Diario de Valladolid

La cámara climática de los trigos

El Irnasa estudia el impacto del cambio climático global en la productividad de distintas variedades de cereales

Rosa María Morcuende, investigadora del Irnasa, en la cámara donde evalúan el impacto climático en los trigos.-ENRIQUE CARRASCAL

Rosa María Morcuende, investigadora del Irnasa, en la cámara donde evalúan el impacto climático en los trigos.-ENRIQUE CARRASCAL

Publicado por
M. C.
Valladolid

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Todos los datos científicos apuntan a que el cambio climático global va a afectar «negativamente» a la producción agrícola. Se estima que el nivel de CO2 en la atmosfera se va a duplicar y que la temperatura media del planeta va a subir unos cuatro grados centígrados.

De esta forma, anticiparse a esa previsible respuesta climática a lo largo de este siglo será determinante para preservar el valor de nuestras producciones. Esta es precisamente la base del proyecto desarrollado por un grupo de investigadores del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca, Irnasa, liderado por Rosa Morcuende. Proyecto que cuenta con financiación nacional y con colaboradores europeos, en Francia y Alemania.

La investigación define el trigo entre los cereales que ocupan un puesto más destacable en términos de área cultivada y de cantidad producida, y se marca como reto «mejorar su producción de forma eficiente y sostenible» analizando cómo le afectan los aumentos de temperatura y CO2 previstos para los próximos años. Así lo explica Rosa Morcuende, que llama la atención sobre el previsible incremento de la demanda futura de productos agrícolas seguros debido al «incesante» crecimiento de la población mundial. Algo que va a requerir, a su juicio, «cultivos mejor adaptados a las nuevas condiciones ambientales».

La investigadora del Irnasa asegura que el objetivo de este estudio, centrado en el análisis de sesenta genotipos de trigo, es medir el impacto climático global en la productividad de los cereales, «cultivos ampliamente extendidos en nuestro territorio». «Se analizan los atributos moleculares y funcionales que favorecen la adaptación al ambiente futuro», obteniendo información que pueda ser «útil» para la mejora genética» e incluso biotecnológica de las plantas.

Aunque en una primera fase, el estudio arrancó con los sesenta genotipos de trigo preseleccionados por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo de México, CIMMYT, ahora el proyecto se centra únicamente en diez variedades, las más productivas y las que menos rendimientos han obtenido.

El proyecto no se realiza en campo, aunque el grupo de Fotosíntesis del Irnasa ha estudiado anteriormente el impacto del cambio climático en los cereales en la finca experimental Muñovela del CSIC, detectando un cambio en la planta que se traduce en una «merma de su calidad» nutricional. Un hecho «preocupante».

La investigación se lleva actualmente a cabo en cámaras de cultivo, con compartimentos cerrados, que permiten controlar variables como la intensidad lumínica, la temperatura, la humedad, o simular las condiciones climáticas adecuadas, según el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero previsible debido a la actividad humana.

Morcuende reconoce que las variaciones diurnas de la luminosidad son las más difíciles de reproducir en las dos cámaras que acogen el proyecto, y en las que se puede insuflar CO2 y elevar la temperatura en un ambiente «controlado». El trigo se cultiva en macetas y se establece un fotoperiodo de 16 horas de luz y ocho horas de oscuridad, como señalan los investigadores de este estudio innovador. La concentración de CO2 en la atmosfera es la prevista en 2.100 y la temperatura se eleva unos cuatro grados respecto a los promedios obtenidos en campo entre los años 2001 y 2007, como se recoge en la base del proyecto.

Una vez seleccionadas las diez variedades más productivas y también con un menor rendimiento, el objetivo, como señalan desde el Irnasa, es «comparar los dos extremos» y diseñar una estrategia encaminada a la mejora genética y así «adaptarse» a los cambios climáticos. Entre esos genotipos hay una variedad de trigo de alto rendimiento propia del entorno de Castilla y León.

El proyecto tiene una duración de tres años, y aunque oficialmente se extiende hasta finales de este año, lo previsible es que el Irnasa solicite al Plan Nacional una «extensión de tiempo», según los investigadores.

Rosa Morcuende destaca la importancia de este proyecto, que se desarrolla desde la siembra hasta la madurez del cultivo, para nuestras producciones. «El cambio climático es uno de los problemas ambientales más importantes a los que se enfrenta la humanidad», subraya.

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