Diario de Valladolid

El mejor por menos de 50 dólares

La prestigiosa revista Wine Spectator ha elegido este vino en su top 100 mundial. Valorado con 96 puntos, destaca por su relación calidad/ precio

En la imagen, Juan Esteban (i) responsable de las labores de campo y su hermano Ricardo (d), encargado se supervisar la bodega, con el vino elegido por la publicación americana como el mejor por menos de 50$. Un equipo que completan con su hermana Esther, al frente del laboratorio.  / E.M.

En la imagen, Juan Esteban (i) responsable de las labores de campo y su hermano Ricardo (d), encargado se supervisar la bodega, con el vino elegido por la publicación americana como el mejor por menos de 50$. Un equipo que completan con su hermana Esther, al frente del laboratorio. / E.M.

Publicado por
Henar Martín Puentes

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En un año donde parece que estamos rodeados de incertidumbres y noticias amargas, hay quien puede presumir de haber arrancado este 2021 de la mejor manera posible. Al menos en lo que se refiere al reconocimiento mundial por el trabajo bien hecho llevado a cabo en Bodegas Valderiz (Roa de Duero, Burgos). Así lo ha puesto de manifiesto Wine Spectator, la publicación de referencia para los profesionales y amantes del vino, que ha seleccionado una de sus referencias, Valderiz 2016, en  su ranking anual de ‘los 100 mejores vinos del mundo’. Los expertos de la publicación con más de 30 años de trayectoria han otorgado a esta elaboración 96 puntos, situándose en el puesto 12º. Entre medias se cuelan vinos de regiones como la Toscana o el Piamonte, en Italia, el Valle del Loira (Francia) o Napa Valley (EEUU), por poner algunos ejemplos. 

Lo más significativo es que Valderiz se convierte en la única bodega de la Ribera del Duero y de Castilla y León presente en el ‘top 100’ de la revista más influyente y con más seguidores. «Me habría gustado que hubiese alguno más. Que la Ribera o los vinos castellanos estén ahí, es bueno para todos», confiesa Juan Esteban, representante de la tercera generación de esta familia de viticultores, sin ocultar el orgullo por colarse en la prestigiosa lista que es seguida con expectación por los bodegueros de medio planeta.«La mayoría del sector está muy pendiente de esta guía, lo que supone es posicionarnos en el mundo especializado del vino en el segmento de alta calidad. Pone en valor la marca y ayuda a que muchos de sus suscriptores tengan la curiosidad por ver lo que hacemos, conocer los vinos, probarlos y tener su propia opinión. El cliente final tiene que tener un referente, un poco similar a la Guía Michelin». 

No es la primera vez que los ojos de la publicación americana se fijan en esta elaboración de Tinta del País (95%) y Albillo Mayor (5%). Ya en las ediciones de 2015 y 2016 fueron elegidos entre los mejores del mundo. Si a ello le añades que no es la única revista que pone de relieve la calidad de su vino, sino que ha sido alabado por prescriptores como el crítico americano James Suckling y el Master of Wine y periodista británico Tim Atkins, que lo han valorado con 94 puntos, estamos hablando de que estamos ante un vino expresivo, de personalidad única que se diferencia en el mercado. Otra publicación de referencia como Wine Searcher –un portal independiente que realiza un seguimiento en función de las búsquedas realizadas por un vino en particular a lo largo del tiempo– lo ha situado a al cabeza de los 25 vinos españoles con mejor calidad-precio. No es para menos. Por unos 20 euros podemos hacernos con una de estas botellas con una crianza de 20 meses en barricas de roble francés (80%) y roble americano (20%). Ya el año pasado, otra de sus elaboraciones, el Valdehermoso joven 2018, fue incluido en la lista  de los 8 mejores vinos españoles por menos de 25 dólares.

Guardianes del campo

¿Cómo se consigue todo esto? La fórmula del éxito, aseguran, no tiene atajos ni trampa ni cartón sino que es, más bien sencilla. «Cuando priorizas el cultivo y transformas esa uva en vino, se obtienen vinos originales y puros de la zona. No nos escondemos, el ‘secreto’ está en conseguir uvas de altísima calidad en el campo y dejar que la naturaleza actúe. Y después, hacer unas crianzas con lógica y mucho sentido para que, al final, obtengamos un vino representativo de la zona, fino, elegante…» enfatiza Juan, uno de los tres hermanos al frente de la bodega familiar. Lleva el nombre de su abuelo, Juan Esteban, responsable de los viñedos más antiguos. Enamorado del campo, plantó las primeras cepas en torno a los años 40, en plena posguerra española. Sin ser consciente de ello, fue un precursor de los principios de la agricultura ecológica en la Ribera del Duero, respetando los ritmos de la propia naturaleza y huyendo de pesticidas, herbicidas y abonos. Hoy sus 96 hectáreas de viñedo propio que se reparten en 45 pequeñas parcelas cuentan con la certificación que así lo avala.

Todo el proceso es cuidado a lo largo del año con mimo y cuidado, preservando la esencia y el carácter de la Ribera del Duero. «Llevamos cultivando el viñedo como nos enseñaron nuestros antepasados, desde hace décadas, y continuamos haciéndolo de la misma manera», argumentan. La vendimia es manual como suele hacerse en los vinos de calidad, preservando en todo momento las cualidades de la fruta. La elaboración es muy suave, sin grandes extracciones, en cubas de acero y foudres. Durante el proceso de vinificación no se emplean encimas o levaduras que no sean las autóctonas de la propia uva. 

Toda una sabiduría basada en el cuidado minucioso del fruto, respetando sus tiempos y con la paciencia y sencillez propia de un anciano. Ellos se consideran agricultores de pura cepa. Los de toda la vida. Aquellos que saben esperar los momentos que requiere los ciclos vegetativos. Huyen de ostentaciones ni extranjerismos. No se ven como vignerons. Les gusta más lo sencillo y rural.

«Citando a Álvaro Palacios nosotros somos guardianes del campo», afirma convencido Juan. La observación ha sido una de las lecciones aprendidas desde niños. Pasaron su infancia entre los majuelos de su abuelo. «Nos hemos criado y educado prácticamente en el viñedo. Somos pastores de nuestro suelo y de nuestra zona, lo que hacemos es tratar de mejorar nuestras técnicas de cultivo cada año y transformar en bodega». Cuando tenía tan solo siete años le acompañaba a La Loma, la parcela que les ha reportado más satisfacciones, pues de ahí sale la uva para elaborar el Valderiz, a ayudarlo a injertar. Fue él quien les enseñó, entre otras muchas cosas, a seguir los ciclos lunares en determinadas labores. Algo que han preservado hasta la actualidad. 

A las buenas noticias que llegan de la prensa especializada se suma los buenos augurios que hacen con las recientes nevadas caídas por el temporal Filomena. Y es que la nieve es en el viñedo es una bendición caída del cielo. «Es un desinfectante natural, cicatrizante… Además nosotros no usamos regadío, por lo que supone grandes reservas hídricas», explican. Estos días están inmersos en los trabajos de poda, de las épocas destacadas en el calendario vitivinícola. Su padre llegó a casi ‘patentar’ su propio sistema, el de ‘pie de pato’. 

Los Esteban comenzaron como la mayoría de viticultores de aquel momento, vendiendo su uva a granel para otras bodegas. Tomás Esteban, segunda generación y padre de lo actuales propietarios, heredó esa misma filosofía, manteniendo la esencia del terruño. Hace más de 10 años se incorporó al equipo Juan Esteban, que supervisa el trabajo de campo. «Cogí las riendas de la explotación agraria y de la comercialización. Me bajo del tractor y me subo a un avión para poner nuestros vinos en el mundo. Nuestra trayectoria en el campo es larga», apostilla. Sus dos hermanos también han heredado esta querencia por la bodega familiar. «Estamos al pie del cañón del negocio. Ricardo es concienzudo, trabaja en la bodega con precisión, una de las palabras que yo considero importantes a nivel de vinificación. La improvisación hay que dejarla un lado. Esther es la responsable de la calidad de toda la bodega, laboratorio, trazabilidad…», señala. 

En 1997 cambian el rumbo y deciden ser ellos quienes lleven a cabo todo el proceso desde el germen. La bodega dio un giro exponencial, con la entrada en el año 98 de Telmo Rodríguez. «Telmo nos abrió los ojos en el mundo del vino, en la comercialización, nos mostró qué vinos se estaban haciendo por el mundo, a comunicar lo que estábamos haciendo….». En 2005 se incorpora Isaac Fernández Montaña buscando vinos más finos y originales. «Con Isaac dimos una vuelta a los vinos, pero en ambos casos son grandes vinos, elegantes y rotundos». Un proceso en el que han ido incorporando el empleo de tanques de diversos materiales como cubas de acero inoxidable, foudres, huevos de hormigón y barrica de roble francés y americano. A ello se suma una cuidada selección de las mejores tonelerías. «Vamos descubriendo qué toneleros, espesores, bosques, tostados son los que mejor se adaptan a cada una de las fincas. Se hace en dos fases, uno a nivel químico y otro a nivel organoléptico con una final».  

Han logrado sacar la mayor expresividad a una materia única. El alma del terroir del Duero al alcance de muchos bolsillos.   

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