AGRICULTURA
La sequía acorrala a la Comunidad
El calor bate récords y los embalses están al 36% de su capacidad, 33 puntos menos que en 2016, un hecho que obliga a cortar riegos y a paliar la falta de agua con camiones cisterna
El agua escasea, las olas de calor baten récords y Castilla y León se reseca. Y es que las reservas hídricas no dan para más. En el ecuador del verano, el campo es, una vez más, el mayor damnificado por una pertinaz sequía que ha obligado a cortar ya los riegos en varias comarcas, pero muchos municipios también están sufriendo las consecuencias de la falta de agua. En la mayor parte de los casos por falta de caudal, pero también por la llegada de veraneantes que doblan la población. Unas deficiencias que las diputaciones tratan de paliar enviando camiones cisterna. Y no solo eso. El turismo se ha visto resentido. Muchas zonas de baño situadas en las orillas de los embalses se han visto afectadas por el bajo nivel del agua provocando importantes pérdidas en algunos negocios hosteleros por la ausencia de bañistas.
Los embalses del Duero se encuentran al 36% de su capacidad, 33 puntos por debajo de sus niveles en 2016. Especialmente llamativo resulta ver el estado en el que se encuentra el embalse del Esla ofreciendo un aspecto desolador de laderas resecas sin rastro de agua. Y es que la sequía ha hecho este año importantes estragos en Zamora.
La cosecha ya ha sido calificada por los sindicatos como una de las más desastrosas de todos los tiempos. Según los datos que manejan las organizaciones agrarias, en la provincia de Zamora se ha perdido el 62% de la cosecha y un 40% de las tierras ni siquiera se han cosechado. Los agricultores esperan recoger este año 170.000 toneladas, cuando en circunstancias normales estarían pensando en llevar en sus remolques 590.000. De media, los rendimientos por hectárea han sido de 1.140 kilos, aunque en la comarca de Bajo Duero, la más afectada por la sequía, las cosechadoras apenas han podido arrancar 300 kilos por hectárea a un terreno totalmente reseco. Por ello, los sindicatos han pedido para la provincia de Zamora la declaración de zona catastrófica y que las administraciones implementen ayudas directas para los agricultores.
La Diputación, por su parte, ha hecho frente a problemas puntuales de escasez llevando agua con camiones cisterna o proporcionando agua embotellada a los vecinos de municipios como Morales del Vino, Rionegrito, Santa Ana, Castro o Brandilanes.
Un problema que también ha pasado factura a Segovia aunque, en este caso, no estriba tanto en la falta de agua, sino en la calidad de la misma. Así lo señalan desde la Diputación, que abastece de agua embotellada a la población de algunos municipios afectados por la contaminación por nitratos y arsénico. En lo que va de verano llevan facturados cerca de 4.000 euros en agua embotellada para ayudar a las poblaciones de Paradinas, Balisa y Ochando, los tres núcleos dependientes de Santa María la Real de Nieva. Lo mismo sucede en Valtiendas, en el noroeste de la provincia, cuyos doscientos habitantes se han visto afectados desde hace quince días, por primera vez este año, al superar el nivel de nitratos permitido en las analíticas. El operativo que sigue la Diputación se rige por el Convenio de Sequía que la institución provincial firma con la Junta de Castilla y León. Dicho convenio determina que la Diputación sufraga el 25% del coste del agua para beber y la Junta el 50%, de tal forma que los vecinos pagan el 25% del agua embotellada que compran y consumen.
Según el responsable del área, Basilio Del Olmo, los problemas en los tres núcleos dependientes de Santa María la Real de Nieva, así como en Ventosilla, Tejadilla y en Juarros de Voltoya, afectada por la turbiedad del agua, se solucionarán antes de que termine 2017.
Palencia tampoco se libra de la sequía. Una situación calificada por los agricultores de «catastrófica, dramática y desastrosa».Y es que a una cosecha de secano pésima, en la que se ha perdido el 70% de la producción, se añade ahora una campaña de regadío desastrosa. «No hay cultivo que se salve», asegura el presidente de Asaja Palencia, Honorato Meneses. Porque son muchos los agricultores que han sembrado cultivos intensivos de alfalfa, patata, remolacha, maíz y girasol y que ahora no van a poder terminar el ciclo por falta de agua. Porque en Palencia, a la falta de precipitaciones -«es la provincia donde menos ha llovido», afirma Meneses- se unen unos calendarios de riego «poco razonables» y que nada tienen que ver con los ciclos vegetativos de los cultivos de regadío, añade Domiciano Pastor, desde UPA. Afirma que el regadío está «tan mal o peor» que el secano y que lo poco que se ha podido regar «se ha regado mal» porque no ha habido continuidad en el riego y se ha cortado el agua «cuando más falta hacía». De esta forma los agricultores están viendo como «el colchón» que siempre ha sido el regadío cuando venían mal dadas en secano, también se está esfumando. Y eso, sin contar con que, en algunas zonas de Tierra de Campos, sobre todo en La Nava y Camino de Santiago, la situación se agrava con la «brutal proliferación» de topillos.
Al contrario de lo que sucede en Palencia y en buena parte de la Comunidad, los cultivos de regadío pueden haberse salvado de la quema en Ávila gracias al embalse de Las Cogotas. Sin embargo, el diagnóstico cambia en el caso de los cereales. Joaquín Antonio Pino, presidente de Asaja, y el responsable provincial de UCCL, Jesús Muñoz, coinciden en señalar que aquí los daños «son enormes». Pino pone como ejemplo el hecho de que la media de producción cerealística se sitúa en torno a los 600 kilos por hectárea, cuando el año pasado se situó en los 4.000, si bien la medida de los últimos años era de 3.000 kilos. Por ello, señala, que algunos agricultores han optado incluso por no recogerlo, ya que los costes del trabajo iban a ser superiores al beneficio, «algo catastrófico».
En el mismo sentido se pronuncia Muñoz que, además de indicar que Ávila es la provincia de la Comunidad que «menos media va a sacar por hectárea», también subraya el hecho de que sea «la provincia con menos seguros hechos de Castilla y León». Esta circunstancia también está repercutiendo en la ganadería, cuyos costes se están disparando para los ganaderos que, al no disponer de pastos, tienen que incrementar sus inversiones para dar de comer a los animales.
En Valladolid tampoco la meteorología se ha alineado con las previsiones y las reservas de agua han ido cayendo paulatinamente al igual que las pérdidas en el sector. «La situación es catastrófica y las ayudas de la Administración son una miseria», lamenta el presidente regional de Asaja, Donaciano Dujo. Por este motivo, UCCL y Asaja han acordado realizar una concentración conjunta este martes a las 11.30 horas frente a la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León para denunciar la difícil situación que están viviendo y exigir nuevas medidas tendentes a paliar la falta de ingresos de una campaña «nefasta».
También en León, las últimas cifras arrojan un alarmante descenso del agua embalsada. Los cuatro embalses (Villameca, Barrios de Luna, Porma o Riaño) han reducido a la mitad sus reservas respecto al año pasado. El de Riaño, por ejemplo, almacena actualmente 200 hectómetros cúbicos frente a los 444 de 2016. Y en Salamanca, aunque la variación de su principal embalse, el de Santa Teresa, no ha sido tan acusada -317 hectómetros cúbicos frente a los 368 del ejercicio anterior-, el de Águeda ha pasado de 13,2 a 5,1 hectómetros y el de Irueña de 71 a 59.
Ayer mismo, la Comisión de Desembalse de la cuenca del Duero celebró una sesión extraordinaria en la sede central de la CHD en Valladolid, en la que se aprobaron dos peticiones de las Juntas de Explotación de los sistemas Órbigo y Tuerto, en el sentido de disponer en agosto de parte del agua previsto para septiembre, con el fin de proporcionar este mes los últimos riegos a los cultivos sin que se vean afectados los volúmenes de reserva de los embalses de Barrios de Luna y Villameca, respectivamente.
REAJUSTE
En concreto, según señala la CHD, este reajuste de calendario se plasma en que los regantes de Barrios de Luna dispondrán durante agosto de una dotación de dos millones de m2 procedentes del contraembalse de Selga de Ordas, de manera que entre ambos albergarán 23 hectómetros cúbicos a finales de agosto. Por su parte, en Villameca, los regantes contarán este mes con 500.000 para atender las necesidades de los cultivos, quedando a 30 de septiembre la reserva fijada de 2,5 hectómetros cúbicos.
También en Burgos los embalses se encuentran bajo mínimos y la escasez de agua comienza a ser un problema en muchos municipios y pedanías. La peor sequía de la última década es palpable, sobre todo, en Arlanzón y Úzquiza. El primero se salva en cierta medida ya que su almacenamiento actual ronda los 15 hectómetros cúbicos cuando su capacidad total es de 22. No obstante, la media de los 10 últimos años se sitúa en torno a los 18. El segundo, por su parte, afronta uno de los peores veranos que se recuerdan.
El volumen embalsado asciende a 31,7 hectómetros cúbicos, lo que supone un 42,2% teniendo en cuenta que su límite es de 75. En términos generales, ambos embalses acaparan el 48,2% de su capacidad total. Nada que ver con el 74,3% del año pasado o el 77,4% de media durante la última década. La falta de precipitaciones preocupa, y mucho, en distintas zonas de la provincia que ya han sufrido problemas de abastecimiento. Claro ejemplo el de Castrojeriz, cuya alcaldesa, Beatriz Francés, se vio obligada el mes pasado a emitir un bando municipal para solicitar el «consumo racional de agua». Mientras tanto, el pueblo recibe alrededor de 60.000 litros de agua potable transportados en camiones cisterna. También los 50 vecinos de San Miguel de Pedroso protestaron enérgicamente tras percatarse de que el depósito que les abastece se encontraba al 20% de su capacidad. El alcalde estableció restricciones de doce de la noche a 7 de la mañana.
Por último, en Soria, los camiones cisterna han realizado este año 24 servicios en 16 localidades repartiendo un total de 505.500 litros de agua potable. Los mayores problemas están localizados en Estepa de San Juan, en la comarca de Tierras Altas y en dos campamentos del embalse de la Cuerda del Pozo y en Covaleda. El resto de los servicios se han realizado para atender problemas relacionados con la calidad del agua, como el que se ha detectado en Cantalucia y seis averías en la red de abastecimiento en otros cuatro pequeños pueblos. Desde la Diputación se asegura que apenas se han detectado problemas a causa de la sequía y a fecha de 31 de julio el balance del reparto de agua este año ha sido menor que el del año pasado. Y aunque los datos de precipitaciones registrados en junio deberían situar a Soria como un oasis en comparación con el resto de la cuenca del Duero, el agua llegó tarde y fue insuficiente, en especial para la agricultura.
Los cálculos apuntan a pérdidas de 90 millones de euros. Así, la situación, según Asaja, es «desoladora». En total y respecto al año anterior la merma se cifra en casi medio millón de toneladas de cereal -478.739- . Así, por cada diez toneladas que se cosecharon en 2016 este año quedan sólo cuatro, a pesar de que los gastos de explotación se mantienen. Un duro golpe a uno de los principales pilares de la economía soriana.
Para el presidente de Asaja, Carmelo Gómez, el alza de precios prevista es «insuficiente» para parchear la situación. Las medias históricas señalan que Soria siembra unas 210.000 hectáreas de cereal y recoge 660.000 toneladas. Este año, la sequía ha machacado la producción, los ingresos y las cotizaciones.
Información elaborada por Antonio García, Diego Santamaría, Almudena Álvarez, Teresa Sanz, Nuria Fernández y José Luis Cabrero.
Una «atípica» situación en Ávila
Al contrario de lo que sucede en buena parte de la Comunidad, los cultivos de regadío pueden haberse salvado de la quema en Ávila, gracias al regadío de Las Cogotas. Esta «atípica» situación, tal y como reconoce el presidente provincial de Asaja, Joaquín Antonio Pino, se debe a que las lluvias llenaron hace meses este pantano próximo a la capital, que riega buena parte de la mitad norte de la provincia. En la actualidad, sus reservas se sitúan en el 46%, lo que prácticamente asegura la campaña. Lo mismo sucede con las aguas subterráneas. En este contexto, Joaquín Antonio Pino solicita a la CHD del Duero que, ante la ausencia de agua para dar de beber al ganado, el organismo de cuenca no sancione a los ganaderos que propician que sus reses puedan beber en los ríos.