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Viñas Serranas

Miquel, la rufete y la ‘Toscana salmantina’

Miquel Udina, en el interior de la nave de crianza, con sus vinos serranos.- E.M.

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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Miquel es la mano que mece la viña y el vino. Y es, además, serrano por convicción. Barcelona, añada del 82. Físico y enólogo. Discípulo de Joan Milà, unos de los padres del INCAVI. Fue quien le envió a la sierra en la añada de 2006. Desde entonces su ciclo vital es paralelo a los estados fenológicos de sus viñas serranas. Su chica, Concha, es de Molinillo. Miquel Udina ha sido el técnico y el padre de la DOP Sierra de Salamanca . Ahora, sin dejar la asociación que él mismo creo, inicia su proyecto personal, sin paralelismos, fuera de los órganos de decisión. Miquel forma parte de un cuarteto de éxito: Bosi (Ambrosio), que aporta sus 10 hectáreas en Garcibuey, entre otras la rufete blanca; Alberto, el primer enólogo nacido en Sequeros, y César que es el brazo del mercado desde la distribuidora Tintorería y ese fenómeno de Alma Vinos Únicos, vivero de rentables vinos de vignerons del mundo.

Con estos mimbres y unos cinco años de pasos cortos el éxito no tardaría en enverar. Y así lo hizo. La bodega se llama Viñas Serranas y ha puesto a la rufete en el candelero del mercado del vino top . Hace tan solo unos pocos años nadie imaginó que las rufetes serranas llegarían tan lejos. El 60% de la producción de Viñas Serranas se exporta a Estados Unidos, Australia, Noruega, Suiza, Suecia, Reino Unido, Dinamarca, Hong Kong y Tailandia. Sus precios oscilan entre 12-15 euros y 40-45 por botella. La bodega Viñas Serranas elabora sus vinos desde hace dos añadas en Cepeda, en las instalaciones de una moderna cooperativa de frutas donde se han hecho un hueco holgado y con toda la tecnología necesaria para fermentar y criar vinos selectivos. Sus tintos llevan la impronta frutal-mineral de la uva rufete en su mayoría. El contacto con el roble siempre medido pasa por barricas de 500, 400, 300 y 225 litros. Y todos sus vinos con crianzas de entre diez y catorce meses, dependiendo de añada y parcelas.

En la pasada campaña elaboraron en torno a 17.000 botellas de los 22.000 kilos de uva recolectados de sus viñedos propios de Garcibuey, Miranda del Castañar y Molinillo. Además, compran en Monforte, San Esteban de la Sierra y Cepeda a viticultores con contratos a largo plazo. Este año pasarán – si todo va bien- de las 20.000 botellas. Sus vinos responden a la orografía serrana, viñas viejas en suelos diferentes en altura y composición. De ahí la diversidad de sus vinos. El primero es un vino comarcal conocido como Ciclón, con base de rufete y con aportes de aragonés, calabrés y rufete blanca. Le siguen la primera línea de la colección de viejos viñedos que se etiquetan con el nombre del terruño del que proceden El Canchorral, Renvivas, La Pivonera, Los Rodales y el Helechal. Todos de viñas dispersas por los diferentes pueblos. Salvo El Helechal, elaborado a partir de rufete blanca, y La Pivonera, con más porcentaje de calabrés, todos tienen como variedad mayoritaria la uva rufete.

Lo han logrado después de una corta andadura, sumándose a otras bodegas de la zona ya en la brecha. Pocos tenían tan claro el potencial de la Sierra de Francia, hoy Denominación de Origen Sierra de Salamanca como Miquel Udina. Un serrano hecho a sí mismo. Un enólogo que creció profesionalmente entre las viñas serranas y sus levaduras autóctonas. Sin dejar de mirar al noreste donde triunfaba el modelo Priorato. Su experiencia en el terreno facilita las cosas . Buen conocedor del mapa comarcal de vino y la viña serrana, desde los vasos viejos en las laderas y bancales, a las viñas altas, a las de abajo del valle del Francia que es el río que da nombre al vino y a la comarca. Una bodega que nace de la tierra. Unos vinos que tienen ADN salmantino y el aval de las rufetes serranas.