Burgos, escenario de película
La provincia de Burgos ha sido escenario de numerosos rodajes, algunos tan conocidos internacionalmente como El Bueno, el feo y el malo o El Cid, pero también películas españolas como El disputado voto del señor Cayo o series como Juana la Loca.
El trabajo de un jefe de localizaciones para cine no es nada sencillo. Dar con el lugar adecuado que contextualice y complete la historia que los personajes cuentan es algo fundamental y en muchas ocasiones esos parajes son difíciles de encontrar. Tras largas jornadas investigando, visitando y catalogando posibles alternativas para una determinada escena, el resultado es, en algunas ocasiones, el descubrimiento de rincones dignos de ser visitados por su belleza y singularidad. Gracias a series de televisión y películas que se convierten en objeto de culto hay enclaves que se han convertido en puntos de peregrinación a los que se dirigen fans de todos los lugares del mundo.
Aunque en ocasiones esa afluencia de público perturba la tranquilidad de aquellos que hasta ese momento disfrutaban casi en soledad de esos rincones perdidos, también es una manera de ponerlos en valor para que sean un motor de desarrollo económico para las zonas donde se encuentran.
La antigua estación de tren de Cabezón de la Sierra fue una parada del ferrocarril en Las Petroleras que también se rodó en Salas de los Infantes y Sargentes de la Lora. / ECB
Desde mediados del siglo pasado, Burgos ha sido una provincia muy frecuentada por esos localizadores cinematográficos. Prueba de ello es que son varios los puntos donde se han rodado películas por todos recordadas y que forman parte ya de la historia del cine tanto de nuestro país, como del ámbito internacional.
Otro de los factores que influyen definitivamente en que Burgos sea un escenario recurrente para filmaciones es su gran legado histórico. No se puede concebir la leyenda de El Cid sin los paisajes castellanos o la vida de Juana La Loca sin hacer una parada en la capital burgalesa.
Precisamente El Cid ha sido y es una de las figuras más atractivas para los amantes del séptimo arte como lo sigue siendo para los turistas. Pocos dejan de fotografiarse ante su estatua, en pleno centro de la ciudad. A mediados de octubre, la ciudad organiza y vive el Fin de Semana Cidiano, con mercados medievales, justas y actividades de calle.
Se trata de una cita muy concurrida también por los turistas. Para comer, qué mejor que el Mesón del Cid.
Pero la más conocida recreación de las andanzas del héroe castellano es la que tuvo como protagonistas en 1961 a Sofía Loren y Charlton Heston en la mítica película El Cid del director Anthony Mann, aunque en esta ocasión las localizaciones pasaron de puntillas por la provincia burgalesa. Ahora es la serie con el mismo nombre y que está a punto de estrenar su segunda temporada la que toma el relevo y en esta ocasión Burgos tiene un papel relevante con el rodaje en el castillo, otro reclamo turístico principal en la ciudad, y el puente medieval de Frías, el cercano Monumento Natural del Monte Santiago con el Salto del Nervión como estupendo telón de fondo o diferentes localizaciones de la capital burgalesa. La visita a estos puntos en otoño tiene el valor añadido del cambio en el paisaje que es digno de ver en esta comarca. Para comer merece la pena desviarse hasta Miranda de Ebro y degustar la carta de La Vasca, uno de los restaurantes con más tradición de la provincia.
El director Vicente Aranda es otro de los cineastas que han tomado a Burgos, en este caso la capital, como uno de sus escenarios fetiche. Como no podía ser de otra manera su Juana La Loca hizo parada en las calles aledañas a la Catedral, en concreto la calle Fernán González y la plaza de Santa María que servía como marco para la llegada de la reina Juana I de Castilla, interpretada por Pilar López de Ayala, a la Catedral de Burgos. Esas calles y plazas están hoy llenas de vida con multitud de terrazas, bares y restaurantes y se han convertido en uno de los principales reclamos para los visitantes que hacen del ocio la razón de sus viajes. Se puede comer de tapeo o sentarse en las mesas más elegantes y sofisticadas sin dejar de oir el tañido de las campanas de la Catedral.
Sin olvidar que la Seo burgalesa celebra este año su VIII Centenario y que es sede de la exposición de Las Edades del Hombre.
Esta no fue la primera vez que Vicente Aranda escogía las calles del centro histórico de la capital para ambientar sus largometrajes, ya que en 1991 rodó algunas de las escenas más recordadas de su película Amantes, con Victoria Abril y Jorge Sanz y casi 20 años después, en 2010, en Luna Caliente abordó uno de los episodios más controvertidos de los últimos 50 años de la historia de España basado en el proceso de Burgos de 1970. Hoy frente a la fachada de Santa María se han instalado unas alas del artista mexicano Jorge Marín para que el turista se puedan hacer una foto frente a las vistas más reconocidas de la Seo burgalesa, en el mismo punto de la trágica escena final de la película Amantes.
Uno de los últimos proyectos que se han realizado en tierras burgalesas, en este caso con el Camino de Santiago como hilo vertebrador, ha sido la película The Way (El Camino). En este caso el actor y director de Hollywood, Emilio Estévez dirige a su padre, Martin Sheen en una película que recorre diferentes hitos del camino, desde su entrada en la provincia por Redecilla del Camino, pasando por Belorado, Tosantos, Burgos o Castrojeriz entre otros. Cuenta la historia de un padre que debe ir a recoger las cenizas de su hijo, fallecido mientras hacía el Camino de Santiago, y que decide recorrerlo también como homenaje a su hijo. Ese film es una hoja de ruta visual para aquellos que emprenden la Ruta Jacobea por la provincia de Burgos en la que la oferta de albergues y recursos culturales y turísticos es tan amplia que un peregrino apenas si da abasto para llenar su mochila con tantos recuerdos, experiencias gastronómicas o fotografías de paisajes.
El cineasta Antonio Giménez-Rico, muy vinculado a Burgos, también escogió escenarios burgaleses para varios de sus proyectos. Tal vez el más recordado fue la adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes El disputado voto del Señor Cayo que tomaba varios pueblos de la comarca del valle de Sedano, donde se sitúa la acción original, para contar el periplo de tres militantes socialistas que llegan a una pequeña aldea del norte de Burgos con el fin de pedir el voto en las elecciones de 1977. Allí encuentran al alcalde, el señor Cayo, interpretado por el carismático Paco Rabal, y a su mujer, que junto a otro vecino conforman el total de la población del pueblo. En este caso la localidad de Cortiguera fue el escenario escogido, una pequeña aldea que, pese a quedar vacía en la década de 1960, hoy son varios los proyectos de rehabilitación que se llevan a cabo para rescatar este enclave situado en pleno Cañón del Ebro. Éste es uno de los paisajes más abrumadores de la provincia de Burgos. A la espectacular belleza natural de la hendidura que el río ha tallado en el terreno, con multitud de especies animales y vegetales, a las puertas del cada vez más visitado geoparque de Las Loras y en plena ruta para conocer algunos de los pueblos más carismáticos de Burgos como Orbaneja del Castillo y su majestuosa cascada que desciende por partiendo el centro del pueblo.
Si viajamos al sureste de la provincia, en el entorno de Salas de los Infantes, encontramos uno de los enclaves célebres de la historia del cine, el cementerio de Sad Hill. Cualquiera que haya pasado alguna vez por la carretera que une Burgos y Soria, se habrá encontrado con la Peña Carazo, una imponente meseta que sirve de excepcional mirador de Tierra de Lara y Sierra de Pinares. El viajero avezado se dará cuenta de que esa elevación del terreno recuerda a esos paisajes del lejano oeste en los que los indios y vaqueros, montados a lomos de sus caballos, salían al galope para dar cuenta del bando contrario. Tanto es así que hace 55 años fue el lugar elegido para la escena final de una de las cintas de culto del denominado spaghetti western, El bueno, el feo y el malo. Aunque en el momento de su grabación esta película, que cerraba la Trilogía del hombre sin nombre (junto con Por un puñado de dólares y La muerte tenía un precio), pasó bastante desapercibida para el público burgalés, sí fue el punto de partida de la carrera de un joven actor llamado Clint Eastwood que, junto al director Sergio Leone y el compositor Ennio Morricone, conformaron el trío imprescindible de este género cinematográfico.
Hoy, el cementerio se ha recuperado y son multitud los visitantes que acuden a fotografiarse con la silueta de Clint Eastwood o entre las docenas de cruces de Sad Hill. El paisaje es, además, sobrecogedor en plena sierra burgalesa y en las puertas de la comarca de Pinares, un paraíso natural sin par en Europa, por un lado, y el nuevo parque natural de los Sabinares del Arlanza.
Como explica Sergio García, uno de los miembros de la Asociación Cultural Sad Hill, el destino quiso que un par de años antes, en 1962, se rodara también cerca del valle de Mirandilla, donde su ubica el cementerio de Sad Hill, la película El valle de las Espadas, que contaba las andanzas de Fernán González, protagonizada por Espartaco Santoni. En la producción de esa cinta trabajó Antonio Pérez Ginés, que luego formaría parte del equipo de Sergio Leone en El bueno, el feo y el malo. Fue él quien enseñó al director italiano las fotografías de ese anterior rodaje y de esta manera este enclave burgalés pasará a la historia del cine.
Después de casi cinco décadas en el olvido este célebre decorado fue reconstruido para conmemorar el cincuenta aniversario de la cinta gracias al empeño de la asociación cultural que lleva su nombre y recibe al año a cerca de 60.000 visitantes. De hecho, se han puesto en marcha diferentes proyectos en la zona con el rodaje de esta película como eje vertebrador, como el vino Colina Triste de Bodegas Sabinares, la cerveza Sad Hill o la propuesta gastronómica del restaurante El Pelayo de Salas de los Infantes.
Sin alejarnos mucho de Sad Hill se encuentran las localizaciones de otra de las películas que revolucionó la comarca burgalesa hace cincuenta años, Las Petroleras, con Claudia Cardinale y Brigitte Bardot. Como señala Sergio García, también coordinador de la Burgos Film Commission, en esta ocasión la presencia de las dos estrellas del cine internacional de los años 70’ supuso una auténtica revolución tanto para Salas de los Infantes, como para la cercana localidad de Cabezón de la Sierra en cuya estación de tren se centraba parte de la acción de la película que fue rodada entre Burgos y la Dehesa de Navalvillar de Colmenar Viejo. A estas localizaciones se sumaba el campo petrolífero de Ayoluengo, cerca de Sargentes de la Lora, y sus característicos ‘caballitos’ para la extracción de petróleo, parte esencial de la trama.
Otra de las películas que está a punto de cumplir aniversario, en este caso los veinticinco años, y que tomo los paisajes burgaleses como referencia fue el Milagro de P. Tinto de Javier Fresser. Esta hilarante comedia tuvo a la localidad serrana de La Revilla, concretamente a su estación de tren, como uno de los puntos clave de la acción, ya que era allí por donde pasaba cada 25 años el Expreso Pendular del Norte.
En esta zona serrana es posible marcar puntos de paso en el rutero muy apropiados para el otoño. La excursión al singular hayedo de Santa Cruz de Valle Urbión merece un desvío para cualquier amante de la naturaleza. La oportunidad de cruzar un hayedo casi intacto mientras se asciende hacia el Pico San Millán, el techo de la provincia es una tentación para los más montañeros. Además, toda la comarca es muy setera y no es difícil organizar una salida con los permisos en regla para llenar la cesta de boletus y níscalos. Para quien sea más de comer que de pasear, el Cenador en Quintanar de la Sierra es uno de los templos donde mejor se prepara estos productos con un toque de modernidad sorprendente. Recomendable reservar con antelación.