Diario de Valladolid
Luis Martín, con sus vinos en el puente sobre el río Arlanza en la localidad cerrateña de Palenzuela. - LA POSADA

Luis Martín, con sus vinos en el puente sobre el río Arlanza en la localidad cerrateña de Palenzuela. - LA POSADA

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Javier Pérez Andrés

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Luis Martín es lermeño, de la añada del 67. Lleva casi 30 años vinculado al mundo del vino y en las últimas añadas ha encontrado el fundamento de su pasión por los vinos de calidad. En un ejercicio de absoluta sinceridad, poco corriente en un mercado turbulento, tomó la decisión de buscar vinos sinceros, que hablen por ellos mismos, que cuenten de dónde proceden, sin artificios. Así nació su línea de vinos sinceros bajo el amparo de la DO Arlanza, una mención que Luis ha defendido desde su origen por su vínculo familiar a esta histórica zona de vinos. En Palenzuela, Luis Martín cultiva, poda y laborea con sus propias manos viñas muy viejas. El proyecto Vinos Sinceros se basa en cerca de 70 parcelas repartidas fundamentalmente en la zona de Burgos y, en concreto, en el término municipal de Covarrubias. Así nacieron los vinos que han popularizado la iniciativa enológica de Luis Martín. El mayor valor de estos vinos de viñas viejas, de cortas producciones y bajos rendimientos que apenas alcanzan las 20.000 botellas cada año entre todos los tipos, variedades y procedencias, reside en que Luis Martín es, además, una de las referencias de la distribución de vinos en España. Es el propietario de Vinoval, una distribuidora de vinos anclada en Valladolid que comercializa en torno a 800 referencias de vinos de calidad con un alto porcentaje de vinos y bodegas de Castilla y León y Portugal. Además de contar con una de las mayores naves climatizadas para la conservación de los vinos, salas de cata y espacios destinados a presentaciones y actos que los profesionales tienen a su servicio. Algo que multiplica el valor de la iniciativa de Vinos Sinceros, que sea uno de los distribuidores más potentes de la región quien lidere esta elaboración de vinos procedentes de viticultura tradicional. Luis reconoce que esta línea de vinos llega a la copa sin maquillajes en los procesos de fermentación y crianza. Un proyecto que guarda un absoluto respeto por los últimos majuelos de muchas zonas, en contacto siempre con los viejos viticultores garantes de la costumbre, la tradición y la más pura cultura del terruño. Cuenta con una pequeña bodega en Lerma, su cuna familiar y una buena parte se centra en viñas viejas del valle de Covarrubias. Pequeñas parcelas que corrían el riesgo del arranque definitivo de no haber intervenido en ellas. Luis asegura que ha encontrado los mejores parámetros para la obtención de vinos únicos, diferentes y sinceros. En el caso de las viñas históricas rachelas, se trata de majuelos situados a mil metros de altitud, suelos profundos, algunos con cascajo, y esos contrastes térmicos que permiten elaboraciones de vinos con mayor complejidad marcados por el paisaje. Entre los Vinos Sinceros se encuentran el cerrateño Palenzuela Quintero; el original y cinematográfico Colina Triste, en homenaje al paisaje de Sad Hill, que fue el escenario de la mítica película El Bueno, El Feo y El Malo; La Viña de mis Ojos, con cepas de la zona baja de la DO Arlanza, y Las Mamblas al Alimón, con la bodega ribereña de Valtravieso pero con uvas del entorno de Lerma. El Colina Triste blanco es un homenaje a las viejas castas de albillo, viura, malvasía, chasselas o rojal, entre otras. Hace apenas unos días, Luis Martín ha liderado junto a un grupo de entusiastas, la fiesta de la poda, un homenaje a los viejos viticultores. Una jornada donde las tijeras, las viejas cepas y las copas de vino se aliaron por cuarta vez. Luis Martín se ha ganado su hueco entre las referencias de los auténticos vignerons de esta región, continuando su labor en la gran distribución gracias a un equipo veterano y a unas instalaciones que permiten comprobar el sueño sincero por el vino de un lermeño.

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