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GASTRONOMÍA

La cocina de ‘El Puce’ en La Vid

Pilar y Alberto, con dos de los platos de su comanda, entre los viñedos que se encuentran junto a La casona de La Vid, en el entorno del Monasterio .-

Publicado por
Redacción de Valladolid
Valladolid

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Alberto lleva como jefe de cocina seis años. Cuando la familia Zapatero decidió apostar por un complejo hotelero con restaurante al lado de la bodega Lagar de Isilla, puso en sus manos la responsabilidad de una comanda que tenía que satisfacer a un comensal que pronto irrumpiría de la mano del enoturismo. A Alberto García, el chef de La casona de La Vid, todos le conocen por ‘El Puce’, diminutivo de ‘Pucelano’, pues este joven vallisoletano, formado en la escuela de Salvador Gallego en Madrid, hace gala de su ‘vallisoletaneidad’. Pilar Zapatero es parte de la familia y defiende el equilibrio en la comanda del restaurante entre los platos de la cocina burgalesa tradicional y el sello arandino de la misma. Por eso, el lechazo asado no falta nunca, ni las carnes rojas, la morcilla de Burgos, los quesos de oveja, los guisos o los estofados. Al mismo tiempo que, en una versión más moderna, se ofrecen distintos menús degustación donde el chef ‘Puce’ se emplea a fondo con platos diferentes por una franja de precios cercana a los 40 o 50 euros que, en ocasiones, incluyen maridaje con los vinos de la propia casa.

Y ahí está el éxito del restaurante, que funciona muy bien y en el que se mantiene un menú diario de 15 euros, que, según Pilar, es clave para dar un servicio a todos los públicos: los habitantes del entorno, los que viajan por la N-122, los turistas y los que vienen en grupo a hacer visitas enoturísticas o al Monasterio de La Vid, vecino del Lagar Isilla.

Lo mejor de todo es que en el restaurante de La casona de La Vid puedes encontrar una sopa castellana, una ensalada de ventresca, un pan candeal o una torta de Aranda, unos pimientos asados o unas croquetas de boletus o de jamón al lado de un coulant de chocolate con núcleo de caramelo o un carpaccio de ternera con lascas de parmesano, rúcula y helado de foie.

El restaurante tiene más atractivos: la boutique, la visita a la bodega y al monasterio, el paseo por las viñas o, simplemente, la estancia en los salones o habitaciones de un hotel que respetó el edificio del pasado dotando a su interior de buen gusto, comodidad y modernidad en los servicios.