TONELERÍA BURGOS | VALLADOLID
Madera de tradición
Tonelería Burgos en Nava del Rey, Valladolid, es toda una institución en el mundo del vino. Llevan desde 1941 fabricando de forma artesanal toneles de roble para bodegas prestigiosas
Fuego y agua. Dos elementos naturales que están presentes en la fabricación de barriles cuyo destino irá a parar posteriormente a la elaboración de vinos. La calidad de la madera –su principal materia prima– y el método de fabricación, con sus tuestes, influirá notablemente en la elaboración de un vino de alta gama, sin contar, por supuesto de su protagonista, la uva que se cultiva en el terruño. Un arte que mantienen a lo largo de generaciones solo dos tonelerías de Castilla y León.
La familia Burgos ha sabido preservar este oficio casi como el primer día desde 1941 en Nava del Rey. Representa toda una institución en esta localidad vallisoletana que vive la cultura de la vid de una manera especial. Muchos en el pueblo les conocen como ‘los cuberos de Nava’. A lo largo del tiempo han visto pasar por el negocio familiar hasta cuatro generaciones de artesanos toneleros. «Mi abuelo –Benito Burgos Gómez– nació en abril de 1920. Hizo la mili y se fue a la guerra civil con 16 años. Cuando vino había muchas bodegas. Él era cubero –los que arreglan las cubas grandes– ya que en aquellos tiempos tan difíciles de la postguerra civil española se reparaba más de lo que se fabricaba de nuevo. Después hizo el taller junto a mi padre, Mariano Burgos», rememora Juan Antonio, el mayor de los tres hijos de la saga que se mantiene vinculada al negocio familiar.
Todo se cuida con el mismo cuidado y cariño desde hace más de ochenta años. Hasta el cartel que cuelga de la fábrica ubicada en el centro del pueblo es el original: «nos lo restauraron hace unos años», remarca Juan Antonio.
Los hermanos Burgos - Juan Antonio, David y Rosa María- son unos enamorados de la tradición, de las raíces, y de su historia. Son artesanos de un oficio en vías de extinción, de los que se cuentan con los dedos de una mano. Su buen hacer ha traspasado fronteras y pueden presumir de contar con una fiel cartera de clientes que son casi como de la familia. Cada uno de ellos les pide sus preferencias, sus particularidades personales. Y como si fuera un traje a medida fabrican el que va a ser el armazón donde dormirán sus vinos.
Fabrican en torno a 4.500 y 5.000 toneles al año, de 225, 300 y 500 litros, que van a parar a prestigiosas bodegas de Denominaciones de Origen como Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Toro o destinos internacionales como Italia.
SELECCIÓN DE MADERAS
La fabricación de cada tonel requiere en torno a cuatro horas de trabajo manual. Pero el proceso nace mucho antes, en la selección de la madera. Trabajan con roble francés, americano y húngaro. «Seleccionamos manualmente duela por duela, desechando aquellas que tengan pequeños nudos o defectos o no estén correctamente serrado el tronco del árbol para hacer las duelas que componen posteriormente la barrica», explican. Acuden a proveedores internacionales de Estados Unidos - Missouri, Indiana, Kentucky-, de Francia -Limoussin, Allier, Vosges- y de centro Europa. En sus instalaciones se agolpan pilas de madera que serán tratadas.
Tras ello comienza un proceso de secado al aire libre que puede alargarse hasta los 18 o 20 meses. «La madera para que se seque bien hay que sacar la savia interior que tiene impurezas además de los taninos verdes y amargos para que se vuelvan dulces y agradables», explica Juan Antonio. Para ello se riega con agua de manantial propio a través de aspersores. «Es agua pura, inodora, incolora e insípida, exenta de cloro y de cualquier otro aditivo químico, manteniendo la madera en estas condiciones hasta conseguir el secado y la humedad adecuados».
LA FRAGUA DE LOS BURGOS
La estampa de su taller es parecida a la de una fragua antigua. Cada mañana los Burgos doman las duelas a fuego en el interior de la barrica. «El fuego lo ablanda; el agua también ejerce su función. Humedecemos la madera para que la fibra se vuelva más elástica por el exterior con el fin de facilitar el domado y evitar roturas», sostiene. El toque final se produce en el tostado, cuando se somete a las brasas hasta alcanzar el punto exacto que ha requerido el cliente.
La tonelería no ha cambiado de ubicación, siempre en el mismo lugar desde 1941. Visitar su fábrica es un viaje al pasado, a los extintos talleres de antaño, con el ruido de los martillos que aunque atronadores, resultan hasta acogedores. Incluso la calle donde se ubica la trastienda de su fábrica artesanal lleva su nombre, calle de los Toneleros. Un homenaje del pueblo a quien consideran parte de su ‘intrahistoria’. Juan Antonio y su familia te recibe con una simpatía especial. Su arte y oficio armando toneles le ha llevado a acudir a Ferias y Fiestas de la Vendimia de numerosas localidades. Su manos atesoran una sabiduría popular como ninguna. Con gracia y aplomo coloca las duelas sobre aros de domado guardando un equilibrio perfecto. «He viajado por muchos sitios, a la gente le gusta ver cómo se hace», comenta Juan Antonio mientras lo ilustra con un vídeo que guarda en el móvil de su demostración realizada en San Martín del Castañar, en plena Sierra de Francia. Tal es la pasión que siente por el oficio que le vio nacer que hasta cuenta con un Museo del Vino junto a la fábrica como un pequeño homenaje al pasado. Juan Antonio es un hombre fiel a los ritos y tradiciones. De su tonelería salen todos los años centenares de barriles para la célebre tamborrada de las fiestas de San Sebastián, donde él mismo participa en el simpático desfile de los cocineros.
La empresa, que cuenta con 13 trabajadores, atraviesa estos meses uno de los picos más altos de trabajo. «En verano descansamos, baja mucho la actividad», sostiene Juan Antonio. Pero ellos viven el día a día entre duelas y barricas con bonhomía.
La vida de un barril suele oscilar en torno a los siete años. A los tres o cuatro muchos son reutilizados. Para ello se realiza el azuelado de barricas, un moderno procedimiento con el que recuperan interiormente la barrica respetando la hebra de la madera y eliminando todo resto de antiguas vinificaciones. Una especie de ‘rebanado’ de la cara interior de la barrica con el fin de volver a poder vinificar sin restos de vino en las paredes internas.
RECUPERACIÓN DE BARRICAS
En los últimos años se ha incoporado un nuevo nicho de negocio en la Tonelería Burgos, la de la recuperación de barricas antiguas para uso en las hostelería. «Muchas bodegas nos piden restaurar algunas barricas, con su sello exterior para utilizarlo como mesas en bares y restaurantes», comenta mientras barniza una tanda Rosa María. También son los encargados de hacer las mesas para la marca de cervezas Estrella Damm o la marca Victoria de Málaga.
Los Burgos han sabido adaptarse a los nuevos tiempos manteniendo el espíritu de la tradición de antaño. En su casa han entrado las nuevas tecnologías -las marcas del exterior de las barricas se realiza a láser- pero con sumo celo y cuidado de que no se adulteren su vida y mantengan fieles su esencia, su alma de artesanos toneleros.
GUÍA PRÁCTICA
NAVA DEL REY: Nava del Rey es un bonito pueblo vallisoletano que bien merece una visita y contemplar sus calles jalonadas con casas nobiliarias. Ubicado en plena DO Rueda, el viñedo ha sido tradicionalmente uno de sus principales recursos, lo que se hace palpable en cada rincón. Cuenta con más de 400 bodegas subterráneas. Se puede consultar su rica oferta enoturística en la web del ayuntamiento: www.ayto-navadelrey.com. Entre sus tradiciones populares destaca su Semana Santa.
PARA COMER: Restaurante Bodegón de Nava. C/ González Pisador, 27. Tel: 983 850 341. Restaurante Rural Doña Elvira. C/ Empedrada, 2. Tel: 983 850 477. Restaurante Manza. C/ Cervato, 1. Tel: 983 850 560. Área de Servicio La Loba 2000. A-62. Ctra. Burgos-Portugal km. 169,6. Tel: 983 481 018.