Diario de Valladolid

JÓVENES

«Creo en el campo y soy optimista»

Elena Tejerina, agricultora de 25 años, ha elegido formarse y continuar con el proyecto familiar

Elena Tejerina subida al tractor en su explotación palentina.-BRÁGIMO

Elena Tejerina subida al tractor en su explotación palentina.-BRÁGIMO

Publicado por
Marisol Calleja

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Conoce la vida universitaria, se ha formado en Palencia y Valladolid, y ha tenido la oportunidad de desarrollar una trayectoria laboral fuera de su pueblo. A pesar de ello, Elena Tejerina, agricultora de 25 años y natural de Autillo de Campos (Palencia), ha apostado por el campo y el medio rural para asentar su proyecto de vida.

Le gusta dejar claro que ha sido una decisión «meditada» que recibió el «empujón» definitivo hace menos de un año, en septiembre de 2015, cuando se incorporó oficialmente al sector agrario. Esta joven agricultora acaba de terminar sus estudios como ingeniera agrícola en la Universidad de Palencia, en un curso en el que se han graduado dieciocho hombres y dos mujeres, fiel reflejo del sector agrario en este momento.

«La sociedad sigue siendo machista y aún hay gente que cree que el campo es cosa de hombres». Así lo explica Elena que asegura, sin embargo, que «pocas veces» le han hecho sentirse mal. «La gente te valora, aunque te pregunte al mismo tiempo qué haces en este sector». Elena es agricultora al 100%, es decir, de las que se sube al tractor y hace todas las tareas, al igual que sus padres.

Su vida ha transcurrido en el campo, por eso, las labores agrícolas no le son ajenas. En ese sentido, deja claro que el hecho de ser mujer nunca le ha limitado, ni a ella ni a su hermana, para ayudar en casa. «Desde pequeña me han inculcado que había que trabajar en el campo».

Agradece en este caso el apoyo de sus padres, Mauricio y Belén, y la ayuda que recibe ahora como titular de su propia explotación, en Astudillo.

Junto al trabajo en sus parcelas, comparte las tareas de la explotación familiar ubicada en Autillo. Ese fue precisamente uno de los motivos que le han llevado finalmente a estudiar, formarse y quedarse en el campo. «Mis padres han trabajado toda la vida para conseguir algo, ahora me gustaría mejorarlo y aportar cosas nuevas», afirma convencida de que no las tierras no podían quedar en manos ajenas.

Este es uno de los retos de esta ingeniera, que antes cursó tres años de telecomunicaciones en Valladolid y que ahora apuesta por «seguir el proyecto familiar». En este sentido, se muestra «optimista» y asegura que cree en el campo y en su futuro. Un futuro que ve con «ilusión.

Lamenta, eso sí, que no exista un mayor reconocimiento del sector y que la gente «juzgue sin saber». Esta joven agricultora opina que «habría que dar a conocer el trabajo que realizan para que la sociedad no repare solo en las ayudas que reciben. Y es que pone de manifiesto problemas reales de la agricultura y la ganadería actual como la crisis de precios o la «burbuja» en torno al valor de las tierras, «cada vez más elevado». De esta forma, tiene claro que empezar de cero en el sector agrario es «imposible» actualmente.

Elena es consciente de que la agricultura está cada vez más profesionalizada, por eso, defiende una «necesaria formación». Y eso es lo que pensó al hacerse cargo de su explotación de secano.

Este primer año le está sirviendo para aprender, siempre con el apoyo de su padre. Su paso por la Universidad le ayuda, por ejemplo, a establecer los calendarios de riegos, calcular mejor la dosis de fertilizantes, apostar por los análisis de suelo o ensayar con las semillas y comprobar su adaptación al terreno. Claves del futuros para ganar en rendimientos y en competitividad.

Todo apunta a que este será un buen año, con una importante cosecha de cereales en Castilla y León, aunque como el resto de profesionales, Elena sabe que hay que trabajar «a varios años vista». Disfruta especialmente viendo los frutos obtenidos tras la siembra, «y también detectando los errores», de los que aprende cada día. Sobre su futuro, insiste en que vivir en un pueblo nunca le supuso «ninguna limitación». Ni cuando estudiaba en el conservatorio trompeta y piano, ni ahora que va y viene a todos lados. El campo es su «costumbre», lo que lleva viendo toda su vida y por él va a seguir apostando en el futuro.

Y lo hará en un sector en el que falta relevo. De hecho, en su pueblo, de 150 habitantes, solo hay dos jóvenes agricultores y una ganadera.

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