'SLOWROADS'
Disfrute sobre ruedas
Castilla y León ofrece rutas por carretera que son un atractivo en sí mismo. La N-623 y la BU-910 brindan un par de ejemplos de trayectos que invitan a gozar del camino
Invitaba el poeta a pedir un largo camino a todo el que emprendiera un viaje a Ítaca. Desconocía el griego Kaváfis que tales palabras servirían a miles de kilómetros de esta isla del mar Jónico que aguardaba al final del gozoso trayecto al que dedicaba sus versos. Porque hay rutas en el corazón de Castilla y León vestidas de asfalto que, al igual que la que enaltecía el citado autor, conducen sea cual sea el destino hacia un puro disfrute para los sentidos.
Burgos ofrece dos ejemplos claros, ideales vías panorámicas para practicar de lo que la modernidad ha dado en bautizar slow driving, es decir, una conducción relajada en la que prime el placer de transitar por rincones bellos, bien por su paisaje natural, bien por su riqueza monumental. Se convierte así el paseo en un fin en sí mismo, más allá de donde desemboque el trayecto.
Cumplen tales criterios las N-623, conocida de hecho como la carretera de los sueños, y la BU-910, dos rutas recomendadas para los amantes del volante que serpentean la provincia de extremo a extremo en suma y permiten disfrutar de no pocos de los atractivos que atesora. Supieron ver el potencial turístico de esta propuesta desde Sodebur, el ente de la Diputación de Burgos dedicado a promover el desarrollo económico y social de la provincia y sus municipios, y la incluyen en el catálogo de elementos distintivos de los que presumir como plan perfecto para escapadas. Incluso la piloto de rally Cristina Gutiérrez prestaba su imagen para promocionar la primera de las vías citadas, en un vídeo en el que alababa la experiencia de recorrerla, pues el sinuoso trazado le permitía combinar su saber al volante con un entorno de excepción. «Me sirve para asentar todo mi entrenamiento anterior, pero también para poder trazar suavemente sus curvas y encontrarme con espacios increíbles», explicaba.
No hace falta ser profesional del motor, eso sí, para regocijarse con este recorrido. Con una longitud total de 153 kilómetros, la N-623 es el paso natural que comunica la meseta con la costa, a través del puerto del Escudo, otrora salvado cada verano por miles de burgaleses rumbo a sus merecidas vacaciones en la playa.
Si bien antaño fue la ruta principal, el traslado masivo del tráfico a la A-73 la ha convertido en una carretera poco transitada que invita a paladear cada zigzag. Enlaza Castilla y León con Cantabria en un trayecto que, en su lado burgalés, transcurre por localidades de destacado patrimonio natural e histórico como Vivar del Cid, cuna del Campeador, San Martín de Ubierna, Tubilla del Agua, Covanera, San Felices, Cilleruelo de Bezana o Cabañas de Virtus.
A los enclaves enumerados se suman espacios destacados por su singular belleza, tales como las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, «labradas por ambos ríos a su capricho en un paisaje entre valles y cañones dominados por un precioso verdor», según advierten desde Sodebur. Coinciden todas las guías en tal parada obligatoria, a la que añaden también como imprescindible la visita a la surgencia kárstica del Pozo Azul o la impresionante cascada de 25 metros, fruto de la Cueva del Agua, en pleno núcleo urbano del archiconocido, y fotografiado, municipio de Orbaneja del Castillo.
Conviene asomarse además a Valdelateja, inicio y final de la ruta del Cañón del Ebro, y subir a la ermita altomedieval de Santa Elena y Santa Centola, y al Museo del Petróleo en Sargentes de la Lora.
Arija se torna ideal epílogo de la ruta en territorio burgalés, que más allá de la frontera cántabra se adentra en los valles pasiegos. Su embalse anima a otros deleites más activos que la contemplación, eso sí, pues anima a la práctica del ‘kitesurf’ y piragüismo.
De norte a sur, inspirados por el fenómeno slow, toca repasar los encantos que aguardan al conductor que recorra los más de 50 kilómetros que conectan la Sierra de la Demanda con la Ribera del Duero, ahí es nada. Lo hace posible la carretera BU-910, que comunica Hacinas con Aranda de Duero.
Este camino «ofrece al viajero un paisaje lleno de contrastes y la mezcla perfecta entre enclaves naturales de extraordinaria belleza, patrimonio cultural y encantadores pueblos».
Dos desfiladeros protagonizan el trazado. El del humilde río Mataviejas, que llega hasta los coquetos núcleos de Castroceniza y Ura, territorio de imponentes buitres que no fallan en el horizonte, y el de la Yecla, impresionante cañón en el parque natural de los sabinares del Arlanza que puede contemplarse a través de pasarelas ancladas a las paredes de una profunda garganta que se revela apabullante desde su interior.
Santo Domingo de Silos, con su famoso monasterio benedictino, una de las joyas del románico en la provincia, y su imponente presencia arquitectónica, así como el rescatado cementerio de Sad Hill, escenario de la película ‘El bueno, el feo y el malo’ en las proximidades, sobresalen en la hoja de ruta que ya cerca de la Ribera del Duero ronda Caleruega, uno de los pueblos más bonitos de España.
Viaja también la BU-910 en el tiempo y brinda al que la recorre la oportunidad de recrearse en el notable legado romano de la provincia de Burgos gracias a los vestigios que custodian en Baños de Valdearados y, como no, en la antigua ciudad de Clunia Sulpicia.
Permiten estas slow roads, transitadas con la calma que merecen, empaparse de lo que en abundancia ofrece esta tierra y procede, por tanto, parafrasear de nuevo a Kaváfis para aconsejar al conductor, local o foráneo: Pide que el camino sea largo / Que muchas sean las mañanas de verano / en que llegues -¡con qué placer y alegría!- / a puertos nunca vistos antes. Para elegir hay, desde luego, como prueba el listado de rincones apenas esbozado. Solo queda arrancar e iniciar la marcha.