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DE VINOS

Cuando el Duero es de color naranja

BODEGA MONTE LA REINA

Carolina Inaranja, frente al castillo en el que se encuentran las instalaciones de Monte la Reina.-

Publicado por
Javier Pérez Andrés

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la estampa es rotunda. Una silueta almenada se eleva sobre un mar de viñedos dominando el valle del Duero en tierras de Toro. Carolina reúne todo lo necesario para estar al frente de un resorte económico, social y cultural que se convierte en pulso al desarrollo rural. La joven se ajusta al modelo de una mujer decidida que aplica en su trabajo los conocimientos derivados de su formación en Económicas y Márquetin, además de los cursos de gestión de empresas vitivinícolas y enoturísticas y más de una década de contacto directo con la vendimia, las catas, las ferias y multitud de acciones de promoción de sus vinos en decenas de países. Carolina Inaranja es consciente de su responsabilidad al liderar una iniciativa familiar cuyo prestigio gira en la última década en torno a las etiquetas de toda la gama de vinos de Monte la Reina, hoy una referencia en la DO Toro. Cuando la familia Inaranja adquirió hace 35 años la finca de 1.500 hectáreas en el entorno de Monte la Reina, abrió las puertas del futuro a este terruño toresano marcado por el paisaje de riberas del río Duero, de encinares y bosque bajo. Al mismo tiempo adquirió las ruinas del curioso castillo-Palacio Neogótico del XIX que fue propiedad en el siglo pasado del Conde de Villapadierna. Un personaje muy conocido en la prensa de principios del XX por su relación con la época dorada de las carreras automovilísticas. José Padierna de Villapadierna (1909-1979) fue asiduo en los ecos de sociedad y mantuvo amistades con Ava Gardner o Rita Hayworth, Orson Wells o Gary Coope. Más tarde su vida rocambolesa dilapidaría varias herencias. Pero esto son simples apuntes ajenos a la familia Inaranja, que solo las paredes del edificio contienen en la memoria de épocas pasadas. Los Inaranja reconstruyen el castillo como vivienda y desde hace doce años se ha convertido en hotel con destino enoturístico y un icono en la imagen de la bodega. Gracias al proyecto vitivinícola, Monte la Reina ya no es solo un topónimo asociado al campamento de las milicias universitarias, hoy abandonado. Es uno de los complejos enoturísticos y bodegueros más atractivos de la región tras 15 años de actividad. En el marco de unos montes de valor medioambiental único en Castilla y León, con una importante y singular biodiversidad. La silueta del castillo domina en un paisaje de cultivos, encinares y viñedos que multiplican los valores naturales del escenario de los vinos de Monte la Reina, bien posicionados y objeto de numeroso premios internacionales y menciones de prescriptores y prensa especializada. La bodega cuenta con 270 hectáreas de viñedo propio repartidas entre Toro y San Román de Hornija. El 60% de Tinta de Toro, un 30% de Verdejo y un porcentaje menor de Chardonnay. Alrededor de 700 barricas, una parte de 500 litros y otros envases definen los tintos y blancos con crianza. Otro acierto fue la construcción de una moderna bodega provista de la tecnología necesaria, con un magnifica distribución de los procesos y un diseño vanguardista que se integra en el paisaje. Sus tintos con DO Toro, Monte la Reina y Castillo de Monte la Reina en todas sus tipologías, así como el Inaranja y el verdejo fermentado en barrica, llevan por tanto los rasgos y matices que otorgan los suelos de sus propios viñedos. Además de otras elaboraciones como los vinos Claudia y Reina en la línea de frizzantes y espumosos. También, sangría embotellada con destino a mercados internacionales. El carácter familiar reparte las funciones y, si Carolina dirige el complejo bodeguero, es su hermano José Miguel el ingeniero agrónomo el responsable de actividad agraria; su hermana Sandra al frente del enoturismo, restaurante y hotel y el curtido enólogo José Nuño al frente de la elaboración y diseño enológico de toda la gama de vinos desde hace tres años.