladas del mes de enero. «Comenzamos enfrentándonos a la temporada más incierta que habíamos vivido nunca, porque, aunque todas son impredecibles en cuanto a cantidad, calidad y meteorología, en esta ocasión se sumaba el coronavirus y toda la situación que ha conllevado, con medidas de prevención sanitaria que han derivado en la limitación de la hostelería y la restauración e incluso en su cierre, lo que ha perjudicado directamente a todo el sector agroalimentario entre los que nos incluimos los truficultores».
Sí salvaron las Navidades, porque repuntó el mercado, pero enero fue criminal. «El temporal Filomena dejó a su paso unas heladas que afectaron en parte a algunas trufas y a otras incluso en su totalidad. Enero nos paralizó completamente nuestro trabajo, porque no pudimos entrar en las plantaciones a recoger la trufa», recuerda Feli, una situación que «no nos había pasado nunca en la vida porque después del hielo llegaron las lluvias», asegura.
Tampoco han podido ofrecer sus visitas guiadas para recolectar trufa, por las limitaciones de grupos y por las restricciones de movilidad entre comunidades. «Al principio de temporada teníamos varios fines de semana cubiertos, que se fueron anulando por la evolución de los datos del coronavirus y por el cierre de Castilla y León». Así, confiesa, sólo han realizado una experiencia en el campo y en los inicios de la campaña. «En estos meses otros años hemos tenido todos los fines de semana completos y esta temporada nada. Teníamos la esperanza de que en marzo se animara la cosa, porque es cuando más gente suele venir, pero finalmente ha sido un producto imposible de desarrollar porque se sigue limitando el número de personas en los grupos».
Reconoce unos precios inferiores de venta al por mayor que otras campañas por la escasa salida del producto, con un descenso de entre el 50 y el 60% con respecto a una temporada media, si bien la venta al detalle ha sido aceptable, aunque también se han reducido algo, pero nada escandaloso. «Era doloroso recoger la trufa y no poderla vender». No obstante, a estas alturas de la temporada y con poca producción ya en las fincas ha constatado un aumento de la demanda, que se ha traducido en un repunte de los precios. Sobre todo, su trufa se ha ido a Francia, Suiza y algo a otros países de Europa, de modo que la exportación ha centrado su trabajo, junto con su vivero de encina micorrizada, cuyos pedidos «de momento» no se han visto afectados por el coronavirus.
Con la mayor parte de las ferias del sector canceladas, con la de Abejar entre otras como principales escaparates para su producto, sí ve en positivo el mantenimiento de Trufforum aunque virtual, porque sí ha contribuido a dar presencia a los productores, de modo que deja buen sabor de boca, dado que han podido mantener el contacto entre los truficultores.