La Posada de la Puebla de Sanabria
La cocina apegada a la tierra
Esta casa de comidas y hospedería es una referencia indispensable para quien quiera descubrir la cocina sanabresa de calidad en un ambiente acogedor y familiar
Escapar a Puebla de Sanabria es hacerlo a uno de los rincones con más encanto de la región, un pequeño paraíso a medio camino de Galicia que en cada estación del año ofrece una mirada diferente, todas ellas increíbles, llenas de belleza. Un viaje del que volveremos con la mochila cargada de aire fresco y desconexión; Puebla de Sanabria es uno de esos pocos lugares que aún conserva el encanto de los pueblos de antes, hecho de piedra y pizarra, pero también de fiestas y tradiciones, de autenticidad. La villa medieval catalogada como uno de los Pueblos más Bonitos de España no defrauda ni por su patrimonio, su historia, y mucho menos por su gastronomía.
Una de las paradas para disfrutar de su cocina es La Posada de la Puebla de Sanabria . Carmen y Virgilio abrieron esta casa de comidas que cuenta también con habitaciones, hace justo 20 años tras una larga trayectoria en el mundo de la hostelería. «Llevábamos el chiringuito de la playa de los Enanos, en el Lago de Sanabria. El negocio iba muy bien pero queríamos tener algo propio y encontramos esta casa. Pertenecía antiguamente a los Aguilar y los Ossorio -la nobleza de la zona-; el inmueble estaba en ruinas y había que restaurarlo. Hicimos una obra titánica y la levantamos con mucha ilusión, fue la segunda posada rural que abrió en el pueblo», cuenta Virgilio con una vitalidad contagiosa. Su casona, que guarda la arquitectura típica de la zona, recibe al visitante con unos balcones repletos de flores que transmiten la misma alegría que la que regalan sus propietarios. Está situada en plena plaza mayor, junto al Ayuntamiento. En este tiempo se ha convertido en un lugar especial por el encanto de sus muros de piedra y sus balcones de madera. «A lo largo de este tiempo Puebla ha cambiado mucho. El turismo antes era más estacional. Ahora ves a gente durante todo el año. Muchos llegan de Madrid, pero también de la provincia o incluso gente de paso -en su viaje a Galicia- que hacen parada y se impresionan de la belleza del pueblo. Me dicen: -cómo no habremos parado antes-», relata en medio de su jornada de descanso. También es frecuente ver a turistas del Camino de Santiago en su vertiente Mozárabe Sanabresa. La época de apogeo es el verano cuando no dan a basto para poder atender la llegada de turistas. Aunque los lugareños aseguran que el momento de mayor belleza llega con el otoño.
El restaurante se encuentra en la primera planta del caserón con unos balcones jalonados de flores que se asoman a la plaza mayor, epicentro de la villa, aunque puede contemplarse la calle de San Bernardo y una gran parte de Puebla de Sanabria y de los montes que lo rodean.
Su comedor se ha quedado pequeño –45 comensales– para poder satisfacer la demanda. Y es que en este tiempo Virgilio Saiz Martino, y su mujer, Carmen Pesquero se han ido ganando a un público fiel a base de cariño. «Lo que no hay que perder nunca es la sonrisa. Estamos para satisfacer al cliente y lo que más me llena es que se hayan sentido como en su propia casa, cómodos». Llegado el buen tiempo el restaurante familiar cuenta con una lustrosa terraza de verano.
COCINA ARRAIGADA
Su carta sigue fielmente el recetario de la zona empezando por las tostadas, de pan de pueblo elaborado con harina zamorana. Un repertorio de cocina sanabresa con producto autóctono de calidad donde destacan los boletus, el pulpo, los habones o las carnes. También cuentan con embutidos y quesos. A lo largo de estas dos décadas han mantenido los mismos proveedores de confianza de la zona. «El carnicero es de Lubián, se abastece de ternera de la zona de la Alta Sanabria y no lo cambio por nadie. Lo mismo me pasa con los habones. Son buenísimos. Nos los siembran dos agricultores todos los años y les compramos la cosecha. Los preparamos con oreja, chorizo y panceta y están exquisitos. También los hemos hecho con almejas», explica mientras limpia unos boletus recogidos con las lluvias de esta primavera.
Los vinos cuentan con el asesoramiento de Alfonso, que se ocupa de buscar alguna referencia nueva o de indagar en nuevas zonas vinícolas. Lo que no fallan son los vinos de Toro, siempre presentes en su carta, que conviven con otras elaboraciones de Ribera del Duero aunque en su casa nunca faltan las botellas de albariño y verdejo.
Carmen, su mujer y la otra parte indispensable de esta casona, es la responsable del apartado dulce de la carta . Desde primera hora de la mañana se enfunda el delantal para elaborar tiramisú, arroz con leche, la famosa tarta de la posada, yogur de leche de oveja de Zamora o leche frita. En época estival completa su repertorio dulce con helados ‘de autor’ que no defraudan como el mascarpone e higos.
En estos 20 años -el aniversario se celebró el pasado 23 de enero - la Posada Rural de la Puebla de Sanabria se ha convertido en un lugar querido por sus huéspedes y clientes.
Su equipo de trabajo lo conforman 9 personas en total entre las que se encuentran su hijo. Su terraza es un paraíso rural donde escapar a disfrutar del ambiente que se respira.