Gordonzello. La última revolución leonesa del vino
Gordonzello nació de una iniciativa social y de la necesidad de recuperar la viticultura en Gordoncillo cuando apenas quedaban unos majuelos improductivos en la localidad
Llevan años presentes en las cartas de los restaurantes y en las tiendas de vinos. Los Peregrinos varietales de verdejo y albarín, El Antojo blanco dulce, El Kyra (albarín barrica), los rosados Peregrino de prieto picudo y el exitoso rosado con madreo ‘Gurdos’, a los que se suman los tintos jóvenes Peregrino, La Costana crianza y el exclusivo tinto Mil 100 que ha demostrado la capacidad de envejecimiento de la tinta prieto picudo. Estos son, entre otros, los vinos de calidad que nacieron fruto de la última revolución del vino con tilde social en León.
Posiblemente esta bodega de la Tierra de Campos leonesa sea el último ejemplo revolucionario en el sector vitivinícola . Tan solo comparable al nacimiento de aquellas cooperativas que en los 50 obligaron a unirse a los viticultores para defenderse de los almacenistas y rentabilizar el cultivo de la vid. Gordonzello nació de una iniciativa social y de la necesidad de recuperar la viticultura en Gordoncillo cuando apenas quedaban unos majuelos improductivos en la localidad. Eran los años 90, la región dibujaba el mapa de las denominaciones de origen, nacía una viticultura profesional y la moderna enología iniciaba sus pasos. En la primavera de la añada del 95 se gestó la revolución del vino en Gordoncillo , aunque su alma social tenía acento cooperativo, la forma jurídica de sociedad anónima que logró reunir a 101 socios que aportaron las hectáreas que formaron parte de una concentración parcelaria totalmente necesaria. Hoy, 26 vendimias después, los socios viticultores pasan de 175. Es decir, los propietarios y dueños de la viña, la bodega y de los vinos modernos de su pueblo. La revolución triunfó.
La primera batalla se libró en la vendimia de 2002 y sobre un altozano se empezó a construir la moderna bodega que, tras sucesivas ampliaciones que no han cesado, se ha convertido en una de las punteras en la DO León y en un ejemplo certero en el conjunto de proyectos enológicos en Castilla y León. La clave fue elevar a la vieja cepa tinta rastrera y autóctona prieto picudo sobre los alambres de las espalderas que permitieron, en distintas etapas, plantar una superficie de 205 hectáreas que facilitaban prácticas culturales más actuales y la mecanización de las mismas. La elección de las castas estaba clara. La tinta prieto picudo dominante y, en menor medida, tempranillo, mencía y verdejo. Pero, ante todo, Gordonzello tenía muy clara su apuesta blanca. La variedad albarín blanca se convertiría en una seña de identidad que aún hoy persiste en su gama de vinos y cuenta con nuevas plantaciones para garantizar su elaboración. José Manuel Fernández es el director gerente de la bodega. Él formó parte también de los pioneros.
De su gestión se aprecia hoy el valor añadido y la comercialización de más de un millón de botellas de las que un 40% salen al mercado amparadas por la DO León . La enóloga Sonia Casas continúa asesorando a la bodega de la que es enólogo el joven Sergio Paniagua, ambos de la Escuela de Enología de Palencia. Las nuevas instalaciones y el ajardinamiento de los exteriores, rodeados de la masa de viñedo más importante de la bodega, han situado a Gordonzello en uno de los destinos enoturísticos más atractivos de la región. Catas dirigidas, degustaciones, venta de vinos y visita a las instalaciones de la bodega se han convertido ya en algo cotidiano a juzgar por los centenares de visitantes que recibe la bodega. Sin olvidar que la localidad terracampina de Gordoncillo es una población con amplios atractivos turísticos culturales como su Museo de la Industria Harinera, el Centro de interpretación del Vino y las numerosas alegorías que se esparcen por el casco urbano con las esculturas que cada año se suman a sus atractivos turísticos.