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La Puerta del Perdón

Comer con o sin perdón

Al frente del restaurante, Daniel Arias, de Villafranca de toda la vida dirige sala, cocina y alojamiento del ‘micro hostal’, como a él le gusta llamarlo

Daniel Arias, a la puerta del restaurante La Puerta del PerdónE.M.

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Las Edades del Hombre irrumpen de nuevo en el cuaderno de viaje. Esta vez la villa jacobea villafranquina es la puerta de la magna exposición y el micro hostal restaurante La Puerta del Perdón está justo a la entrada de la primera muestra en la iglesia de Santiago de la localidad berciana. Mollejas con zamburiñas, manitas de cerdo, tataki de bonito con piña braseada, tartar de salmón con manzana reineta y carnes rojas de la carnicería local, la de Basurco.

No faltan la cecina ni el helado de Candela (helado de Oreo), ni tampoco caldos calientes y guisos en invierno. Precio medio, 40 euros. Y una carta de vinos bien planteada, con pocas ausencias bercianas. Valtuille bien representado. Dani recibe, sienta y sonríe y lo hace con ese estilo que da el conocer el oficio de sala. Se pueden comer platos de corte moderno, bien planteados y alejados del menú del peregrino, aunque muchos de ellos se sienten en sus doce mesas.

Al frente del restaurante, Daniel Arias, hijo de Adelita y de Villafranca de toda la vida. Allí aprendió el oficio y trabajó mucho tiempo en el Parador de Turismo. Hace unos años sus colegas Herminio y Pilar le pasaron el testigo y desde entonces dirige sala, cocina y alojamiento del ‘micro hostal’, como a él le gusta llamarlo.

El pequeño restaurante está situado a un tiro de piedra del castillo de los Halffter, del Ave Fénix de Jato y de la iglesia de Santiago Apóstol y su Puerta del Perdón, en la que se inspiró este hostal que cuenta con una fachada llena de vegetación y con aires de la Provenza. Con sus puertas y dinteles de añil y blanco y las cristaleras desde las que se ven pasar permanentemente peregrinos.

Es inevitable que durante la conversación con los comensales salga esa Puerta del Perdón de la iglesia románica, donde el peregrino que por dolencias no podía continuar daba por saldado el Camino y obtenía la Compostela. La puerta solo se abre en años jacobeos y por eso dice Daniel que en su restaurante se come con o sin perdón.