Diario de Valladolid

EMPRESA

De la granja a la mesa con sonrisa incluida

Si algo caracteriza a la granja Avícola Álvarez de Villadiego es la originalidad de sus campañas publicitarias

El Duende Eléctrico ha patrocinado a la empresa en citas como el Tour de Francia.-ECB

El Duende Eléctrico ha patrocinado a la empresa en citas como el Tour de Francia.-ECB

Publicado por
Diego Santamaría

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las mejores campañas de marketing perduran en el imaginario colectivo hasta el fin de los tiempos. El presupuesto es lo de menos, lo que verdaderamente importa es el concepto, garante o no del impacto definitivo en el consumidor. En este sentido, la granja Avícola Álvarez de Villadiego constituye un ejemplo digno de estudio en cualquier facultad de Publicidad que se precie. Con «más huevos que el Cid», o «huevos Álvarez: los más frescos del culo a la boca», esta empresa familiar con más de 40 años de trayectoria asegura, por lo menos, dos sonrisas al cliente: la primera por la «frescura» y la segunda por motivos evidentes. Si además se suma un artista como El Duende Eléctrico para promocionar el producto en citas de calado como el Tour de Francia, mejor que mejor.

«Ahí empezó todo», durante una despedida de soltero en la que actuaba el histriónico músico vallisoletano, quien no dudó en hacer gala de su labia habitual con el fin de conseguir patrocinadores durante la competición ciclista. Y así, «la gente del Tour y de la Vuelta a España ahora le llama Villadiego», asegura Antonio Álvarez, gerente de una empresa que gracias a tan particular lema ha conseguido «que el consumidor asocie la marca Álvarez a huevos de calidad, por lo menos en Burgos». Eso sí, hay quien se queda con lo «escatológico» de la frase ­ya se sabe, el «caca, culo, pedo, pis»­, pero por lo general «a la mayoría de la gente le ha gustado» y sabe captar el mensaje.

Anécdotas aparte, lo cierto es que el posicionamiento de la compañía en el mercado va mucho más allá de su originalidad publicitaria. La historia de Avícola Álvarez es uno de tantos ejemplos de superación constante, de pasar de cero a 100 con esfuerzo y sacrificio hasta la consolidación de un proyecto marcado por el crecimiento progresivo.

Todo empezó en Villadiego hace 55 años, con unas cuantas gallinas y el reparto a domicilio por los pueblos de la zona. Poco después, el fundador de la empresa ­y padre de Antonio­ levantó su primera granja con 500 ejemplares. Pero pronto se quedó sin espacio, de ahí la necesidad de construir un complejo de naves con capacidad para 20.000 gallinas. Éste fue el centro de operaciones hasta el 2000, año de estreno de las nuevas instalaciones, adaptadas a la normativa europea de sanidad y con todos los medios para trabajar a pleno rendimiento.

Mucho han cambiado las cosas desde los inicios hasta la actualidad. «Ahora está todo muy mecanizado, pero antes absolutamente todo era manual», Sin embargo, Álvarez tiene claro que «la empresa sigue siendo familiar. Aquí no hay códigos de barras, somos todos amigos», apunta en referencia a los nueve empleados que gestionan una producción de 30 millones de huevos anuales. Cierto es que la crisis estuvo presente, pero pasó de lado en comparación con otros sectores. Pese a ello, los nuevos hábitos de consumo que impusieron las vacas lacas fueron palpables, «sobre todo en la hostelería».

Dentro y fuera

A la hora de hablar de distribución, el gerente señala sin paliativos que su «principal mercado» es la «zona de influencia» en la que desarrolla su actividad. Es decir, principalmente la provincia de Burgos y Cantabria, donde «tenemos muy buenos clientes». Aún con todo, la compañía no descuida la demanda de huevos dentro y fuera de la península. Más allá de España, Avícola Álvarez trabaja «esporádicamente» con países europeos, africanos y asiáticos.

En estos momentos, existen contactos con empresas de Hong Kong, de la misma forma que el año pasado se disparó la necesidad en Estados Unidos a causa de un problema sanitario que provocó desabastecimiento.

A pesar de las oportunidades que brinda el efecto llamada a través de las redes sociales, Álvarez mantiene los pies en la tierra. «Lo más importante es que los huevos lleguen frescos», remarca una y otra vez para destacar la principal seña de identidad de su producto, ya que «todos los días se recogen los huevos y al día siguiente están a la venta». Y es que «si no les vendes cuando les tienes que vender al final se nota», apostilla.

De puertas hacia adentro, «como dice el Cholo Simeone», el objetivo es «ir partido a partido» para «intentar hacer las cosas lo mejor posible hasta que consigamos que todos los burgaleses consuman nuestro producto». En definitiva, todo queda en casa, de la granja a la mesa. Y con una sonrisa, claro está.

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