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Suelos equilibrados para competir

Los datos del análisis de suelos son clave para optimizar la gestión de las tierras «haciéndolas más rentables» / Se precisa un «buen» muestreo para asegurar que los resultados sirven como guía para garantizar la fertilización adecuada

Trinidad Peña, responsable del Laboratorio de INEA, tomando una muestra en una parcela dentro de las instalaciones de la Escuela.¡-E.M.

Publicado por
M.C.
Valladolid

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Es tiempo de sementera, por tanto, el momento «idóneo» para que el agricultor analice sus suelos para gestionar «mejor» su explotación. Una invitación que realiza Trinidad Peña, responsable del laboratorio agrícola y alimentario de la Escuela Universitaria de Ingeniería Agrícola de Valladolid, INEA, consciente de que el suelo agrícola es «el patrimonio esencial de los agricultores», lo que les obliga a «mimarlo» para sacar la máxima rentabilidad.

Las condiciones climatológicas están retrasando las labores en el campo, y esta es una de las razones por las que, según esta responsable, por el momento, las muestras que llegan hasta el laboratorio de INEA corresponden más a cultivos de viñedo y otros cultivos denominados alternativos o emergentes como el pistacho, frente a los tradicionales cerealistas.

Siempre es importante cuidar el suelo y evitar «bloqueos», especialmente en un momento en el que los precios de los insumos agrícolas siguen subiendo, y el agricultor ‘se las ve y se las desea’ para cuadrar las cuentas.

Trinidad tiene claro, en este aspecto, que si «a nadie se le ocurriría medicarse para el azúcar en sangre o para el colesterol sin antes haberse hecho un análisis previo y esperar a la receta del médico, lo mismo debemos hacer con nuestras tierras».

Conocer este patrimonio único del agricultor es prioritario para «ahorrar costes», como indican desde INEA. Los datos obtenidos en los análisis sirven para calcular la aplicación de fertilizantes «con el máximo rigor», integrando las necesidades nutricionales de cada planta con las características del suelo.

Es obvio que ajustar estos aportes supone ahorros importantes para el profesional, y sobre todo evita «bloqueos nutricionales», según los expertos. Peña asegura que hay tierras «demasiado saturadas» que habría que mejorar para aumentar la rentabilidad. Se trata, en este caso, de poner los medios necesarios para lograr mejores resultados, y además hacerlo con «un menor impacto ambiental».

En muchas ocasiones, el profesional cree que aumentar la dosis de un fertilizante aumenta la producción. Lejos de ser cierto, esa práctica puede ser contraproducente.

La responsable del laboratorio agrícola de INEA alerta de la posibilidad de que esta estrategia errónea provoque finalmente que «nos carguemos el suelo». Por eso, subraya la importancia de garantizar un equilibrio en el PH y «subir» la materia orgánica «para que haya más nutrientes disponibles y menos bloqueos» en las parcelas.

El conjunto de datos que ofrece un análisis de suelos supone, para Peña, «optimizar la gestión de las tierras haciéndolas más rentables». Y es que, una buena recomendación, ofrecida por un laboratorio acreditado como INEA, puede suponer un aumento de la producción en torno al 10% y un ahorro además aproximado del 20% de abonado. Cifras sin más que pueden trasladarse a las cuentas individuales de cada agricultor, para medir la rentabilidad real de esta práctica agrícola.

Sobre la conveniencia de repetir periódicamente este análisis a lo largo de las campañas, la responsable de INEA aconseja realizar una analítica para cultivos de secano cada tres o cuatro años, y anualmente en el caso de regadío debido a que existen mayores extracciones.

A la hora de hacer un buen análisis de suelo, el profesional debe saber que es importante «hacer un buen muestreo», con el fin de que los resultados que se obtengan en el laboratorio sirvan como referencia para realizar «una fertilización adecuada». Por eso, la toma se suele llevar a cabo después de la recolección y antes de abonar.

Según las recomendaciones realizadas desde INEA, es aconsejable que el análisis se haga sobre una muestra de suelo representativa del total de la parcela, por lo que se aconseja tomar varias catas que se mezclarán para su envío. Se trata de coger una muestra «homogénea» una vez delimitada la unidad parcelaria, siguiendo un zigzagueo por cada zona determinada por el color, la textura o los accidentes geográficos, como los valles, laderas o páramos, entre otros.

Lo habitual es enviar al laboratorio una muestra de un kilo, eliminado los cinco primeros centímetros. En cuanto a la profundidad, depende del cultivo. En el caso de los leñosos, es conveniente coger dos muestras de 0-45 centímetros y otra de 50-80 centímetros. En los herbáceos, la referencia es una muestra de 0-30 centímetros, retirando la cubierta vegetal antes del muestreo.

En definitiva, el análisis de suelo es la mejor forma de detectar posibles carencias, fitotoxicidades y bloqueos, para actuar de inmediato.

El profesional es el más interesado en cuidar del suelo que le da de comer. Especialmente en un contexto de subidas de insumos que les está costando caro. El sector denuncia, por ejemplo, la subida del precio del gasóleo agrícola hasta situarse, según la Unión de Uniones, en los niveles «más altos de su historia», que se registraron en el verano de 2012 con la crisis del gasóleo. Según sus datos, en octubre, llenar un depósito de un tractor (unos 300 litros) «le cuesta a un agricultor el equivalente a media tonelada más de cebada de lo que le costaba en el mes de julio».

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