Vicaral (Valladolid)
Corazón partido entre Serrada y Valdestillas
Alberto mantiene ese buen perfil de bodeguero heredado de su padre. Temple y prudencia. Y siempre fiel a sus raíces. Un joven bodeguero que hace poco ruido y cuya bodega ha crecido en los últimos años en todos los frentes, viña, tecnología, diseño y presencia en los mercados. Elabora y comercializa en torno a 500.000 botellas que se ajustan al cuadro sensorial de los nuevos verdejos, vinos blancos de los más solicitados de España. Se formó en la escuela de capataces de la Santa Espina, que es la Escuela de capacitación agraria y alimentaria con un módulo de viticultura y enología, cantera vallisoletana silenciosa para muchos jóvenes de la región que dieron sus primeros pasos en esta escuela sin meter ruido ni competir en los devaneos del mercado del cotizado verdejo. Su padre metió al término municipal de Valdestillas en la Denominación de Origen Rueda. Mi viejo amigo Vicente Sanz apostó fuerte por su pueblo. Tristemente nos dejó a principios de este año de forma inesperada. Su legado está en buenas manos. Fue pionero en su pueblo, Valdestillas, en iniciar plantaciones de viñedo y en elaborar vinos de calidad bajo el amparo de la DO. Diversificó las elaboraciones y apostó en pequeñas partidas por las uvas tintas y los crianzas y, además, desde el principio se mantuvo en la elaboración de espumosos.
El joven Alberto Sanz inicia este año una etapa de gran responsabilidad, pues está al frente de la nueva bodega familiar provista de la tecnología necesaria para competir en los mercados del momento. Alberto es el biznieto de Santiago, vinatero de Villanueva de Duero, muy conocido en el pasado. Pero fue su padre, Vicente Sanz, quien le inculcó la pasión y el oficio de bodeguero y viticultor. El joven bodeguero tiene el corazón partido entre la localidad vallisoletana de Serrada y la de Valdestillas, su pueblo, origen de la bodega y donde se concentra el 90% de las cincuenta hectáreas de viñedo de las que la mayor parte son de uva blanca verdejo en espaldera. Además, y en pequeñas partidas, mantiene una corta producción de viura, sauvignon blanc, tempranillo y cabernet sauvignon. Esto es lo que permite a las distintas elaboraciones de la bodega, que asesora con acierto la enóloga María Sevilla, ofrecer registros sensoriales cargados de matices. Ante todo, Vicaral ya se ha convertido en una referencia de la Denominación de Origen, tanto como bodega como de las marcas de vinos blancos. La bodega exporta el 10% de su producción, un campo en el que tiene previsto crecer en la próxima campaña. El joven bodeguero Alberto Sanz apenas recuerda cuando en el 91 su padre iniciase sus pasos en la DO Rueda. Pero sí tiene en la memoria la construcción de la moderna bodega rodeada de viñedos en uno de los territorios del verdejo de mayor tradición y actividad viticultora.
Entre otros, cuenta con un equipo veterano con el que ha crecido en la bodega familiar. Marta Rodríguez, en la administración; Carlos Fadrique, en la viña y Diego Herrera en las tareas de bodega. Vicaral no ha abandonado iniciativas enológicas como las de los vinos espumosos ni sus vinos Miralalba, del que produce una pequeña partida de rosado, de tempranillo y cabernet. Además de los blancos Alberto Sanz y Cañada Real. Este año se abre camino entre los fermentados en barrica demostrando, a juzgar por la respuesta de los prescriptores, su buen nivel de calidad. La bodega sigue manteniendo su viña de verdejo en espaldera en un lugar emblemático del término de Valdestillas situado en medio de una paralela que dibuja la línea del Ave y el trazado del tren tradicional. Son las viñas que plantó Vicente en el año 2014, cinco hectáreas de la variedad verdejo.