Las lluvias de abril retrasan la preparación de los terrenos
La Lechuga de Medina tiene la venta «más o menos asegurada» y el cultivo tardío de patata podría provocar un«positivo» escalonamiento de la producción
Se cumplió el refrán y abril trajo aguas mil a la provincia de Burgos. La segunda riada del año, menos cuantiosa que la de febrero, ha provocado retrasos en diversos cultivos de primavera. Es lo que ha ocurrido con las hortalizas de la zona norte, donde las lluvias han retardado las labores entre tres semanas y un mes. De hecho, las primeras plantaciones están arrancando «ahora» mientras algunos agricultores «han tirado bastante planta porque se amontona», explica el presidente de la Asociación Hortícola Merindades, Francisco Martínez, quien espera un mes de junio «con temperaturas altas» similar al del año pasado.
En lo que respecta al cultivo estrella de la comarca, la famosa Lechuga de Medina, «se han perdido dos o tres cortes», asegura su director técnico, José Ignacio Velasco. No obstante, a pesar de que «una buena o mala campaña está marcada por el tiempo», Martínez señala que «la venta más o menos la tenemos asegurada», dado que «no hay mucho mercado» debido a las condiciones climatológicas, que en este caso benefician al campo burgalés. Al margen de la producción, imposible de estimar a fecha de hoy, recuerda que «de nada sirve vender mucho si se vende a precios ridículos».
En la comarca del Arlanza, donde «cayeron casi 150 litros de agua del 1 al 20 de abril», el coordinador de la Unión de Campesinos de Castilla y León (UCCL) en la zona, Dositeo Martín, sostiene que las previsiones en principio son «muy buenas». Además, una nueva tanda de lluvia -sin inundaciones claro está- beneficiaría a las siembras de finales de febrero y principios de marzo. Por contra, perjudicaría a la preparación del girasol, cuya sementera se inicia «más tarde» que en el resto de la provincia, entre el 15 y el 20 de mayo.
Sin embargo, el coordinador del sindicato en el Arlanza sabe a ciencia cierta que las siembras «mas tardías» se han visto afectadas por el agua, como las de remolacha, la patata o la cebolla. En este último caso, «de las siete hectáreas que hay aquí se habrá perdido aproximadamente el 35% del cultivo porque se encharcó y se pudrió la semilla».
A expensas de lo que pueda suceder se encuentran los productores de cebolla horcal. «De momento no podemos saber si se ha perdido algo de lo sembrado porque están llenas de barro», detalla el presidente de la Asociación Promotora de un Distintivo de Reconocimiento de la Cebolla de Palenzuela, Marcos Merino. Por lo tanto, la «incertidumbre» planea sobre los agricultores de Burgos y Palencia, quienes ya tienen en mente «empezar a hacer tratamientos antibotríticos porque al estar tanto tiempo inundadas la planta queda muy dañada y hay que prevenir».
Producción escalonada
No hay mal que por bien no venga. Así podría definirse la siembra tardía de patata en la provincia a diferencia de otras zonas de la Comunidad en las que se ha podido hacer «en su momento habitual», apunta Velasco. ¿Por qué? Por el más que previsible «escalonamiento de la producción», un factor siempre «positivo», pues una salida al mercado por etapas garantiza «que los precios no se hundan».
Por lo demás, salvo una nueva avenida que resucite los fantasmas de febrero y abril, «se va a poder seguir trabajando». Así las cosas, salvo vicisitudes de última hora, el agua «no va a condicionar tanto la producción». Eso sí, tampoco conviene dormirse en los laureles, pues tal y como indica Martínez, en algunas zonas «andan muy justos de tiempo».
Enfermedades bajo control
La amenaza de los hongos siempre está ahí, aunque todavía no han saltado las alarmas. Lo que está claro es que la prevención forma parte del ADN del agricultor burgalés. «Son muy profesionales y saben cuando hay que tratar», reconoce Velasco, testigo de cómo «son cada vez más conscientes de que tienen que hacer un buen cuidado de sus cultivos, siempre protegiendo el medio ambiente y la salud de los consumidores».
Tanto en Arlanza como en Las Merindades ya han comenzado los tratamientos preventivos. Aunque «cada maestrillo tiene su librillo» y la observación parece ser la mejor consejera, Martín comparte la visión de los técnicos de la Junta de «hacer un seguimiento del campo y actuar cuando sea necesario».
Los cereales, sobre todo el trigo y la cebada, son por norma los cultivos más proclives a enfermedades como la septoria o la roya amarilla. Por su parte, la patata se enfrenta a dos nuevas plagas de cuarentena: epitrix y tecia. Afortunadamente, las asociaciones del sector y la Administración regional colaboran para asegurar su detección y control.