Diario de Valladolid

CULTIVOS

La judía de El Barco de Ávila pide auxilio

El cultivo, que mantiene una tendencia a la baja con 40 hectáreas, evidencia la falta de relevo / Desde el Consejo Regulador se insiste en su gran potencialidad basada en un «alto» precio

Agricultores en un campo de cultivo de Judía de El Barco de Ávila la pasada campaña.-EL MUNDO

Agricultores en un campo de cultivo de Judía de El Barco de Ávila la pasada campaña.-EL MUNDO

Publicado por
Marisol Calleja

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La Judía de El Barco de Ávila lanza un SOS. El cultivo amparado por la Indicación Geográfica Protegida necesita un «milagro» para dar un giro a una tendencia de siembra que se consolida a la baja en los últimos años, con una superficie total en torno a las 40 hectáreas. Así lo constata el director técnico del Consejo Regulador de la IGP, Nicolás Armenteros, que lamenta la falta de relevo y de una agricultura «más profesional» para que la producción de esta legumbre se convierta para el productor en «una forma de vida».

Armenteros asegura que hace unos treinta años se llegó a cultivar en la comarca abulense unas mil hectáreas, según los más veteranos. Eran tiempos en los que España «era autosuficiente» y no se importaba «ni un kilo de legumbre». Una situación que ha variado de forma radical y que necesita, según los responsables del Consejo Regulador, un giro «diametral» en estos momentos.

El director técnico de la IGP reconoce que con la burbuja inmobiliaria y la crisis pensaron que muchos jóvenes recabarían de nuevo en los pueblos y retomarían el cultivo y las huertas de padres y abuelos. Algo que finalmente no ha ocurrido. «No ha habido forma de enganchar nuevas altas de agricultores», lamenta contrariado.

Actualmente hay cuarenta productores con 127 parcelas inscritas en la IGP. Se trata en su mayoría de gente de «avanzada edad», que no tiene una dedicación exclusiva y que aprovechan «unas horas al día» para hacer las labores en las huertas. Una situación que el Consejo Regulador quiere cambiar.

El cultivo tiene rentabilidad, pero también cuenta con algunos hándicaps. Es «muy ancestral». Las condiciones del terreno además impiden el acceso de tractores y obligan a que las labores sean manuales, prácticamente en su totalidad. Se trata de una zona de montaña con topografía accidentada, de grandes cambios en altitud, pendiente y orientación, enclavada en la zona de Gredos, con una altitud media que oscila entre los 600 y 1200 metros de altitud.

David Casanueva, natural de El Barco de Ávila, y productor de judías habla de una situación «crítica». Este agricultor a tiempo parcial, y socio de la cooperativa Campesina Tormes, alude a la «escasa» concentración de las parcelas como uno de los problemas actuales, junto a la orografía que impide mecanizar el cultivo. Todo ello, sin olvidar las multas a las comunidades de regantes.

David reconoce que el precio de venta es «bueno», aunque pone de manifiesto también los bajos rendimientos, en torno a los mil kilos por hectárea. Aún así, los 5-7 euros el kilo que recibe el agricultor siguen presentando, según la IGP, un cultivo rentable frente a otras opciones agrícolas.

Desde el Consejo Regulador apuestan por la potencialidad de la Judía de El Barco de Ávila, y así lo están trasladando al sector al que quieren animar de cara a las nuevas siembras en los meses de abril y mayo. Su director técnico admite la existencia de labores «más costosas» desde el punto de vista manual, aunque cree al mismo tiempo que variar algunos aspectos de manejo agronómico puede convertir a esta legumbre en una «buena» opción para jóvenes agricultores.

En este sentido, aseguran que «se hace poca rotación». Un elemento que consideran imprescindible para aumentar la productividad. «Se repite judía en las mismas parcelas y los suelos están esquilmados». Creen que hay tierra para rotar, a pesar de que el bosque «se ha comido algunas huertas», y que esta rotación puede suponer entre 2.000 y 3.000 kilos por hectárea, un incremento significativo de la productividad actual. En cuanto a la inversión, Armenteros mantiene que se puede entrar en el sector «sin realizar un gran desembolso».

El 97% de la producción amparada por el IGP corresponde a dos variedades: la blanca riñón y el judión, variedad esta última que alcanza los siete euros el kilo en campaña para el productor. Una opción rentable. Según el director técnico de la IGP, con una rotación adecuada y unas cinco hectáreas, «se puede vivir de las judías», a diferencia de otros cultivos en los que, advierte, para lograr una superficie viable hay que ir a grandes extensiones, debido a los precios de mercado.

Todo ello, siempre que el manejo agronómico logre un incremento de los rendimientos actuales.

Armenteros lamenta, por otra parte, la falta de contratos en el sector, un síntoma, a su juicio, de «poca madurez». La comercialización de Judía de El Barco de Ávila se sitúa en torno a las 14 toneladas, una tendencia a la baja también. Y es que la mayor parte de la producción no se vende como IGP.

La campaña de siembras arrancará en aproximadamente dos meses pendientes también del riego y de las reservas de agua en una campaña atípica marcada, por el momento, por la falta de lluvias. El cultivo tiene por delante varias asignaturas pendientes, sobre todo el relevo generacional. Desde el Consejo se insiste en la potencialidad de un cultivo rentable y se insta al sector a «aprovechar» las tierras sin cultivar.

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