Cerrar

La mejor pesca en el canal de Castilla

Este establecimiento se ha convertido en uno de los templos sagrados para los amantes de los pescados frescos a la parrilla

El pescado a la brasa es la señade identidad de este restaurante.-MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Henar Martín Puentes

Creado:

Actualizado:

Resulta curioso descubrir lugares con encanto en pleno centro de las ciudades donde se entremezclan la historia del entorno y la calidad que se ofrecen en la carta. Uno de esos ejemplos lo encontramos en La Maruquesa, un local abierto el 12 de diciembre de 2018 en el barrio de la Victoria de Valladolid que está conquistando al público por la singularidad del establecimiento. Situado en la nave principal de la dársena del Canal de Castilla donde termina el ramal sur, el restaurante ocupa el lugar donde desde 1875 a 1959 llegaban las barcazas cargadas de mercancía. El edificio, propiedad de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), forma parte del patrimonio industrial de Valladolid para muchos desconocido. «El lugar es un diamante en bruto, queríamos que el atractivo lo tuviera el propio local sin decoración ni adornos», comentan sus encargados. Tras una concesión para recuperar su uso, se sometió a este espacio de 300 metros cuadrados de superficie a una rehabilitación integral en el que sus tres socios han sabido respetar el encanto de antaño gracias a una cuidada decoración a cargo de la empresa de decoración y reformas Los Ángeles. «Queríamos mantener la originalidad del edificio porque el local tenía atractivo por sí mismo», comenta Kico Requejo, encargado del establecimiento, que a sus 33 años conoce como nadie los entresijos del sector. Kico ha tomado las riendas tras una década de experiencia en la hostelería fuera de España. En el espacio que se distribuye en dos ambientes, la sala de comedor y la barra, se fusiona a la perfección el estilo clásico de su pasado con elementos como las vigas de madera que conviven con detalles modernos como los suelos que simulan mármol y sillas de piel que persiguen otorgar elegancia al ambiente. La barra reproduce la quilla de una de las antiguas barcazas que surcaban las aguas del entorno bautizada con el nombre de La Maruquesa. Uno de los elementos que más llaman la atención son las espectaculares vistas del canal. El comedor tiene capacidad para atender a entre 55 y 60 comensales, mientras que la barra acoge siete mesas altas donde poder picar de manera informal raciones y degustar las referencias de la carta.

UNA LONJA EXQUISITA

Si por algo se ha hecho famoso este restaurante es por su cuidada selección de pescados frescos salvajes y mariscos al estilo de las tabernas vascas. «Buscamos ofrecer al público producto de calidad a un precio relativamente asequible», sostienen sus dueños, con un precio que oscila en torno a los 30-35 euros por persona. A diario reciben piezas únicas que les provee principalmente la Pescadería La Alondra de la capital vallisoletana tales como la lubina salvaje, el rodaballo, la sama o el bacalao skrei fresco de temporada, para ser cocinados –en la mayoría de los casos– a la brasa. «Nos basamos principalmente en el pescado fresco», argumentan. Una receta que toma como ingrediente principal los sabores procedentes del mar, lo que supone un placer para los más puristas de este tipo de cocina. El bacalao y el rape son los dos pescados que se mantienen fijos en la carta con platos como el rape con gambón, crema de guisantes y tierra de Pimentón o el bacalao con guiso de sus callos crema de patata y camarón. Junto a ello conviven otras propuestas que van cambiando en función de la temporada como el carpaccio de bonito. Los arroces marineros y algunos cortes de carne «diferentes» para los que reniegan de los animales con escamas, completan la oferta.

Como aperitivo es indispensable probar los mejillones a la brasa con ali-oli de escabeche, un manjar que ensalza los sabores de este producto. Otro de los platos que se han convertido en una de las referencias de esta casa son los huevos rotos con bogavante y salsa americana. Una curiosa combinación entre un ingrediente humilde y un producto de alto standing del mar que no deja indiferente. «Se me ocurrió en la Feria Alimentaria. Cambiamos el tradicional jamón o las jigas con otra propuesta más innovadora», explica Kico.

La bodega reproduce una selección cuidada donde, como no podía ser de otra manera, el protagonismo lo ocupan los blancos. «No sólo los de Rueda, nos gustan mucho los Albariños y los chacolí además de los espumosos que están dejando de ser vinos reservados para convertirse en vinos que maridan a la perfección una comida entera». Los rosados son otra de las referencias obligadas. «Siento pasión por los Cigales, para mí son los mejores rosados del mundo; si hay una etiqueta por la que profeso una admiración personal ésa es Hiriart, confío mucho en ese vino, me gusta la filosofía de esta bodega», dice Requejo.

Todos los postres –excepto los helados– se elaboran de forma artesanal con recetas tradicionales como el arroz con leche o las natillas.

Cargando contenidos...