Diario de Valladolid

El CSIC agrario charro

I+D El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca, IRNASA, tiene abiertas varias líneas de investigación para mejorar el rendimiento agrícola «garantizando la sostenibilidad de la agricultura»

Raquel Arroyo, ingeniera agrónoma responsable de la finca experimental Muñovela y Maria del Mar Siles, directora del Irnasa, en los campos de ensayo del IRNASA.-ENRIQUE CARRASCAL

Raquel Arroyo, ingeniera agrónoma responsable de la finca experimental Muñovela y Maria del Mar Siles, directora del Irnasa, en los campos de ensayo del IRNASA.-ENRIQUE CARRASCAL

Publicado por
Marisol Calleja

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S e le puede definir como el CSIC agrario salmantino. Adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el IRNASA, con sede en Salamanca, trata, a través de sus investigaciones, de aportar «conocimiento y soluciones científicas» al mantenimiento y mejora de los sistemas agrícolas.

El profesional del sector agrario es cada vez más consciente de la necesidad de optimizar los costes de su explotación, y para ello, una adecuada práctica agraria es «fundamental». Ello redundará sin duda en una mayor eficiencia, un ahorro de costes y en un incremento de la productividad. Esto es algo que tienen muy claro los agricultores de Castilla y León. Por eso, el trabajo del IRNASA adquiere una importancia significativa desde hace años y, en especial, en estos momentos.

El objetivo, según su directora, Maria del Mar Siles, es que las investigaciones llevadas a cabo en el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca tengan una «aplicación práctica» en el campo de Castilla y León y ayuden al profesional. Para ello, el IRNASA cuenta con 23 investigadores en cinco grupos de trabajo dedicados al sistema agrario y sus productos, la conservación ambiental y la sanidad en la ganadería.

«Europa exige una agricultura más sostenible», explica Raquel Arroyo, ingeniera Agrónoma responsable de la finca experimental Muñovela, propiedad del CSIC y gestionada por el IRNASA. Ubicada en el término municipal de Barbadillo y con una superficie de 70 hectáreas, se sitúa en una zona principalmente cerealista con clima continental. Este terreno se destina de forma general a ensayos y proyectos «que puedan resultar de interés para los agricultores y ganaderos de la región». Las setenta hectáreas están divididas en zona de cultivo de secano, zona de regadío y de dehesa. Además, dispone de ganado bovino de raza Morucha en su variedad negra. Se trata, en definitiva, de llevar a la práctica los ensayos que, en muchas ocasiones, se han desarrollado previamente en laboratorio y en condiciones controladas de invernadero y «comprobar su adaptación al clima y suelos del entorno». Un último paso «esencial» en el proceso de investigación para la transferencia de resultados.

El IRNASA ha trabajado hasta ahora con ensayos concretos en cereales, oleaginosas y forrajeras, desarrollando estudios propios y en colaboración con otros organismos de investigación y empresas privadas. Es el caso, por ejemplo, del proyecto que se lleva a cabo actualmente con dos empresas para analizar el incremento del rendimiento agronómico de nuevos cereales a partir de la selección de microorganismos beneficiosos que viven en el interior de las plantas. Los investigadores del IRNASA han trasladado este estudio al campo comprobando así los efectos en condiciones naturales.

Esta es una de las líneas abiertas por los investigadores del Instituto y que se han trasladado una vez más a la finca experimental Muñovela, es decir, a una «aplicación real», similar a la de una explotación agrícola tipo en la Comunidad.

Se trata, en definitiva, de examinar y mejorar la «productividad» del campo en Castilla y León, estudiando sus suelos y sus cultivos. Ver cómo se comportan los insecticidas y fungicidas que se utilizan en los cereales, por ejemplo, «si son retenidos por el terreno tras su enmienda», para evitar contaminación de aguas subterráneas o las alteraciones que provoca en su población microbiana. Así lo explica la directora del IRNASA, que pone de manifiesto el valor de estos trabajos para dar soluciones a los profesionales del sector.

El agricultor, asegura, «es cada vez más consciente de la importancia de conservar las propiedades y calidad de sus suelos». Y eso es algo que comprueban cada campaña, a través de las analíticas realizadas gracias al convenio que mantienen con la Diputación de Salamanca, para ofrecer este servicio a los agricultores. De hecho, en estos momentos el IRNASA tiene un proyecto en marcha relativo a las dosis de siembra, para comprobar cómo influyen estos parámetros en los cultivos y, esencialmente, en sus rendimientos, máximo reto del profesional.

Aunque la dosis media de cebada utilizada por el agricultor en la zona se sitúa entre 180 y 200 kilos de semilla por hectárea, los terrenos experimentales sirven de base para un ensayo basado en la aportación de diferentes cantidades (160-180-200 y 220 Kilos), para establecer así las comparaciones en relación a la cosecha, o a la proliferación de malas hierbas. El futuro de la agricultura exige «más sostenibilidad, no sólo a nivel medioambiental, sino también a nivel económico y social», como recuerda Raquel Arroyo, y eso pasa por generar menos residuos, reducir la contaminación de suelos y aguas y enfocar la actividad a una agricultura «más rentable». El consumidor reclama también productos más saludables, y eso es algo que desde el IRNASA, explican, «no podemos olvidar».

La responsable de la finca del IRNASA recuerda la volatilidad de los precios agrícolas frente a los de los insumos, «con una tendencia al alza». De esta forma, afirma, el profesional necesita «cultivar cada vez más tierras para poder sobrevivir».

Con el objetivo de «mantener población en el medio rural» y desarrollar, especialmente, una agricultura «rentable» que anime a los jóvenes a apostar por el sector agrario trabaja el IRNASA, a través de sus investigaciones. El objetivo, dicen, es «potenciar el valor económico, social y medioambiental de la actividad agraria», como define la nueva Política Agrícola Común.

En próximas campañas se plantean trabajar, por ejemplo, con las organizaciones agrarias para acercar las investigaciones al agricultor y, «de forma combinada», acometer ensayos que «interesen a ambos» en relación a la rotación, la selección de nuevos cultivos y la optimización de la utilización de insumos agrarios y maquinaria agrícola. «Hay una desconexión entre el profesional y la investigación, y todos los actores debemos colaborar para solventar esta situación», señalan desde el IRNASA, donde apuestan por romper esta barrera. Es más, «invitan» al agricultor, las cooperativas y empresas del sector a «acercarse» al centro para que los objetivos de ambas partes sean «compatibles» y se puedan llevar a la práctica.

El IRNASA investiga actualmente distintos aspectos del ámbito agrario, como hemos planteado, que van desde las relaciones suelo-planta-clima, planta-microorganismos, cómo influye el abonado en los cultivos, los métodos de lucha contra las distintas plagas y enfermedades existentes o la influencia de distintas prácticas culturales sobre la producción agrícola. Todos ellos, aspectos esenciales que se traducen en una mayor eficiencia y sostenibilidad.

Junto al ensayo de nuevos cereales, la responsable de la finca experimental destaca otros ensayos sobre el efecto insecticida que producen algunos microrganismos que viven en el interior de las plantas, o su comportamiento según las condiciones ambientales. En este último caso, el proyecto se lleva a cabo sobre gramíneas y es un trabajo internacional desarrollado también en las Islas Feroes y en Finlandia, para conocer los efectos en estos climas.

Pero el IRNASA desarrolla también acciones en el ámbito ganadero. Además de utilizar el ganado para el aprovechamiento de la producción agronómica de la finca, como explica el veterinario José Luis Hernández, estos animales «se destinan a proyectos de investigación en colaboración con otros organismos y empresas. El centro cuenta con 32 vacas de la variedad negra Morucha y trabaja desde una perspectiva «multidisciplinar», considerando el manejo reproductivo, alimenticio y sanitario, y la mejora de la raza.

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