ENTREVISTA A TOMÁS GARCÍA AZCÁRATE, Experto en Política Agraria Comunitaria e Investigador del CSIC
«El libre mercado no puede ser el libre zorro en el libre gallinero»
Es Investigador del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, doctor Ingeniero Agrónomo, presidente de la Asociación Española de Economía Agraria, y miembro de la Academia de la Agricultura francesa, entre otros cargos. Este es solo un breve currículum de Tomás García Azcárate, experto en temas agrarios, que repasa en esta entrevista el futuro de la PAC, el mercado comunitario y las negociaciones del TTIP.
Pregunta.- Bruselas trabaja en medidas concretas para simplificar la PAC, aunque no se prevén cambios estructurales profundos más allá de una revisión intermedia en 2017. ¿Cree que hay motivos de preocupación para el sector?
Respuesta.- No, no creo que haya especiales motivos de preocupación por el ejercicio de simplificación o por una posible revisión intermedia. Las reglas del juego están en lo esencial determinadas, al menos las bruselenses, hasta el 2020. No hay tiempo para grandes cambios. Quizás se mueva algo el cursor en lo referente al ‘greening’, el verdeo de las ayudas, pero sería más hacia una simplificación de su operativa.
P.- Las Opas alertan ante la posible reducción de las ayudas agrícolas debido a un ajuste del marco financiero. ¿Esto exigirá orientar mejor los fondos?
R.- En efecto, puedo haber un debate presupuestario general. La UE tiene que hacer frente a nuevos y grandes desafíos, entre los que destacan la seguridad en sus fronteras, o la emigración. Cabe imaginar que estas nuevas prioridades reciban especial atención, en detrimento de las otras partidas presupuestarias, incluido la agricultura. En este caso, creo más en una rebaja porcentual generalizada de las partidas que en un debate específicamente agrario. Nada es seguro pero es posible.
P.- La PAC no ha dejado de evolucionar y adaptarse a los cambios. ¿Hacia dónde camina la Política Agrícola Común más allá de 2020?
R.- Tampoco hay tiempo ya para que se produzcan grandes cambios en la PAC actual después del 2020. Los plazos necesarios para una propuesta de gran calado, incluyendo el análisis de impacto y las consultas públicas; el calendario electoral con elecciones al Parlamento Europeo en junio del 2019, son impedimentos a los que hay que sumar lo que el Comisario Hogan llamo «el cansancio de las reformas».
En cambio, si hay una ventana de oportunidad para cambios en la revisión intermedia que se haría de las perspectivas financieras 2020-2027. El último Consejo de Ministros informal, bajo Presidencia holandesa, fue muy interesante. En particular destaca la aportación francesa con tres ejes para el futuro: innovación; acción colectiva; transición hacia nuevos modelos productivos más agroecológicos; gestión de riesgos.
Tenemos tiempo, aunque no demasiado, para ir construyendo una posición española consensuada dentro del sector y con el resto de los ciudadanos.
P.- El sector tiene claro que la PAC 2020 tendrá que oír a los mercados y echa en falta medidas de intervención que protejan a los productores, como en el caso de la crisis láctea. ¿Cómo deben encararse, a su juicio, estas perturbaciones del mercado?
R.- Los mecanismos actuales no funcionan, lo que no quiere decir que hay que volver a los viejos instrumentos. Yo diferenciaría entre las olas, las mareas y los tsunamis.
Las olas deben ser manejadas por los agricultores. La gestión de los riesgos empieza en la explotación, ajustando costes; diversificando cultivos; constituyendo una reserva financiera para cuando las cosas vengan mal. Esto implica cambios legislativos, fiscales en particular
Las mareas deben ser abordadas por la acción colectiva de los agricultores a traves de los mecanismos reforzados en la reforma Ciolos de las organizaciones de productores, sus asociaciones y las interprofesiones. Se trata, en particular, de permitir y encuadrar la gestión privada y preventiva de las crisis. Aquí, los textos europeos se han quedado a mitad camino. El actual (des)equilibrio entre las reglas de política agraria y sus autoridades y las autoridades y la política de la competencia, debe ser revisitado. Ni las cooperativas son un cartel de empresas, ni el libre mercado puede ser el libre zorro en el libre gallinero.
P.- Precisamente la falta de rentabilidad en el campo ahuyenta a los jóvenes del medio rural. ¿Cómo se favorece ese relevo? porque las ayudas no son suficientes...
R.- Voy a decir algo muy políticamente incorrecto. No creo que las ayudas a la incorporación de jóvenes agricultores sean tal y como están un instrumento eficaz y eficiente. Los principales obstáculos a la incorporación de jóvenes me parecen ser la falta de disponibilidad de tierras, los problemas de formación; la falta de semilleros de empresas para impulsar proyectos innovadores… Allí donde estas condiciones se han dado, las tasas de incorporaciones de jóvenes han sido elevadas. Si estas condiciones se dan, entonces si que alguna ayuda específica podría tener sentido. Pero sin proyecto de futuro, sin rentabilidad a la vista, por muchas ayudas que haya, pocas instalaciones reales de jóvenes habrá.
P.- La UE negocia actualmente el TTIP. El sector pide que la agricultura no sea ‘moneda de cambio’. proceso. ¿Cree que es una oportunidad?
R.- El mundo está cambiando. El centro del mundo estaba hasta ahora en el medio del océano Atlántico y se está moviendo al océano Pacífico. Esta es quizás la última oportunidad de que el viejo continente pueda ser elemento decisivo en la fijación de las normas y reglas comerciales mundiales. Por esto un acuerdo TTIP puede ser importante. Pero tiene que ser un buen acuerdo.
En todo acuerdo, hay sectores que pueden ganar y otros tenerlo más complicado. Si se firma, tendrá que ser globalmente positivo para ambas partes.
El diablo está en los detalles. Uno de los problemas con los que nos encontramos, es que hay sobre este tema poco análisis y menos prudencia. Unos nos quieren vender que esto va a ser una maravilla. Otros que va a ser una catástrofe. Todo dependerá de la letra pequeña que no está todavía negociada. ¿Hasta qué grado de convergencia, armonización o reconocimiento mútuo vamos a llegar? Hoy las relaciones son desequilibradas. Es mucho más fácil exportar a Europa que para nosotros exportar a los EE.UU.
Me permito anticipar que no puede haber acuerdo en el 2016. Hay temas en los que estamos muy lejos de poder visualizar un consenso. Hay tiempo y hay que invertir tiempo y energía en conseguir que haya un buen acuerdo.
P.- ¿Qué futuro le fía al sector agrario en España?
R.- Tengo muchas esperanzas puestas en el futuro. Los productores agrarios han sabido responder desde nuestra adhesión a las Comunidades europeas, hace ya 30 años, o como me recordaría mi padre desde el Plan de estabilización de 1959, a los retos que la sociedad les ha planteado.Quedan tareas pendientes, como la mejora de la organización de los productores y un mayor equilibrio de la cadena alimentaria, pero están a nuestro alcance.
Pase lo que pase, la política agraria va a evolucionar para tener más en cuenta al hombre (y la mujer) rural, al territorio, a la calidad de los productos, al cuidado del medio ambiente, es decir hacia un modelo que responde mejor a las características de un gran país agrario como España.