La receta del paraíso
El día que nos tomemos con el mismo interés el patrimonio gastronómico como la defensa de la naturaleza, solo entonces habremos rizado el rizo de una aventura que amortiguaría la despoblación. Pues no es comprensible que algunos territorio de esta región hayan alcanzado tal grado de protección y conservación y todavía no acaben de rematar las comandas de los pequeños restaurantes rurales. En el caso de León siete espacios geográficos están declarados reservas de la biósfera por la Unesco sin contar con otras menciones medioambientales. Es decir, si los territorios de naturaleza se esfuerzan por mantener ecosistemas, fauna, flora, patrimonio inmaterial y arquitectura, por qué no se hace con el mismo interés y definición una apuesta más profunda en la recuperación del recetario vernáculo con ligeros toques. Corren tiempos en los que se confunde la utilización de las materias primas con una respuesta gastronómica local. Y no es así. La manzana, el botillo, la trucha, el queso o la legumbre son alimentos locales, si están amparados por una figura de calidad mejor. Pero el recetario, ese legado de cocina vernácula debe ser prioritario. Solo así cerraremos el círculo de una identidad geográfica. Todavía estamos a tiempo.