Diario de Valladolid

Hacienda Miguel Sanz | Burgos

El vino de los Agustinos

Antonio Miguel Sanz y Armando García, frente al Monasterio de la Vid y con el vino que recibe su nombre - E.M.

Antonio Miguel Sanz y Armando García, frente al Monasterio de la Vid y con el vino que recibe su nombre - E.M.

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Javier Pérez Andrés

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El primer vino es de la añada de 2022 y es un joven roble. Un tempranillo con un paso ligero por barrica que cuenta con el aval de la enóloga de la familia, Begoña Miguel Sanz. Además del veterano criterio del técnico ribereño Juan Ayuso, sin olvidar el toque de Emilio Sojo, gurú de Bodegas Riojanas. Un ‘triunvirato divino’ para el vino de los Agustinos. El director de la Hospedería asegura que este vino de la Ribera del Duero ‘va a misa’.

No es la primera vez ni será la última que una bodega de la Denominación de Origen Ribera de Duero se convierte en una instalación ‘marsupial’. Es decir, en las tripas de sus depósitos y barricas se crían hijos de otros, pero con su propio sello. Y esto es lo que hace la bodega Hacienda Miguel Sanz con bastante acierto.

La familia Miguel Sanz elabora en sus instalaciones 95.000 litros que destina a la marca Alacer de la veterana firma Bodegas Riojanas, que ha encontrado en la bodega de Vadocondes, su asiento en la Ribera del Duero. De las 100.000 botellas que produce la bodega Hacienda Miguel Sanz, 5.000 se destinan al vino de los Agustinos, del monasterio Hospedería de la Vid.

La bodega es gestionada por los hermanos Antonio y Begoña Miguel Sanz e Isabel Valero. El abuelo de Antonio tenía una destilería de orujos en Santa Cruz de la Salceda y los recogía de la viña y bodega del monasterio de La Vid. De ahí que siempre mantuviera una relación familiar que hoy continúa con el padre, Agustín Alcalde, prior del monasterio. Además, mantiene un estrecho vínculo con el director del actual hotel hospedería restaurante, Armando García. 

Por fin se cumplió el sueño de ofrecer en la tienda y en el restaurante un vino de la casa, el vino de los Agustinos. Su nombre es posiblemente de los más largos de la nomenclatura del vino actual: se llama ‘Monasterio Santa María de la Vid Orden de San Agustín’. Y, como se indicaba al principio, el primer vino es un tinto joven roble de la añada de 2022 con Denominación de Origen Ribera del Duero.

La nueva dirección de la hospedería permite la convivencia de los huéspedes con un reducido grupo de religiosos, entre ellos, el prior, el padre Agustín, con el que es fácil conversar en las distintas estancias del monasterio que incluye la iglesia, la biblioteca, el museo y las zonas ajardinadas del complejo monacal.

Para Armando García, esta iniciativa de incorporar un vino de la DO Ribera del Duero, abre la puerta a una completa oferta turística, gastronómica, histórico artística y enoturística. En el comedor de la hospedería del monasterio de la Vid destaca un lema en su pared frontal Tolle Lege, que, según el director del complejo, viene a significar «toma y lee». Quién sabe, igual algún día será una nueva marca de vino junto a la etiqueta actual de nomenclatura interminable. Pero, lo mejor de este nuevo proyecto es que la oferta enoturística ya está en marcha con visitas a la bodega Hacienda Miguel Sanz, a sus viñedos y a las catas y degustaciones en la hospedería de las que se encarga un miembro de la familia la mujer de Antonio: Isabel Valero.

La bodega no supera los 150.000 litros que salen al mercado bajo el amparo del Consejo Regulador de la DO Ribera del Duero bajo las categorías de tintos, jóvenes y crianzas y con la marca Alacer como etiqueta principal. Las treinta hectáreas de viñedo de la familia pertenecen a los hermanos Miguel Sanz y a viticultores del entorno. Se trata de partidas de uva que proceden de viñas situadas en zonas altas en los términos municipales de Santa Cruz de la Salceda y Vadocondes, todas ellas con viñedos por encima de los 900 metros y una edad media de cuarenta años.

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