Biocombustible para los vehículos a partir de purines de cerdos
COPISO realiza un proyecto de investigación liderado por la Universidad Politécnica de Madrid
La cooperativa agroganadera Copiso participa en un proyecto de investigación liderado por la Universidad Politécnica de Madrid y que cuenta con la participación de la Universidad de Valladolid para demostrar que los purines pueden utilizarse como materia prima para la generación de biocombustibles .
Copiso tendrá en tres años dos vehículos de biometano, producido a partir de los purines de los cerdos de una de sus granjas, ubicada en Sauquillo de Boñices. La cooperativa agroganadera participa en un proyecto de investigación liderado por la Universidad la Politécnica de Madrid y que cuenta con la participación de la Universidad de Valladolid que una vez concluido demostrará que se pueden utilizar los purines como materia prima para la generación de biocombustibles de carácter renovable en los vehículos, de tal forma que no sólo se ahorra en combustibles fósiles, sino que se consigue evitar la emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera . Este proyecto LIFE Smart Agromobility generará también fertilizantes a partir de microalgas que sustituirán a los sintéticos, éstos últimos con una huella importante de carbono.
El LIFE Smart Agromobility, que acaba de empezar, cuenta con una subvención europea, aprobada el año pasado y para ejecutar hasta 2023, de 2,3 millones de euros que deben ir destinados a acciones para la mitigación del cambio climático o mejoras ambientales. «Se trata de conseguir una reducción de emisiones mediante una gestión avanzada de los residuos generados en la cría de ganado porcino», explica el profesor de departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la Escuela de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía del Campus Duques de Soria, Ignacio de Godos Crespo. El proyecto está coordinado por la Universidad Politécnica de Madrid, con el apoyo de la Universidad de Valladolid a través del Campus de Soria, pero también participan otros socios como Copiso, Everis, el Ente Regional de la Energía (EREN) la Asociación Gasnam y NGVA Europe. El proyecto supondrá un ahorro de 730 toneladas de CO2 al año. De estas, 617 toneladas CO2 corresponden a las emisiones que se ahorran por una mejor gestión de los residuos y otras 83 toneladas de CO2 se ahorran por la sustitución de combustible fósil . Además, calculan que unas 30 toneladas de CO2 al año se ahorran por la generación de biofertilizantes.
Consiste en hacer una gestión de purines del cerdo, de tal forma que se consiga utilizar el gas metano como combustible y al mismo tiempo se reduce la emisión del CO2 a la atmósfera en un 50% en el proceso de producción ganadera. «Vamos a hacer un prototipo para la producción de biogás en una granja de 3.500 cerdos de cebo, esta forma de gestión del residuos evita en gran medida la emisión de gases de efecto invernadero desde las balsas. El producto resultante, el biogás, es una mezcla de metano y CO2 que una vez purificado mediante la captación del CO2 en cultivos de microalgas puede ser usado como combustible en vehículos . En el Departamento contamos con una patente de microalgas desde hace diez años que sirve para eliminar el CO2 del biogás y dejar el metano, denominado biometano».
El prototipo construirá un digestor del que saldrá por un lado el biogás y por otro el digestato que irá a una laguna de microalgas que consumirán el CO2, de tal modo que se obtendrá un gas que contiene más de un 90% de metano para utilizarlo como biocombustible. No obstante, antes hay que comprimirlo para que se pueda usar como combustible en vehículos CNG, que ya son bastante habituales, sobre todo para los transportes públicos, taxis o para los servicios de basuras. Para ello, se plantea junto a la granja una gasinera, estación de gas natural de repostaje de los vehículos.
«El biometano para uso en vehículos reduce el gasto de combustible fósil y consigue un ahorro de emisiones por combustibles. Y por otra parte, las microalgas pueden utilizarse como fertilizantes, para sustituir los sintéticos, que también tienen huella de carbono asociada al proceso de emisión», añade de Godos.
El proyecto supondrá un importante revulsivo para el sector porcino, dado que en la granja en la que se va a implementar el proceso se va a conseguir un ahorro de la mitad de las emisiones . Y es que una granja de cebo tipo de unas 3.000 cabezas de ganado emite unas 1.200 toneladas equivalentes de dióxido de carbono al año. De esta forma, se reduce a 600 toneladas por año. «El prototipo incluye el digestor anaerobio, la laguna de algas, la gasinera y dos vehículos. Pero está calculado que puede producir combustible hasta para 20 e incluso 25 vehículos, considerando un promedio de 20.000 kilómetros al año», asegura.
Un estudiante de la Escuela de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía tendrá desde la semana que viene dedicación completa para realizar su tesis doctoral con los resultados y Copiso se beneficiará porque a futuro podrá implementar el prototipo en otras granjas. «Es un proyecto muy interesante de la Universidad de Valladolid, que además lo está desarrollando el Campus de Soria, con el que Copiso colabora encantado, siguiendo así con la apuesta por el desarrollo y la innovación que hace la cooperativa, que está comprometida y volcada en la sostenbilidad y con el medio ambiente», señala el responsable de Servicios y Suministros Agrarios, José Antonio Gonzalo. Asegura que la búsqueda de usos alternativos del purín del porcino es un objetivo de especial interés para Copiso, motivo por el que también ha desarrollado el proyecto LIFE Smart Fertirrigation, con el que se ha demostrado que el purín del porcino puede transformarse en un fertilizante líquido de gran calidad.
Además, el proyecto podría crecer no sólo por toda la provincia, sino a zonas contiguas de Segovia y Burgos. «Estamos realizando un estudio de las granjas de porcino en la provincia y alrededores para valorar cuál sería el modelo de negocio más eficiente de uso de gasineras» . Para ello están diseñando unos gaseoductos virtuales con distintas estaciones en las que un camión recogería el gas comprimido y lo iría recogiendo en las distintas granjas para conseguir la mejor forma de explotarlo porque en principio plantear una gasinera por granja tampoco tiene mucho sentido. Ni tampoco construir gaseoductos entre instalaciones porcinas porque también sería muy costoso. Hay que analizar cuánto se gastaría en el transporte y cómo se haría para transportarlo a través de gasineras centralizadas». La aplicación final es que el proceso de la ganadería tendría una entrada más económica en forma de biocombustible que podría ser utilizado en el propio sector agrícola. De este modo, se concibe a las granjas no solo como instalaciones de producción de alimentos, sino también productoras de bionergía en forma de combustible. «Esto las hace más rentables económicamente porque el residuo se transforma en un beneficio y lo hace más sostenibible, es decir, las granjas tienen un impacto en el medio ambiente y lo reducimos añadiendo beneficios económicos al productor».