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FAUNA SALVAJE

Ávila y Segovia copan el 74,3% de los ataques de lobos en la región

En alerta Las embestidas aumentan un 62,8% y el número de reses muertas un 40,3% durante el primer semestre del año / Solo Palencia y Salamanca arrojan mejores datos que el año pasado

La explotación de vacuno de Francisco Gómez, en la provincia de Ávila, ha sufrido múltiples ataques desde mayo.-UPA- COAG

Publicado por
Diego Santamaría

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El recrudecimiento de los ataques de lobos en explotaciones ganaderas de Castilla y León se ha convertido en una realidad incontestable a lo largo de este año. Los datos recabados durante el primer semestre ponen de manifiesto un problema que, según los afectados y las organizaciones agrarias, requiere soluciones «jurídicas» y compensatorias inminentes para paliar las pérdidas que sufre el sector. En este contexto, las provincias de Ávila y Segovia se llevan la peor parte, pues entre ambas atesoran el 74,3% de las embestidas registradas en la Comunidad entre enero y junio de 2018.

El ganadero abulense Francisco Gómez sabe de sobra lo difícil que resulta mantener una explotación cuando los cánidos acechan a las reses. De hecho, tanto él como su hermano se plantean «seriamente» tirar la toalla dos años después de alquilar una zona de pastos porque desde mayo han perdido alrededor de 40 reses de vacuno. Lo peor es que los agentes medioambientales solo han podido certificar siete bajas, ya que cuando se personan en el lugar de los hechos «solo queda el esqueleto».

Aunque resulta complicado calcular con exactitud el perjuicio económico de esta sangría, Gómez estima unas pérdidas de entre 35.000 y 40.000 euros. Sobre las compensaciones, más allá de que solo haya podido acreditar siete ataques mortales, considera que 385 euros por animal es una cantidad insuficiente habida cuenta del precio, bastante más elevado, que alcanzan muchos de sus ejemplares en el mercado.

Otro de los perjuicios derivados de estas incursiones letales es el «estrés» que sufren las vacas, por lo que no es raro que «aborten o no se queden preñadas». Entretanto, el ganadero comparte ese mismo sentimiento en forma de «insomnio» porque no puede evitar «pensar en facturas» pendientes o futuros ataques. De poco le sirve intensificar la vigilancia, máxime cuando uno se puede buscar la «ruina» si se enfrenta al lobo.

Con 748 ataques certificados desde enero hasta junio -un 75,1% más que el año pasado-, Ávila es la provincia española más afectada por el lobo debido a su «expansión incontrolada» según la Alianza UPA-COAG. No obstante, Gómez precisa que a día de hoy ya se han registrado más de un millar. A continuación, Segovia ocupa el segundo puesto del ranking autonómico con 329 arremetidas que se han saldado con 444 reses fallecidas. El aumento en este caso también es considerable, ya que durante el primer semestre del año pasado se produjeron 151 ataques que arrojaron un saldo de 241 ‘víctimas’.

En términos generales, la Junta de Castilla y León ha contabilizado 1.449 incidentes durante los seis primeros meses del año. Es decir, un 62,8% más que en el mismo periodo de 2017. En lo que respecta al número de cabezas de ganado muertas (1.886), el porcentaje de variación intersemestral refleja un aumento del 40,3%. Esta tendencia creciente, con independencia de que las ganaderías se sitúen al norte o al sur del río Duero, se extiende, en mayor o menor medida, por casi todas las provincias.

Entre las que se salvan se encuentra Palencia, que de un semestre a otro pasó de 79 a 45 ataques y de 74 a 44 reses con heridas mortales. Por su parte, Salamanca logró reducir a la mitad el número de embistes -64 frente a 32- mientras las pérdidas de ganado bajaban de 180 a 79. Mientras tanto, Soria se mantuvo prácticamente igual que en 2017 con un solo incidente que acabó con tres cabezas, una menos que el año pasado.

Tras Ávila y Segovia, las provincias que más han sufrido los estragos del lobo son Zamora y León, con 124 y 113 ataques, respectivamente. En el otro extremo se sitúa Valladolid con 12 indeseables ‘visitas’ que acabaron con la vida de 40 animales. Sin embargo, al tomar como referencia los datos correspondientes al primer semestre de 2017 podemos observar que el número de arremetidas cánidas se ha disparado un 300% y el de muertes un 1.233,3%. Finalmente, la situación en Burgos también ha empeorado al pasar de 24 a 45 ataques que arrojan un incremento porcentual en lo que a pérdidas se refiere del 39,2% respecto al anterior ejercicio.

A tenor de estos datos, Gómez está cada vez más convencido de lo «contraproducente» que resulta sobrevivir dentro de un sector que ya de por sí brinda un «margen de beneficios muy pobre». Por ello, subraya la necesidad de «controlar»el censo y «dejar de proteger» a un animal que, en su opinión, está generando un «problema serio» en el medio rural. Al mismo tiempo, se muestra autocrítico cuando lamenta la falta de unidad de todos los ganaderos a la hora de salir a la calle para protestar por las pérdidas que deben asumir y reivindicar soluciones para evitar el cierre de explotaciones.