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LA BODEGA | RICO NUEVO VITICULTORES (DOP CEBREROS)

Un vino 'rico' anclado en la tradición

Juan Antonio Martín y su hijo Juan Andrés han seguido la tradición de sus antepasados, recuperando unas viñas muy antiguas en Burgohondo (Ávila)

Juan Antonio en uno de sus viñedos en Burgohondo.-A. GARCÍA

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Antonio García

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La Denominación de Origen Protegida (DOP) Vinos de Cebreros está consiguiendo impulsar proyectos vitivinícolas en su amplia zona de actuación, situada al este de la provincia de Ávila.

Uno de esos proyectos es el puesto en marcha desde el año 2017 por Juan Antonio Martín y su hijo Juan Andrés en el municipio de Burgohondo, recuperando unas viñas de entre 80 y 120 años, así como la tradición familiar de elaborar vinos en unas tierras en las que la ‘reina’ sigue siendo la garnacha.

Esa tradición fue iniciada por el tatarabuelo de Juan Andrés, Catalino Martín, mientras que su hijo Felipe la continuó y el hijo de este último, otro Catalino, prosiguió con la elaboración de vinos, junto a su esposa Fidela Molero, que a sus 85 años sigue vinculada a esta actividad, ya que sigue siendo la propietaria de buena parte de los viñedos que ahora forman parte de la bodega Rico Nuevo Viticultores.

El origen del nombre resulta curioso, ya que hace referencia al primero de los Martín, Catalino, quien al asentarse en Burgohondo fue apodado ‘rico nuevo’, al haberse hecho a sí mismo, creando un patrimonio que le hizo acreedor a un mote que aún conservan sus descendientes en el pueblo.

Juan Andrés se muestra orgulloso de ese apodo que no tiene las connotaciones negativas de ‘nuevo rico’. Muy al contrario, ‘rico nuevo’ hace referencia a un hombre que fue lo que hoy en día se conoce como emprendedor. «Es un mote que me gusta», reconoce José Andrés Martín, que aunque nació en Madrid, donde actualmente vive y trabaja, siempre dice que es burgohondeño cuando le preguntan por su origen.

Su vinculación es más que estrecha con ‘su’ pueblo. De hecho, es presidente de la Asociación de Peñas y viaja habitualmente cuando su trabajo se lo permite, aunque ahora el proyecto bodeguero le hace estar aún más apegado a la tierra de sus ancestros.

Su padre tuvo que emigrar a Madrid en la década de los ochenta en busca de un futuro mejor. Allí trabajó primero de taxista y después de pastelero, al casarse con su madre, que forma parte de la octava generación de pasteleros. En la actualidad, la familia cuenta con seis pastelerías en la Comunidad vecina.

Sin embargo, la vinculación con sus orígenes abulenses sigue siendo tan fuerte que en 2016, cuando caminaba con su padre por el pueblo, al ver los viñedos de su familia, comenzaron a pergeñar la idea de poner en marcha lo que hoy en día es la bodega ‘Rico Nuevo Viticultores’, gracias a viejas viñas situadas en pequeñas parcelas que en la actualidad suman un total de 12 hectáreas, distribuidas en una treintena de parcelas.

El 95% de ellas se encuentran en el término municipal de Burgohondo, la mitad aproximadamente propiedad de la familia, mientras que el 5% restante han sido arrendadas a sus propietarios en los vecinos municipios de Navalmoral de la Sierra y Navatalgordo.

Precisamente en este último se sitúa el viñedo más alto de la DOP, a 1.190 metros, cerca de 200 metros más que el resto de unas viñas cuya antigüedad ronda o supera el siglo de vida.

Aunque la idea surgió en 2016 y al año siguiente comenzaron a cultivar, no fue hasta 2018 cuando realizaron la primera vendimia: el 90% de garnacha, la variedad típica de la zona, y el 10% restante de albillo real.

Para ello, contaron con el enólogo navarro Julio Prieto, que se enamoró de la zona y de sus viñedos, entrando a formar parte de este proyecto como socio. Un proyecto que, al igual que otros que también han empezado a andar dentro de la DOP, está contribuyendo, no solo a generar riqueza en la comarca, sino también a recuperar unas viñas que se venían perdiendo desde los años ochenta.

La mayoría de las plantaciones tienen orientación sur, pero según reconoce Juan Andrés, en el futuro querrían adquirir parcelas de orientación norte, debido, entre otros factores, al cambio climático.

Según señala, el terreno en el que se asientan las vides es «muy pobre», ya que es de arena y descomposición de granito, lo que les ha obligado a abonar los viñedos de forma manual con estiércol, lo que convierte a su producción en ecológica. Por el momento, ya han ejecutado esta actuación en unas 7.000 cepas «a mortero», es decir, empleando el azadón y echando estiércol con un carretillo en cada una de ellas. Para ello fue necesaria la participación de ocho personas durante un mes. Y todo ello para elaborar unos vinos con una graduación que oscila entre los 13,5 y los 14 grados, con aromas que recuerdan al terreno: tomillo, jara, lavanda silvestre o espliego.

Para la elaboración cuentan con tres tipos de vino: el de pueblo, que es el de base con uvas de un municipio; el de paraje, cuya procedencia es concreta, y el vino de parcela, procedente de las viñas situadas a cerca de 1.200 metros de altitud. En 2018 el primero supuso prácticamente el 50% de la producción, mientras que los otros dos se llevaron el 35 y el 15% restante, respectivamente.

En el caso del vino blanco, elaborado con la variedad albillo real, supone en torno al 10% de la producción, con un total de 3.500 botellas y 2.500 litros.

Juan Andrés destaca la importancia que para este proyecto tiene Feliciano Blázquez, persona de Burgohondo en la que han depositado su confianza para sacar adelante este proyecto que nace «de las tripas y del corazón».

Este licenciado en Administración y Dirección de Empresas (ADE) y máster en Cocina Española por Le Cordón Bleu, ha trabajado en restaurantes con Ángel León –Aponiente, 3 estrellas Michelín-, así como con Albert y Ferrán Adriá. Asimismo, estuvo una temperada en El Bulli Lab, desarrollando investigaciones.

Toda esta experiencia profesional le ha permitido «acercarse más al mundo del vino, gracias a los sumilleres» con los que ha compartido trabajo. Dicha experiencia, junto a la de su padre, contribuirá a sacar adelante una bodega que nace de «la ilusión» de una tradición familiar «apegada a la tierra», desde que su tatarabuelo Catalino, el primer ‘rico nuevo’, se asentó en Burgohondo.

DIRECCIÓN. C/ Las Razuelas, 4, Burgohondo (Ávila), 05113.

TFNO . 657459360

WEB . www.riconuevovinos.es

CORREO. bodega@riconuevovinos.es

EMPRESA. Gerente y enóloga María Alfonso.

ELABORACIÓN. Producción en torno a 25.000 o 30.000 botellas de garnacha -90%- albillo real -10%-. Viñedo propio 12 hectáreas en 25-30 parcelas.

PRECIO. 10 € vino base, los de paraje 26-28 euros y los de parcela 35€.