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Hijos de Félix Salas | Valladolid

Los Salas, fieles al terruño de Corcos

Inés Salas, en el interior de la bodega, en Corcos del Valle - E.M.

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Inés es la biznieta de Baudilio y de Abraham. Parece que este parentesco apenas dice nada en pleno siglo XXI, pero lo que de verdad ha marcado la vida de esta joven enóloga vallisoletana es ser la nieta de Félix Salas. Mi viejo amigo creó hace 50 años la marca, la bodega. Y lanzó los vinos de su pueblo, Corcos del Valle, al mercado. Félix fue un impulsor de la Denominación de Origen Cigales. Hoy, su hijo Isaac defiende las 45 hectáreas de viñedo, todas en el mismo término municipal. Algo que su sobrina Inés, enóloga con muchas vendimias encima, sabe que es el verdadero diferencial de los vinos que hoy comercializa la bodega Hijos de Félix Salas. Y aquí está la clave del vino actual, al margen de los procesos de fermentación y crianza y la elección de diferentes envases.

La fuerza está en la tierra, en el suelo del que va a derivarse una buena parte de las cualidades y propiedades de los vinos. Y es que para Inés Salas el hecho de seguir cultivando las viñas en los mismos pagos que lo hacían sus ascendientes es el mejor cimiento. Cada año siguen llegando uvas vendimiadas en las viñas de Perrote, Carrascal, Boga, Los Hilos o El Picota, uno de los pagos o majuelos que ya se ha convertido en un icono de la bodega, con un guiño artístico en la etiqueta que recuerda al genial pintor ya desaparecido Félix Cuadrado Lomas. 

Esta bodega de Corcos del Valle admite que su mercado es el nacional y que apenas ha hecho apuestas por la exportación, una parcela que no descarta para el futuro. Por el momento, las 250.000 botellas que salen al mercado de media al año lo hacen bajo el amparo de la DO Cigales y se ajustan a la personalidad de la zona. Elabora rosados jóvenes de acentuada vocación primaria bajo las marcas Félix Salas y Viña Picota. Y también una serie de tintos donde predomina la variedad tempranillo en distintas categorías de Roble, Crianza y Reserva. Es aquí donde esta bodega tiene su piedra angular, pues de las cerca de 50 hectáreas de viñedo que, -insisto- se localizan en un término municipal, destaca la variedad tempranillo.

En vaso, con más de 40 años, y en espaldera, con más de 25. Esta es la verdadera savia de los vinos de Inés Salas. Un músculo de tempranillo que en ocasiones comparte guiños de garnacha y de syrah. En los rosados la bodega de Corcos permanece fiel a esa unión varietal de la que muchos no nos apeamos por considerar que ahí puede estar la esencia de un clarete genuino. Ese clarete por el que tanto penamos y al que tanto añoramos en el que intervienen las tintas y las blancas, o sea: la tempranillo, la garnacha, la albillo y la verdejo. 

En definitiva, Inés Salas responde a una bodega de corte familiar, con una clara raíz cigaleña, pero a mayores en algunas campañas la nieta de Félix nos sorprende con un vino espumoso, su célebre Gogna. Y no dudo de que no tardará en abrir nuevos frentes enológicos en la bodega de Corcos. Mientras, los Salas han sabido sacar partido a una bodega de familia, marcada por la tradición y con un ADN local contundente. Por eso, el enoturismo se ha abierto como un frente rentable, pues permite al visitante disfrutar, conocer y catar.

Desde la viña a la copa. Inés subraya que tal vez la oferta enoturística más emocionante es la que pasa por la teatralización. En algunas visitas, un actor representa a su abuelo Félix y transmite la historia de la bodega en primera persona. Otro campo que tiene mucha aceptación es el que va destinado a las familias y los niños. Sin duda, el Kids Wine Corner ha sido un acierto, ya que los niños están atendidos y entretenidos mientras los padres visitan las instalaciones y catan los vinos. La biznieta de Baudilio y Abraham continúa la saga familiar y esa apuesta por el vino de su pueblo bajo la DO Cigales.