El apicultor estante de los torozos
MIELEGANTE (Torrelobatón, Valladolid)
El mundo de la miel atrae cada año a pequeños artesanos que dejan de lado su vida anterior y deciden dedicarse en cuerpo y alma a un sector que vive un momento dorado en Castilla y León. Tal es el caso de Francisco José González, al que todos en Torrelobatón, su pueblo, conocen como ‘Farru’. Desde 2020 lleva las riendas de una explotación apícola estante que reparte sus colmenas en varios enclaves de las provincias de Valladolid, Zamora y Palencia, aunque su ‘centro neurálgico de operaciones’, como él dice, está en este pueblo de los Montes Torozos de Valladolid. «Aquí tengo una nave con la sala de extracción, envasadora y almacén», explica mientras realiza un viaje de camino al campo. «Mi vida ha sido un constante ir y venir, de viajes continuos», comenta. En una vida anterior Fran se dedicaba al sector de la construcción, concretamente a la instalación de sistemas de seguridad de climatizaciones donde pasó veinte años.
La empresa para que la que trabajaba ganó un contrato con el Ministerio de Defensa y eso marcó una etapa de su vida que le hizo pasar hasta en 8 ocasiones largas estancias en Kosovo, donde ayudó a las labores para levantar el perímetro de seguridad del campamento base de los militares españoles y más tarde en Irak. Una experiencia que le ha dejado poso. «Un día cayeron tres morteros a pocos metros de donde me encontraba y me dije –qué narices hago yo aquí–», prosigue en su relato. La explicación del viaje emprendido al mundo de las abejas se encuentra en una conversación con un amigo que le picó el aguijón de esta pasión. «Como otros muchos, empecé como un hobby hasta que un día me dio un chispazo y decidí dedicarme a ello», cuenta. El nacimiento de su hijo hace 6 años ha sido la clave por la que haya decidido asentarse definitivamente en su tierra. «He vivido en las Islas Canarias, en Bilbao, me he recorrido toda España, ya tenía ganas de estar en casa y disfrutar de mi niño».
El recorrido de su marca Mielgante, ha sido corta pero intensa. Empezó con 6 colmenares, un número que fue ampliando y en la actualidad cuenta con 16 colmenares con una media de 30 colmenas cada una de ellas. La cifra de producción de la última campaña ha sido de en torno a 5.200 kilos de siete tipos diferentes: miel de flores clara, la de toda la vida, la oscura, Una cantidad que quiere mantener en esa línea ya que las labores que requiere la explotación tampoco le permiten ampliar más. Su idea es ampliar el negocio con la venta de abejas.
TRES SELLOS DE CALIDAD
Sus mieles están amparadas con tres sellos de calidad: Alimentos de Valladolid, Artesanos de Castilla y León y Tierra de Sabor. Unos marchamos con los que espera conquistar nuevos mercados. De momento está presente en pequeñas tiendas de la provincia de Valladolid aunque son muchos los vecinos de su pueblo y de la zona que le reclaman sus mieles. «Prefiero estar en menos sitios y poder abastecer a la clientela todo el año», comenta.
Sus casi 400 colmenas viven en distintos entornos de ricas floraciones que da lugar a un amplio abanico de siete variedades diferentes de miel donde destaca la de lavanda, que obtuvo la mayor puntuación de su tipo en el concurso Mielolid organizado por la Asociación Vallisoletana de Apicultores (AVA) donde obtuvo un 91,03 de puntuación. «Fue muy emocionante para mí porque aunque sabes que estás haciendo las cosas bien, que te digan que tienes una excelente calidad es una alegría», añade.
Se queja del intrusismo que hay en el sector, con muchos productos que se venden como miel y no lo es. Y es que miel pura de verdad hay poca. «Es una pena. La gente debe conocer lo que hay detrás de una etiqueta y darse cuenta de que hay mucho fraude».
Los sistemas de extracción que sigue Fran son totalmente naturales, respetuoso con la naturaleza, con temperaturas siempre cruda, con procesos en frío por debajo de los 40 grados, para no alterar su pureza y que mantenga así todas sus propiedades.
Sus aspiraciones pasan por ampliar canales de comercialización y llegar a nuevos mercados como Madrid. «En el futuro quiero mantener lo que tengo, no quiero expandirme más, poderme asentar en el mercado, tener una clientela fija y poder seguir endulzando el paladar de la gente durante mucho tiempo». Ideas claras que no falten. Y es que, como él dice, «quien gasta en miel como alimento se ahorra en medicamento».