La crisis láctea alcanza de pleno al sector ovino
Con los precios en caída libre, los ganaderos afrontan cada mes con la incertidumbre de no saber lo que la industria les pagará
pintan en bastos para los ganaderos de ovino». Se puede decir más alto pero no más claro, tal y como denunciaba recientemente la delegación regional de Asaja ante el «desánimo» en el sector a causa de la progresiva caída de los precios desde comienzos de año hasta rozar los 70 céntimos por litro en abril. Es decir, las explotaciones perciben una media de entre 20 y 23 céntimos menos por litro, según denuncia esta organización profesional agraria (Opa).
El temor a futuras represalias «mina la moral» de otros tantos que se encuentran «entre la espada y la pared». Es el caso de Fernando (nombre ficticio), miembro de una importante cooperativa de la provincia que a su vez «trabaja con grandes empresas». Sin embargo, prefiere no citar nombres ni dar pistas sobre la comarca en la que desarrolla su actividad. «Sé que es de cobardes, pero no quiero cavar mi tumba antes de tiempo», arranca prácticamente de primeras antes de repasar una crisis «que muchos nos temíamos».
Fernando no es nuevo en esto. Con más de 20 años de experiencia -única y exclusivamente- en el ovino cárnico y lácteo, ha visto «de todo» en una profesión «que los de arriba, políticos y empresarios, no han sabido valorar». «Las he pasado canutas, pero siempre hemos salido adelante», remarca en plural para referirse a su esposa y a su padre, ya jubilado, que le enseñó «todo lo que sé y alguna cosa más». Sus dos hijos, «ya creciditos», se desentendieron desde el principio, incluso «antes de la que se avecinaba con el fin de las cuotas».
Tampoco quiere revelar su verdadero nombre Javier, vecino y «amigo» de Fernando desde hace 6 años, cuando recién estrenada la veintena se lanzó al vacuno y al ovino «sin imaginarme lo que podía pasar». Tuvo que dejar las vacas ante la imposibilidad de mantenerse «en condiciones». Ahora, con poco más de 300 ovejas, se resigna a percibir «un precio ridículo en comparación con años anteriores». En abril, por ejemplo, le ofrecían 69 céntimos por litro «como si me hiciesen un favor». Los aceptó por contrato, a regañadientes. «No me queda otra, si no tengo que echar el cierre, aunque al paso que vamos no sé si llegaré al año que viene», confiesa con tristeza y resistencia a «buscarme la vida en otro sector».
Dos céntimos menos le llegaron a ofrecer a Fernando el mes pasado. «Desde la cooperativa lo justifican diciendo que estamos todos igual. No lo dudo, pero al final tendremos que plantarnos», detalla con amargura ante la «falta de cojones» de más de un compañero que «se va a quedar sin los ahorros de toda una vida», máxime cuando «la carne lleva en crisis más tiempo».
El tira y afloja entre los ganaderos y la industria se mantiene mientras la incertidumbre sobre el precio a pagar este mes continúa sin resolverse. «Que a estas alturas no sepamos nada es de juzgado de guardia», afirma Fernando. Por su parte, Javier espera que «los sindicatos den caña, pero caña de verdad, porque de momento seguimos en las mismas».
Presión inexistente
Contratos anuales y precios mes a mes. Una situación «ilegal» que a juicio de José Manuel Bermejo, responsable de ovino lácteo de la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL), carece de lógica porque en teoría «están obligados a pagarme el precio que yo he puesto». Por tanto, lo único que queda es ejercer una presión institucional para poner fin a una actuación «torticera» que de momento no se está llevando a cabo. «Las industrias no tienen intención de subir el precio y la Administración no hace nada para impedirlo», esgrime para, acto seguidor, poner de manifiesto que la anterior consejera de Agricultura y Ganadería, Silvia Clemente, «decía que éramos un sector estratégico», aunque visto lo visto «no sé cuál será la estrategia».
Dado el panorama actual, con un Gobierno y sus correspondientes ministerios en funciones -por lo menos- hasta junio, señala que la Junta de Castilla y León «no ha movido ficha nunca, ni cuando iba mal ni cuando iba bien». En otras palabras, considera que los representantes regionales «se limitan a mirar» y, a lo sumo, emplear «muy buenas palabras, pero nada más».
A la hora de abordar la cuestión de los precios, Bermejo sostiene que «la leche de oveja no tiene porqué bajar», si bien reconoce el coyuntural descenso que puede producirse en primavera porque «todos los años se produce más, pero no a estos precios». Lo que el ganadero de UCCL reclama a grandes rasgos es un equilibrio pecuniario que evite el cierre de explotaciones de la Comunidad. De lo que se trata es de ofrecer precios «razonables (...), ni muy altos ni muy bajos». Por otra parte, asevera que «no se puede producir mucho más de lo que se gasta». En este sentido, y tras recordar que la industria recogió «un 12 o un 13% más de leche que en 2015» y que «este año se está produciendo un poco más», remarca que «puede sobrar algo de leche, pero no los tienen que decir», pues «sería cuestión de quitar ovejas y bajar la producción». De todas formas, «se lo van a llevar porque lo tienen vendido».