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Milénico San Martín de Rubiales (Burgos)

El Ribera de Morocho, el nieto de Carajilla

Juan Manuel, en el interior de la nave de crianza de bodegas Milénico.

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Seguro que su abuelo Juan el, de los orujos, y su otro abuelo, el Carajilla, estarían muy orgullosos de su nieto, que hoy exporta el 85% de las 25.000 botellas con DO Ribera del Duero a Centroeuropa y a países tan lejanos como Canadá, EEUU, Australia o Japón. A Juan Manuel Martínez Hornillos, bodeguero y viticultor de San Martín de Rubiales, pueblo que hace linde con Roa en la Ribera burgalesa, le conocen por el Morocho, el apodo familiar. Guiños del lenguaje popular que custodian ricas historias entrañables y queridas por los habitantes de la comarca como la que ha protagonizado la familia de Juan Manuel. En Roa dice una coplilla o un dicho popular que «Al vino de Carajilla que la Morocha despacha, que nadie le ponga tacha, al vino de Carajilla que la Morocha despacha». Y es que sus abuelos Isabel y Félix tuvieron bar en Roa, muy cerca del hospital de San Juan, hoy Consejo Regulador. Y hay más «Cuando la siega y la trilla sudor y calor derrochan, me tomo una garrafilla del vino de Carajilla, servido por la Morocha». Todo un orgullo ese linaje heredado de los suyos. Una buena raíz, muy profunda, pegada a la tierra, al suelo, al mismo terruño en el que su otro abuelo, Juan Valcabado, se suma a esa herencia familiar y cultural, pues plantó viñas y vendía orujos en su ‘aguardentería’ de San Martín. Quién sabe si algún día tendrán un lugar en la etiqueta.

Casualmente, sus vinos con DO Ribera de Duero ‘Dos mundos’ nos cuentan otra historia familiar y ribereña, sus ascendientes se vieron obligados a emigrar en tiempos de la filoxera a Cuba y a Argentina. Y este es el vínculo del terroir cultural de esta bodega que entra en la Denominación de Origen Ribera del Duero con la añada de 2015, pero con una larga trayectoria que inicio su padre plantando viñedos en espaldera en los 90. Pronto Juan Manuel y su hermano David, los hijos de Milagros Hornillo, tomaron las riendas de la viña y del vino. Y así nació la bodega Milénico, cuyo vocablo es la suma de los nombres de la cuarta generación Mila, Leo y Nico. La pequeña Bárbara llegó después y «habrá que hacerle un hueco», dice Juan Manuel, que es quien lleva el timón de la bodega familiar. Sin duda, se ajusta al perfil por vínculos con la tierra y las ramas familiares. Y así se escribe la historia de una DO cargada de raíces que aportan los viticultores de su ámbito geográfico. La bodega comercializa vinos exclusivamente elaborados con la uva tempranillo por el momento, pues acaba de plantar albillo blanco y produce sus cerca de 30.000 botellas con la uva de sus propias viñas, situadas en los términos de San Martin de Rubiales y Roa.

Se trata de viñedos en espaldera con una media de edad de 25 años. Viñas plantadas en suelos de viejos pagos como el de Valdepila, Solapeña, Rodero y Carraroa. La bodega, situada en el casco urbano, es el resultado de la adaptación del edificio de una explotación agropecuaria familiar, hoy rehabilitado como lagar e instalación enológica con nave de fermentación, depósitos de inox y nave de crianza para unas 70 barricas de roble americano y francés con 3 años de media de edad. La bodega comercializa los tintos Milénico, un reserva con 24 meses en roble; Valdepila, con un año en barrica; Dos mundos, con doce meses en barricas bordelesas, y Mediterránico, un Ribera joven sin barrica, además de un rosado joven con el nombre de Dos Mundos. En breve aparecerá un Ribera blanco de la variedad albillo. La ubicación de la bodega, entre Peñafiel y Roa, la sitúa en un lugar privilegiado dentro de la DO Ribera del Duero. Para Juan Manuel ha sido clave la «experiencia de los mayores, que nos apuntaron a las laderas con mejores ubicaciones para la viña».