Cerrar

CULTIVOS

El fruto de la paciencia

Sector En contra de lo que se puede pensar, la tierra de la comarca abulense de La Moraña, es buena para el pistacho, que se adapta bien a la zona

Plantación de pistacho en la Comunidad.-E.M

Publicado por
Antonio García

Creado:

Actualizado:

El pistacho lleva años tratándose de abrir paso en Castilla y León, aunque todavía le queda un recorrido importante para estar al nivel de comunidades como Castilla-La Mancha, donde la apuesta por este cultivo es evidente.

La posibilidad de convertirse en alternativa a otro tipo de cultivos, constituye un acicate para algunos agricultores que se decantan por el pistacho, teniendo en cuenta que, al margen de su consumo tradicional como fruto seco, también puede ser empleado para la cosmética o la medicina, entre otros usos.

Probablemente el primero en apostar por el pistacho en la provincia de Ávila fue Francisco Berlana, que hace nueve años decidió destinar las tierras heredadas de su madre a través de su abuelo al cultivo de este fruto en el pequeño municipio de Aveinte (84 habitantes), situado a esa misma distancia al oeste de la capital.

Aunque vive en Villalba (Madrid) y tiene otra profesión, Berlana acude cada semana a estas tierras cargadas de sentimientos, para comprobar la evolución de los árboles plantados hace casi una década y que, aunque han dado algún que otro fruto, no espera que comience a sacarlos verdadero rendimiento hasta dentro de dos años.

Todo comenzó porque quería plantar árboles en una tierra muy seca y sin apenas vegetación como la comarca de La Moraña, donde se asienta Aveinte. Tras desechar la posibilidad de plantar pinos, se dejó llevar por el consejo de un conocido de Toledo al que le fue «muy bien» con el pistacho.

Ahora se manifiesta como «un convencido del pistacho» y no se arrepiente de haber dado el paso, pero admite que hay que tener mucha paciencia para ver los frutos a la inversión y el esfuerzo que requiere sacar adelante una plantación de estas características.

Desde el primer momento aclara que quien apueste por el pistacho tiene que ser paciente y «meter mucho la pata», porque requiere mucho tiempo, experiencia, información y formación. De hecho, él se ha informado y ha asistido a diferentes charlas sobre este árbol que tiene machos y hembras.

«Tiene que haber un macho por cada nueve plantas para que las polinicen», explica Berlana, convertido en casi un experto en pistachos, después de una década tratando de sacar adelante una plantación que muy pronto comenzará a dar frutos, para comenzar a «vivir» de la plantación.

«Al principio trabajaba mucho más que ahora», explica Berlana, tras admitir haberse equivocado en algunas ocasiones y haber tenido mala suerte en otras, como el año pasado, cuando todo iba bien y una gran helada dio al traste con todas sus esperanzas.

Según explica, el pistacho «se injerta en otra planta». Él inicialmente lo hizo sobre alántidas, pero fracasó en el intento mientras a otros cultivadores les va bien con esa especie. En su caso, el injerto le funcionó con la cornicabra, que es «más fuerte y resistente».

En la actualidad se siente algo más convencido de que dentro de dos años podrá ver los resultados palpables de un esfuerzo que le ha llevado mucho tiempo; sin embargo, considera que los frutos pueden ser muy buenos, ya que este producto tiene «muy buena comercialización».

De hecho, sin haber sacado una cosecha normal todavía, Francisco Berlana asegura contar con ofertas procedentes de varios puntos de España para hacerse con los primeros frutos importantes de esta plantación de ocho hectáreas.

No obstante, prefiere no fiarse, ya que en 2017 «estaba todo perfecto» porque contaba con muchas ‘hembras’; sin embargo “los ‘machos’ no cuajaron y no había polen”.

Desde su punto de vista, y en contra de lo que se puede pensar, la tierra de La Moraña es buena para el pistacho, aunque si inicialmente se abona la planta «mucho mejor». «El pistacho se adapta bien a estas tierras», asegura Berlana, quien asegura que este árbol necesita «frío en invierno y calor en verano». Por eso, afirma que el clima de esta zona de Ávila es «muy bueno» para el pistacho.

A la espera de los resultados de esa primera cosecha importante, Berlana sigue cuidando y vigilando cada semana la evolución de unos árboles a los que la última semana los ha venido bien. A partir de ahora, cruzará los dedos para que se cumplan sus deseos y la plantación dé los frutos que lleva esperando casi una década en las tierras de su familia. Por eso el pistacho es el producto de la paciencia.

Cargando contenidos...