Diario de Valladolid

MUJER

«Mi filosofía es producir calidad»

Agricultora ecológica de Tudela de Duero, Ana Isabel Barbero, de 41 años, lleva más de diez años vinculada al sector/ Asegura que lo ha aprendido todo de su padre, José, sevillano de nacimiento y vallisoletano de adopción/ Trabaja viñas y olivar

Ana Isabel Barbero en su olivar ubicado en el municipio vallisoletano de Tudela de Duero.-M. C.

Ana Isabel Barbero en su olivar ubicado en el municipio vallisoletano de Tudela de Duero.-M. C.

Publicado por
Marisol Calleja

Creado:

Actualizado:

E l padre de Ana Isabel Barbero, José, llegó a Tudela de Duero (Valladolid) a los catorce años para trabajar en el campo, en la agricultura tradicional. Y lo hizo desde Cantillana, un municipio de Sevilla, a más de 600 kilómetros. Andaluz de nacimiento y vallisoletano de adopción, su origen tuvo mucho que ver, sin duda, en la elección del olivo, como cultivo alternativo dentro de la explotación familiar.

La influencia y enseñanzas de José han sido claves también en la apuesta de Ana por el campo y el sector agrario. Un sector al que lleva vinculada desde su niñez a través del negocio familiar. «Mi pilar es mi padre, él me ha enseñado todo lo que sé», declara orgullosa.

Esta joven tudelana estudió Químicas. Madre de familia, empezó a trabajar con su padre en las viñas, por eso, el campo no le es ajeno y es habitual verla en las tierras realizando cualquier tipo de trabajo según la época, o en momentos culmen como la vendimia.

Ana Isabel traslada al campo lo que considera es una filosofía de vida, y que desde siempre le ha transmitido su padre: «Hay que hacer las cosas bien y producir calidad». Esa es la máxima de un negocio familiar del que forma parte también su madre, Isabel, y su hermana, Milagros. Y al que se ha incorporado recientemente su hijo Javier, de 18 años, que ayuda en la explotación y está aprendiendo la realidad del campo «desde cero».

Y es que Ana quiere transmitir a su hijo lo que su padre ya hizo, y se muestra rotunda en este caso: «hay que valorar la importancia de la materia prima para llegar a un buen producto final».

Ana Isabel Barbero lleva toda la vida viendo a su padre en el campo, donde insiste, «siempre ha sido feliz». Una satisfacción que ahora comparten «por el trabajo bien hecho». La familia gestiona cerca de veinte hectáreas de viñedos y otras seis de olivar, en sistema superintensivo, con cerca de 8.500 arboles que plantaron hace mas de 9 años.

Producen una media de 100.000 kilos de uva al año, y de cara al futuro se plantean «cerrar el ciclo» y entrar a formar parte de su transformación hasta el producto final. Una idea que lleva tiempo rondándoles la cabeza, aunque reconocen la «dificultad» de este proyecto que pasa de nuevo por las inversiones.

Respecto a los olivos, Ana insiste en la importancia de que el aceite sea de calidad, por eso, envían la aceituna a una almazara de Cáceres donde garantizan, a su juicio, un proceso «cuidado» y una elaboración «profesional». Allí envasan su producto para después comercializarlo ellos mismos.

En este caso, esta agricultora reconoce que el manejo de su explotación es «diferente» y deja claro que en su negocio no buscan solo producción, sino la esencia y el valor de un producto que luego les distinga en el mercado, por eso prefieren ir paso a paso. Y también ser exigentes, un valor que primero se exige a ella misma y también a aquellos trabajadores que le acompañan en las labores de campaña. Una diferenciación que, sin lugar a dudas, les ha llevado también a apostar por un producto ecológico certificado.

Esta joven agricultora asegura que siempre han huido de los productos químicos. De hecho, desde sus inicios en el campo, su padre comprobó como el uso de dichos productos, alteraban el ecosistema natural de su explotación y la hacía dependiente de ellos. En definitiva, no tenían la certificación, pero ya practicaban una agricultura ecológica.

El sello de calidad lo oficializaron hace 5 años tanto para el viñedo como para el olivar.

Ana asegura que el trabajo en el campo es «un sufrimiento constante» y gratificante a la vez. Y lo dice por momentos como el actual en el que los agricultores se pasan la vida mirando al cielo.

El olivo está en un momento «crítico», a punto de florecer ,y necesita buenas temperaturas. Por eso, el agua de estos días se observa con temor. Del tiempo que haga en floración dependerá el cuajado de la aceituna.

La lluvia, el aire, y la amenaza de tormentas no son buena tampoco para las viñas que llevan, según Ana, un retraso de unos quince días respecto a la pasada campaña.

Afiliada a la UCCL debido a su vinculación a la agricultura ecológica, esta madre tudelana asegura que nunca le ha preocupado ni la política ni las ayudas. De hecho, nunca ha solicitado apoyo económico para incorporarse al sector.

Le gusta el campo y a él dedica su trabajo diario. Su opinión respecto al ansiado relevo generacional y al papel de la administración es muy clara: «apenas hay relevo generacional y la administración, la mayoría de las veces, somete a los agricultores a cuestiones ridículas e innecesarias en cuestión de papeleo». En este sentido, cree que «deberían ponerse mas en nuestro lugar que es el campo y complicar menos las cosas» a los profesionales del sector.

tracking