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Experiencia y ganas de crecer

La cooperativa Torremorón, en el corazón de Ribera del Duero, acaba de obtener un premio Envero a su versión de tinto joven

Jorge García, presidente de la cooperativa Torremorón.E.M.

Publicado por
Loreto Velázquez
Burgos

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En pleno corazón de la Ribera del Duero, la cooperativa de Torremorón acaba de recibir por su versión tinto joven el premio Envero, un galardón especialmente agradecido ya que aunque el podio final lo escoge un jurado profesional, en primera instancia eligen mil catadores aficionados. «Es importante dar voz y escuchar al consumidor final», asegura el presidente de la cooperativa, Jorge García.

La cooperativa se fundó en el año 1957, veinticinco antes de la constitución de la propia Denominación de Origen. «Fue el sueño de un pequeño grupo de visionarios pero luego se unió todo el pueblo y hemos llegado a tener a 150 viticultores asociados. Hoy esa cifra ha bajado y somos 88, pero aquí seguimos con mucha ilusión y ganas de hacer bien las cosas», explica.

Torremorón debe su nombre a las bodegas subterráneas donde antiguamente se elaboraba vino, allá por el siglo XVIII. «Esa zona se conoce como Torremorón».

En estos 67 años de historia de vino, mucho ha cambiado en esta cooperativa que antiguamente vendía todo a granel y solo claretes. «A principios de los años 90 comenzamos ya con los primeros embotellados y ahora el granel es algo casi residual. De hecho, es algo que queremos quitar en un futuro», avanza con la mirada puesta en una progresión que ha incluido obras de ampliación, de remodelación e inversiones en maquinaria. «En 1990 la bodega realizó una gran reforma, ampliando las instalaciones e incorporando la tecnología más puntera en la elaboración de vinos, con recursos que desde entonces garantizan un control exhaustivo del producto para conseguir la máxima calidad y asegurar el futuro de las generaciones venideras».

Al tener todos los vinos monovarietales, el Tempranillo es el rey de la casa. La uva llega de Quintanamanvirgo y de los pueblos limítrofes como Guzmán, Boada, Olmedillo e incluso de Roa. En total tienen algo más de 200 hectáreas de viñedo con una edad media que va de los 20 a los 40 años, aunque también hay parcelas centenarias, que se reservan para los vinos más representativos. «Aquí la principal particularidad es que son viñedos en altura, porque aquí estamos a 850 metros de altitud y eso sin duda ayuda a la hora de afrontar los retos del cambio climático. Además estamos en la orilla norte del río Duero y estamos protegidos por la Cuesta Manvirgo».

Fruto de este empeño elaboran diferentes perfiles: tintos jóvenes, robles, crianzas, reservas, alta expresión y los claretes, que «son el origen de la Ribera del Duero y fue también el nuestro».

En marcas tienen varias minoritarias que elaboran para determinadas zonas de distribución, pero la principal «y puntera» es Torremorón. «En cantidad, como es lógico en el campo, cada año dependemos de la climatología pero la media de producción va de los 900.000 kilos al 1.200.000 kilos, aunque algunos años hemos alcanzado el millón y medio de kilos», señala a sabiendas de que Torremoron acapara el 80%.

Pero, ¿cómo son estos vinos? Según explica el presidente, los jóvenes son carnosos en boca, con paso suave y equilibrado y un buen recuerdo a aroma frutal especialmente a mora y cereza, mientras que los que pasan por barrica, de roble francés o americano, son vinos más completos y estructurados. «Con los años hemos cambiado el estilo y hemos pasado de vinos muy estructurados a vinos más fáciles de beber, en los que la fruta prevalece», puntualiza.

A la hora de vender el vino, la cooperativa cuenta con un mapa de distribución consolidado en casi todo el territorio español. El 20% lo reserva a exportación con países destino como Estados Unidos, Alemania, Suiza y México.

La bodega es visitable, y aunque podría ampliar producción no está entre los objetivos. «Nuestro principal interés es seguir trabajando como lo estamos haciendo para mejorar siempre en calidad».

No es la primera vez que reciben un premio Envero. «Hace años ganamos con el Vendimia Seleccionada y la verdad es que se agradece porque es un premio que luego se nota. Hay más alegría y la gente lo pide más», celebra convencido de que este tipo de concursos populares acercan el vino y lo que es más importante: «lo democratiza». «Muchas veces nos dejamos llevar por las grandes palabras en las notas de cata pero no hay que ser experto para disfrutar con un vino. Solo tiene que gustarte».

En el año 2007 celebraron sus primeros 50 años. «Aquí hay mucha historia pero también mucho futuro y eso es una buena noticia tanto para los viticultores como para los pueblos de la zona», finaliza convencido de que las cooperativas como la de Torremorón juegan un papel principal en la lucha contra la despoblación y en el mantenimiento de un mundo rural que quiere seguir viviendo en los pueblos. «Sin las cooperativas y sin los viñedos esto sería un desastre».