Diario de Valladolid

Restaurante Hospedería Monasterio de la Vid

Come y lee en Burgos

Armando García y Diego Santos, director y jefe de sala del restaurante, junto al prior del monasterio de Santa María de la Vid, Agustín Alcalde.  /

Armando García y Diego Santos, director y jefe de sala del restaurante, junto al prior del monasterio de Santa María de la Vid, Agustín Alcalde. /

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Javier Pérez Andrés

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Esta semana, el apunte gastronómico atraviesa los claustros de un monasterio emblemático del Duero burgalés cuya cocina inicia una nueva singladura. No falta el torrezno soriano ni la morcilla de Burgos, ambos con IGP. Tampoco el bacalao en tempura jesuita y unas cocochas al pil pil de boletus. Platos que, a pesar de su emplazamiento, no frivolizan con nomenclaturas conventuales. La cocina sigue tutelada por el Virrey y muestra la comanda más actual con platos digeribles, fáciles de reconocer y sujetos al momento culinario. Alubias rojas de Ibeas con rabo de vacuno, mollejitas crujientes, chipirones encebollados, ventresca de bonito y flores de alcachofas. Cachopines de ternera y canelones de lechazo asado, entre otros aciertos. Todo ello por 30-35 euros a la carta. Una frase acapara la decoración del restaurante de la hospedería monástica del monasterio de La Vid: ‘Tolle Lege’. Según el director del complejo hostelero viene a significar «toma y lee». Armando García, director gerente e ilustrado, afronta el reto de una nueva comanda en el Duero, cuyo embrión parte del célebre Virrey Palafox de El Burgo de Osma. Lo cierto es que en esta ocasión las instalaciones, el alojamiento como hotel y los comedores del restaurante y las terrazas mantienen una oferta gastronómica de total actualidad y, curiosamente, los frailes siguen en Santa María de la Vid, a orillas del Duero. En feliz convivencia. Cada uno en su celda. Es decir, la actividad monacal hospedera continúa en parte del edificio, y el hotel se abre camino en la oferta turística desde hace tres meses. Todo ello, gracias a un inteligente encaje que se traduce en la profusión de libros y estanterías en la decoración y, fundamentalmente, en la presencia del prior, Agustín Alcalde, que conversa y saluda habitualmente a comensales y turistas. Gesto hospitalario. Diego Santos es el jefe de sala y pertenece a las brigadas veteranas del Virrey. Ahora toma comanda y, al mismo tiempo, anima a sus comensales a pasear por un monasterio que ofrece una completa visita por el interior, claustros, biblioteca, museo sacro y la impresionante iglesia que conserva la talla gótica de Santa María de la Vid del siglo XIII. 

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